Hace
tiempo que venimos leyendo que el ciclo progresista en América Latina y
el Caribe ha llegado a su fin. Aprovechando la muerte del Comandante
Chávez, y un cierto reflujo en los avances logrados por los procesos de
cambio en el continente, la derecha comenzó a construir un discurso que
intenta deslegitimar la década ganada para las mayorías sociales y
populares.
Pero en los últimos tiempos, también desde
varios sectores de la izquierda se ha venido construyendo la tesis del
fin del ciclo que viene a complementar el discurso de la derecha contra
los gobiernos de izquierda y nacional-populares. Uno de los amanuenses
de la izquierda lightberal, Pablo Stefanoni, habla de una deriva
lulista (1) de la izquierda latinoamericana. Una compañera de
Stefanoni en el grupo de apoyo al trotskismo anti kirchnerista del FIT
en la Argentina, Maristella Svampa, escribe en el diario de la
oligarquía Clarín sobre una crisis del pluralismo político y un
populismo de alta intensidad (2) en Bolivia y Ecuador. Mientras tanto,
por el lado de la izquierda autonomista, Raúl Zibechi sostiene que
estamos no solo ante el final del ciclo progresista, sino que el
progresismo no ha sido un avance (3).
Desde otra
posición, el paraguayo-brasileiro y militante del PT Gustavo Codas
afirma (4) que Venezuela, Brasil y Ecuador, cada uno con sus matices,
enfrentan una serie de problemas económicos y políticos, con una
importante movilización de la derecha nacional (en ocasiones con apoyo
del exterior). Esta coyuntura, unida a la solución de compromiso en
Argentina donde la candidatura presencial la encabeza Daniel Scioli,
nos lleva a pensar en que nos encontramos inmersos en un reflujo del
cambio de época puesto en marcha en América Latina en 1998.
Ese
flujo que dejó atrás la larga noche neoliberal tuvo su apogeo en los
dos años que transcurrieron entre finales de 2004 y finales de 2006
donde se puso en marcha el ALBA-TCP; llegaron al gobierno Evo Morales y
Rafael Correa; fueron puestas en marcha herramientas fundamentales del
cambio de época como teleSUR o la Red de Intelectuales en Defensa de la
Humanidad; y en Mar del Plata el instrumento imperialista llamado ALCA
fue enterrado por 3 patriotas nuestroamericanos, Chávez, Lula y Néstor
Kirchner.
En cambio hoy, sin la presencia física del
Comandante y con Fidel retirado de la conducción política en Cuba; con
una derecha recargada que trata de llegar al gobierno a veces por
dentro de la institucionalidad y a veces por fuera; y con instrumentos
de desintegración latinoamericana como la Alianza del Pacifico, el TPP
o el TISA tratando de construir un Consenso anti-posneoliberal, la
guerra de posiciones en Nuestra América conduce a las fuerzas de
izquierda, tanto las revolucionarias como las reformistas, a posiciones
de repliegue.
Este nuevo momento del cambio de época
exige un esfuerzo de honestidad intelectual para, desde la lealtad y el
compromiso con los procesos de cambio, tratar de leer el momento de
reflujo y generar propuestas para las izquierdas latinoamericanas y
caribeñas. En ese sentido proponemos 7 tesis para alimentar el debate
desde la necesidad que tenemos de hacer un diagnóstico del momento
histórico en que nos encontramos con el fin de obtener una radiografía
de la coyuntura actual.
1.- La crisis del capitalismo ha venido para quedarse
Entre
2004 y 2014 el precio medio del barril de Brent fue de 86’989 dólares.
87 USD de media en 10 años a pesar de que en 2008 y tras la quiebra de
Lehman Brothers el precio del barril de Brent se desplomó de los 147
USD de julio hasta los 35’58 USD con los que cerraba el año.
Actualmente
el barril de Brent se mantiene entre los 45 y 50 dólares, y no se
prevén subidas significativas mientras la desaceleración china
favorezca el exceso de producción actual. Al mismo tiempo, importantes
productores como Arabia Saudita o Venezuela no disminuyen la producción
para garantizar el 100% de los ingresos, lo que nos sume en un círculo
vicioso en el que no hay manera de desactivar la sobreproducción. A la
reducción de la demanda del gigante asiático y el mantenimiento de la
producción de los países productores de la OPEP se le suma la
producción en Estados Unidos de gas de esquisto mediante fracking,
método de extracción que se convierte en terrorismo ambiental solamente
rentable a partir de precios entre 60 y 70 dólares. Por lo tanto, es en
la franja entre los 50 dólares actuales y los 70 que permitirían a la
mayor parte de los campos de extracción ser rentables, donde se va a
mover en los próximos meses la guerra energética no declarada entre
Estados Unidos y Arabia Saudita.
En cualquier caso no
parece que en los próximos años los precios del petróleo vayan a volver
a acercarse a los de la última década, que permitieron a los procesos
de cambio en América Latina y el Caribe una redistribución de la
riqueza y reducción de la pobreza sin precedentes. Si además le sumamos
la tendencia a la baja en el precio de los minerales adquiridos por
China, que consume cerca del 40% de la producción mundial, parece un
hecho que los tiempos de vacas gordas han terminado.
