Nuestra América
Las cifras hablan por
sí solas. En los países de la Patria Grande donde hoy gobiernan fuerzas
progresistas el crecimiento económico es sostenible, mientras las
naciones en las cuales se ha impuesto el conservadurismo viven una
profunda crisis, como son los evidentes casos de Argentina y Brasil.
Según estadísticas oficiales de varias entidades internacionales, desde
la llegada al poder del mandatario Mauricio Macri, la pobreza en
Argentina aumentó en un 32,9 por ciento, y daña severamente a 13
millones de personas.
El propio Macri, afamado por sus
tarifazos, recortes sociales y hechos de corrupción, no tuvo más remedio
que admitir que la miseria en su país es altísima y afecta a uno de
cada tres de sus compatriotas.
Similar ocurre en Brasil luego
del ascenso al poder del golpista Michel Temer, quien ha sumido al
gigante sudamericano en la peor crisis de su historia, solo comparable a
la de los años 1930 y 1931 de la pasada centuria, como consecuencia de
la escenificada en Estados Unidos en 1929.
Brasil decreció en un
3,6 por ciento en 2016 y su Producto Interno Bruto (PIB) tuvo una caída
del 4,4 por ciento, al tiempo que el número de desempleados supera en
estos momentos los 12,3 millones, acorde con datos conservadores.
En esos dos estados, ricos en recursos naturales, fueron instaurados
regímenes derechistas y neoliberales hasta la medula que los han hecho
retroceder, después de los avances que experimentaron durante más de una
década con ejecutivos progresistas.
Argentina y Brasil andan
ahora en la cola de la Patria Grande, a diferencia, por ejemplo, de
Bolivia y Nicaragua, que figuraban hace algunos años entre los países
más pobres de la región, y sin embargo resaltan actualmente por su
desarrollo sostenible y la redistribución de las riquezas entre sus
habitantes.
Con gobiernos populares encabezados por los
presidentes Daniel Ortega y Evo Morales, Nicaragua y Bolivia son
ejemplos a seguir en Nuestra América, como similares lo son Venezuela y
Ecuador, que también progresan en beneficio de sus pueblos en medio de
severas agresiones mediáticas y guerras económicas que les impone la
oligarquía regional financiada por Estados Unidos.
Los
nicaragüenses y bolivianos han visto crecer el PIB de sus respectivas
naciones en los últimos años en torno al 5 por ciento, y los augurios
para el futuro son optimistas pese a la peligrosa ola neoliberal que
azota a Latinoamérica y el Caribe, y el convulso panorama económico que
enfrenta el mundo.
Asimismo Nicaragua y Bolivia han disminuido
notablemente la pobreza e incrementado el nivel de vida de sus
pobladores, mientras destinan recursos importantes a garantizarles la
salud, la educación y un empleo digno.
Pero esas realidades son
ocultadas o manipuladas por los emporios mediáticos bajo control del
conservadurismo, que persiste en su empeño, con el respaldo de
Washington, de revertir los procesos revolucionarios en la Patria
Grande, imposibilitar su definitiva independencia e integración, y
volver a hacer de la región el patio trasero de Estados Unidos.
Entonces tienen las fuerzas de izquierda y los pueblos la
responsabilidad de impedir a tiempo que el neoliberalismo se extienda
nuevamente desde el Río Bravo hasta la Patagonia en detrimento de las
condiciones de vida de las futuras generaciones de latinoamericanos y
caribeños.
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