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jueves, 16 de marzo de 2017

Progresismo vs. conservadurismo


Nuestra América

Las cifras hablan por sí solas. En los países de la Patria Grande donde hoy gobiernan fuerzas progresistas el crecimiento económico es sostenible, mientras las naciones en las cuales se ha impuesto el conservadurismo viven una profunda crisis, como son los evidentes casos de Argentina y Brasil.
Según estadísticas oficiales de varias entidades internacionales, desde la llegada al poder del mandatario Mauricio Macri, la pobreza en Argentina aumentó en un 32,9 por ciento, y daña severamente a 13 millones de personas.
El propio Macri, afamado por sus tarifazos, recortes sociales y hechos de corrupción, no tuvo más remedio que admitir que la miseria en su país es altísima y afecta a uno de cada tres de sus compatriotas.
Similar ocurre en Brasil luego del ascenso al poder del golpista Michel Temer, quien ha sumido al gigante sudamericano en la peor crisis de su historia, solo comparable a la de los años 1930 y 1931 de la pasada centuria, como consecuencia de la escenificada en Estados Unidos en 1929.
Brasil decreció en un 3,6 por ciento en 2016 y su Producto Interno Bruto (PIB) tuvo una caída del 4,4 por ciento, al tiempo que el número de desempleados supera en estos momentos los 12,3 millones, acorde con datos conservadores.
En esos dos estados, ricos en recursos naturales, fueron instaurados regímenes derechistas y neoliberales hasta la medula que los han hecho retroceder, después de los avances que experimentaron durante más de una década con ejecutivos progresistas.
Argentina y Brasil andan ahora en la cola de la Patria Grande, a diferencia, por ejemplo, de Bolivia y Nicaragua, que figuraban hace algunos años entre los países más pobres de la región, y sin embargo resaltan actualmente por su desarrollo sostenible y la redistribución de las riquezas entre sus habitantes.
Con gobiernos populares encabezados por los presidentes Daniel Ortega y Evo Morales, Nicaragua y Bolivia son ejemplos a seguir en Nuestra América, como similares lo son Venezuela y Ecuador, que también progresan en beneficio de sus pueblos en medio de severas agresiones mediáticas y guerras económicas que les impone la oligarquía regional financiada por Estados Unidos.
Los nicaragüenses y bolivianos han visto crecer el PIB de sus respectivas naciones en los últimos años en torno al 5 por ciento, y los augurios para el futuro son optimistas pese a la peligrosa ola neoliberal que azota a Latinoamérica y el Caribe, y el convulso panorama económico que enfrenta el mundo.
Asimismo Nicaragua y Bolivia han disminuido notablemente la pobreza e incrementado el nivel de vida de sus pobladores, mientras destinan recursos importantes a garantizarles la salud, la educación y un empleo digno.
Pero esas realidades son ocultadas o manipuladas por los emporios mediáticos bajo control del conservadurismo, que persiste en su empeño, con el respaldo de Washington, de revertir los procesos revolucionarios en la Patria Grande, imposibilitar su definitiva independencia e integración, y volver a hacer de la región el patio trasero de Estados Unidos.
Entonces tienen las fuerzas de izquierda y los pueblos la responsabilidad de impedir a tiempo que el neoliberalismo se extienda nuevamente desde el Río Bravo hasta la Patagonia en detrimento de las condiciones de vida de las futuras generaciones de latinoamericanos y caribeños. 

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