Todo
lo anterior apuntala la necesidad de una diversificación productiva y
un cambio en la matriz energética. Es necesario generar una transición
desde el modelo extractivista, herencia colonial y neoliberal, a un
nuevo modelo de desarrollo que incorpore el derecho al desarrollo y a
sacar de la pobreza a una parte significativa de la población, con los
Derechos de la Madre Tierra.
2.- El mundo multipolar ya está aquí
Aunque
solemos hablar de la transición a un nuevo mundo pluripolar y
multicéntrico, la realidad es que ya estamos inmersos en él. El declive
de la hegemonía de Estados Unidos (al mismo tiempo que entra en una
peligrosa fase de dominación violenta); la emergencia de los BRICS; el
rol geopolítico de América Latina en las relaciones Sur-Sur; o el
avance de la integración latinoamericana con una CELAC sin EEUU ni
Canadá reflejo de la Patria Grande que soñaron los libertadores, son
claros síntomas de este nuevo escenario geopolítico.
Hay
dos variables fundamentales de este escenario en América Latina y el
Caribe. La apertura de relaciones y embajadas entre Estados Unidos y
Cuba, inicio de una nueva era y símbolo de la soberanía no solo de una
Cuba digna a lo largo de más de 60 años de agresiones ininterrumpidas,
sino de toda Nuestra América. El otro síntoma es la presencia cada vez
mayor de China en la región. Hoy en día, excepto el Puerto de Mariel en
Cuba, todas las grandes inversiones en la región son de capital chino,
comenzando por la faraónica obra para construir un canal en Nicaragua y
siguiendo por las principales inversiones en recursos naturales,
petróleo, gas y minería. Pero la cada vez mayor presencia china tiene
grandes diferencias con la otrora hegemonía estadounidense; frente al
hard power de los Estados Unidos, basado en la imposición económica o
militar, se está construyendo un soft power con características chinas
que hace de la diplomacia económica y cultural la base para las
relaciones. O dicho de otra manera, China no va a construir bases
militares en America Latina y el Caribe o patrocinar golpes de estado
contra gobiernos legítimos.
Pero la voraz demanda china
de recursos naturales ha provocado una reprimarización de la economía
latinoamericana. Excepto en los países donde los recursos están en
manos del Estado, que ejerce de flujo conductor hacía otros sectores,
en general el sector primario está más ligado al capital financiero que
a otros sectores de la economía. América Latina y el Caribe se mueven
ahora mismo en un triángulo incierto entre un Consenso Bolivariano, un
Consenso de Beijing y un Consenso de las Commodities.
3.- Necesidad imperiosa de profundizar la integración
En
la medida en que la crisis del capitalismo se profundiza y la derecha
avanza en su ofensiva, los procesos corren el riesgo de cerrarse hacia
dentro y mantener una posición defensiva. Ningún proceso va a poder
profundizar y mucho menos radicalizar los cambios por sí solo si no es
inserto dentro de un proceso de integración latinoamericana y caribeña
más amplio.
Es necesario por tanto ampliar la integración
política a una integración económica, científica, tecnológica y
cultural, integración amplia que permita, como propone Gustavo Codas, y
frente al proceso de reprimarización continental, crear cadenas de
valor regionales.
Al mismo tiempo, se hace urgente y
necesaria la reactivación del ALBA e ir dotando de una
institucionalidad mayor a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC).
4.- Desactivación de los instrumentos para la desintegración latinoamericana
Es
necesario sumar al cambio de época los países que siguen apostando por
un modelo económico neoliberal. Especialmente los de la Alianza del
Pacifico y en particular Colombia y México. Es por ello que tenemos que
hacer nuestras la reivindicación de la paz, con justicia social, en
Colombia, y la apuesta por fortalecer un proyecto alternativo de
izquierda en México, frontera sur de los Estados Unidos. La
incorporación de estos dos países no solo abriría un horizonte
radicalmente diferente sino que profundizaría la integración
nuestroamericana y ayudaría a desactivar los nuevos ALCA del siglo XXI,
instrumentos para la desintegración latinoamericana como la Alianza del
Pacífico, el TPP o el TISA.
5.- Enfrentar la derecha recargada
Durante
buena parte del cambio de época, la derecha quedó desorientada y a la
defensiva. Fueron las embajadas de Estados Unidos los que hicieron el
papel de principal opositor a los gobiernos de izquierda en la región
mediante el patrocinio de golpes de Estado, duros o blandos. Los
opositores locales eran simples títeres todavía anclados en el discurso
del Consenso de Washington y parapetados tras los viejos partidos del
neoliberalismo.
Sin embargo hoy tenemos una derecha
renovada, asesorada por los gurús del marketing político neoliberal y
asumiendo un rol de paraopositores que no dudan ni un momento en
camuflarse bajo una estética y discurso más amable tan posmoderno como
pseudo posneoliberal, que no ataca directamente las conquistas logradas
en la década ganada.
