Periódico La Jornada
La derecha no es nueva
en América Latina. Fue la responsable de presidir nuestros países la
mayor parte del tiempo, siendo la principal responsable de que seamos el
continente más desigual del mundo. Pero cuando intenta aparecer como
una solución nueva en algunos países, es bueno recordar las
contribuciones que la derecha ha hecho y sigue haciendo en América
Latina.
No vamos a mencionar las dictaduras militares y otros dictaduras, a
las cuales ahora parece que nadie de la derecha apoyó. Basta analizar
los gobiernos recientes y los actuales para hacer un balance del
desempeño de la derecha en nuestro continente.
En la actualidad, varios gobiernos insisten en mantener el modelo
neoliberal, que caracteriza a la derecha. ¿Qué resultados han traído?
Basta constatar el triste balance de los 20 años del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), cuyos resultados para México han
sido muy negativos. Es prácticamente el único país del continente que no
ha disminuido la pobreza y la miseria en esas dos décadas. El libre
comercio dentro y hacia afuera ha acentuado la decadencia de la economía
mexicana, reflejándose en la incapacidad del sistema político del país
de proyectar liderazgos con prestigio. Al contrario, cada gobierno
empieza ya con desgastes, de los cuales no se logra recuperar,
enfrentando con fraudes las elecciones siguientes. Sin mencionar los
otros elementos que el estrecho intercambio con Estados Unidos trae al
país, como la violencia y el narcotráfico, vinculados al más grande
mercado consumidor de drogas del mundo en su frontera norte.
Lo mismo se puede decir de Perú, país que estadísticamente ostenta
siempre uno de los primeros lugares en crecimiento del PIB, pero sin
reflejos en la mejoría de la situación social del país. Lo cual también
se refleja en el desgaste rápido del apoyo de los presidentes, que
representan siempre decepciones para los mismos que los han elegido. Al
punto de que ahora, frente al fracaso del gobierno de Ollanta Humala,
que mantuvo el modelo económico heredado de Alan García, la favorita
para triunfar en las elecciones de abril de 2016 es la hija de Fujimori,
quien cumple pena de cárcel por corrupción.
Cuando se eligió a Sebastián Piñera como presidente de Chile,
fue saludado como una renovación de la derecha del país y de la región.
La ilusión no tardó un año, hasta que los estudiantes le quitaron todo
el prestigio que tenía, al reivindicar el retorno de la gratuidad de la
educación pública.
La propuesta de Alianza para el Pacífico no se ha traducido en nada para el continente, más allá de vagas promesas.
Mientras la izquierda puede reivindicar la disminución de la
desigualdad, la pobreza y la miseria, la reanudación de la expansión
económica y el liderazgo de dirigentes como Hugo Chávez, Lula, Néstor y
Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael Correa, entre
otros, ¿qué liderazgo y qué contribución puede presentar la derecha para
América Latina?
Al parecer tampoco Mauricio Macri va a significar ni una renovación
ni una recuperación del prestigio para la derecha latino-americana. Los
venezolanos miran con atención las inmensas dificultades de su gobierno,
para que a la eufori
a con Argentina no le suceda la decepción, una vez más, con un promisorio líder derechista en el continente.
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