Esta derecha reciclada y
transformista trata de robarse las banderas de la democracia y los
derechos humanos apelando sobre todo a los nuevos actores de la
política, la juventud y las clases medias. Y ahí es donde los procesos
tienen un reto en reactualizar su programa y praxis política para
seducir a una juventud que no ha vivido el terrorismo social neoliberal
y llega a una mayoría de edad dando por sentada la presencia del Estado
en la economía y la redistribución de la riqueza. Lo mismo sucede con
las nuevas clases medias que tienen la “ilusión” de continuar su
ascenso social y para ello se les hace atractiva la idea de votar por
un “gestor”, normalmente un candidato proveniente del mundo empresarial
y con un discurso que apela a la ciudadanía moderada por encima del
clivaje izquierda-derecha.
Frente a ello, más que perder
tiempo en atacar a esta derecha que solo hace sus tareas, amparada por
las elites económicas y con el apoyo de las transnacionales
comunicacionales, debemos reactualizar y hacer más atractivo el
proyecto político de las izquierdas, como única manera de sostener y
profundizar los procesos. Las posibles derrotas electorales por venir
serán única y exclusivamente responsabilidad nuestra.
6.- La necesidad de los liderazgos
Y
para prepararnos para las próximas batallas políticas, es necesario dar
un debate sobre la cuestión de los liderazgos. La muerte del Comandante
Chávez nos coloca ante el espejo de unos procesos que dependen en
demasía de líderes de una enorme talla política e intelectual. Pero
además estos liderazgos son fruto de una época de resistencia e
insurrección al neoliberalismo que ya dejamos atrás.
Será
difícil que en Bolivia vuelva a surgir un líder como Evo Morales que
lleva en su esencia el componente antiimperialista, anticolonial y
anticapitalista cuando han sido expulsadas del territorio nacional la
DEA, USAID y el propio embajador estadounidense; cuando los dirigentes
sindicales han pasado de enfrentar un gobierno neoliberal a ocupar
cargos de conducción política en el Estado; o incluso cuando las
relaciones internacionales del movimiento social se construyen sobre
todo con otras izquierdas en el gobierno. Es por ello más necesaria que
nunca la necesidad de construir liderazgos colectivos y fortalecer el
poder popular y la formación política pues solo de estas semillas
pueden germinar otros dirigentes preparados para liderar una nueva
etapa ascendente del cambio de época que deje atrás el reflujo
coyuntural. Pero al mismo tiempo mientras líderes como Evo sigan con la
capacidad de conducir los procesos, debemos habilitar los mecanismos
que sean necesarias para que la legalidad no obstaculice la legitimidad.
7.- La importancia de las batallas electorales
Por
paradójico que parezca, la irreversibilidad de los procesos depende en
buena parte en este momento histórico de las victorias electorales que
se vayan produciendo en el campo de la izquierda. Para ello a su vez es
necesario no retroceder en ni una sola de las conquistas logradas hasta
el momento. Tenemos claro que llegar al gobierno no supone tener el
poder, y que una vez llegado hay que enfrentar una guerra de posiciones
con el poder ejercido por las burguesías nacionales e internacionales
desde sus atalayas económicas o mediáticas. Pero para poder llegar a
ese momento de plantearse la construcción de hegemonía es necesario
primero la victoria electoral.
Este 2015 nos deja todavía
2 importantes citas electorales, las elecciones presidenciales de
Argentina en octubre y las legislativas de Venezuela en diciembre. A
pesar de las contradicciones que nos pueda generar, es necesario apoyar
la candidatura de Scioli-Zannini en la Argentina, bien rodeada por el
núcleo duro kirchnerista; ya llegará el momento de la crítica si el
próximo gobierno se desvía del horizonte trazado por Néstor Kirchner y
Cristina Fernández. Y lo mismo en Venezuela, donde debemos dar todo el
apoyo a los candidatos y candidatas del PSUV y del Gran Polo Patriótico
frente al terrorismo económico y mediático que enfrente la Revolución
Bolivariana y Chavista. Lo mismo en el caso de dos países como Brasil o
Ecuador, donde más allá de las tensiones, debemos apoyar los legítimos
gobiernos de Dilma y Correa.
Ya no es tiempo de política
ficción sino de definición. Tiempo de audacia para generar pensamiento
crítico siempre desde abajo y a la izquierda, manchándose con el barro
de la praxis en medio de las contradicciones, y no leyendo la realidad
con el lápiz rojo virtual en una mano desde el wifi de los cafés de los
barrios de clase media. Recordando las palabras del Comandante Chávez:
“Que nadie se equivoque, que nadie se deje confundir, uno puede
criticar a la revolución pero este es el camino de la salvación de la
Patria”.
1[1] La lulización de la izquierda latinoamericana http://www.eldiplo.org/notas-web/la-lulizacion-de-la-izquierda-latinoamericana
2[1] Termina la era de las promesas andinas http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Termina-promesas-andinas_0_1417058291.htm
3[1] Hacer balance del progresismo http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/08/04/hacer-balance-del-progresismo
4[1] Desafíos al ciclo progresista en América Latina http://www.mateamargo.org.uy/2015/08/13/desafios-al-ciclo-progresista-en-america-latina
http://www.alainet.org/es/articulo/172260
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