Leí en la red hace unos días un artículo relacionado con los sueldos de
los actuales gobernantes salvadoreños, concretamente de algunos que
desempeñan cargos en el poder ejecutivo y legislativo. No es la primera
vez que se ataca desde una perspectiva moralista al partido político
FMLN y a sus máximos dirigentes por devengar altos salarios, viáticos y
otros.
En la nota periodística, titulada “Gobernantes
socialistas con sueldos de capitalistas”, el autor concluye que “un
campesino, ex guerrillero, que se dedica al trabajo de la caña de
azúcar ganaría en 5 años y medio de trabajo” los 7 mil dólares que el
presidente de PROESA (Organismo Promotor de Exportaciones e Inversiones
de El Salvador), Sigfrido Reyes, recibe como sueldo en un mes.
La “obligación ética y moral” de los dirigentes del FMLN, según el
periodista, debería de ser emular la actitud del presidente de Bolivia,
Evo Morales, “quien se redujo [sic] en un 57% el salario que tenían sus
antecesores, y en un 50% el salario de todos sus funcionarios”. Frente
a esto es importante aclarar, que Morales no renunció a recibir el
salario que le corresponde de acuerdo a la ley por razones “morales”,
sino por una política de austeridad que impuso en su gobierno, con lo
cual demostró empatía y solidaridad con quienes tienen un poder
adquisitivo inferior. Sí los políticos salvadoreños –no importa de cuál
partido– que ocupan cargos gubernamentales prescindieran de los medios
para garantizar su seguridad personal, como lo hizo Pepe Mujica en
Uruguay, téngalo por seguro, estimado lector, que en El Salvador los
pepe…narían [1] en un
santiamén. O bien, sugiere el escritor entre líneas hacer como Nayib
Bukele, el alcalde de San Salvador, quien se da el lujo –por tener
recursos económicos propios – de prescindir de los $7,000.00 mensuales
que le corresponden por decreto y destinarlos al financiamiento de
becas estudiantiles. Tampoco esta actitud generosa tiene, a mi juicio,
un trasfondo moral, a lo sumo, una porción de “altruismo” mezclado con
populismo, porque detrás de esta imagen “altruista”, “filantrópica” e
“izquierdista radical” en desarrollo, se esconden las ambiciones
políticas futuras de este joven empresario. Nayib Bukele, amigo de la
“derecha progresista” y de la izquierda “socialista” efemelenista,
haciendo uso de su legítimo derecho, se perfila ya como un candidato
seguro para ocupar la presidencia de El Salvador.
Parafraseando al dramaturgo alemán, Bertolt Brecht, me pregunto: ¿de
qué sirve decir la verdad sobre los sueldos de los gobernantes del FMLN
si no se dice nada contra el sistema capitalista que los origina?
¿Cuánto ganaría un presidente de PROESA sin filiación partidaria? Es
claro, que el argumento de los sueldos está dirigido a despertar ira,
decepción, desengaño, repulsión y rechazo hacia el FMLN, como si se
tratara de la única institución sinvergüenza en el circo político
salvadoreño. El artículo no invita a la reflexión política-ideológica,
tan importante en estos días violentos, en los que todos los partidos
políticos están jalando agua del mismo río para su propio molino. Esto
no significa que avalo los elevados sueldos de los políticos, aunque
estén estipulados por la ley de salarios, pues como dice el gaucho
Martín Fierro: “la ley es como el cuchillo, no ofende a quien lo
maneja”.
No obstante, en la economía de mercado neoliberal
que reina en El Salvador, efectivamente sólo unos pocos elegidos
cuentan los dólares a montones y muchos, los dolores de la guerra.
Todas las ramas de la economía – finanzas, producción, mercado laboral,
etc. – están al servicio de su objetivo fundamental, que es el máximo
de ganancia, en beneficio exclusivamente de la clase económica
dominante. El problema de la sociedad salvadoreña sigue siendo
esencialmente un problema político-económico, que surge de la
contradicción capital-trabajo.
La razón de ser del FMLN está
plasmada en el principio IV de la Carta de Principios y Objetivos en
vigencia, en la que se plantea la construcción de una sociedad
democrática en los órdenes político, social y económico. En la Carta de
Principios y Objetivos [estratégicos] y en los 30 estatutos del partido
no se menciona en ninguna parte, el socialismo científico al que se
refirió Carlos Marx, Engels, Lenin y otros clásicos del marxismo
revolucionario internacional o el socialismo revolucionario al que
aspiró el pueblo salvadoreño que se alzó en armas el siglo pasado, y
por consiguiente, no se puede concluir o deducir que se trate de un
partido socialista en el estricto sentido marxista. El FMLN es tan
partido socialista como lo es el Partido Obrero Socialista Español
(PSOE) que gobernó en España durante décadas, sin poner en peligro el
sistema capitalista.
El FMLN es un partido político en el
cual confluyen históricamente varias corrientes ideológicas. No
obstante, la política real y pragmática del FMLN en la actualidad es
socialdemócrata, es decir, la táctica y estrategia de lo “concreto
posible”. Tampoco aspira a lo “histórico necesario”, que no es más que
un nuevo modo de producción que reemplace al capitalismo. Entonces,
¿Cuál es el peligro que representa el FMLN para la oligarquía
salvadoreña?
Al FMLN como ente político y como gobierno hay
que criticarlo, pero no sólo por los sueldos y viáticos que devengan
sus miembros –antiguos comandantes guerrilleros de tropa o de
escritorio– en funciones gubernamentales, sino por las políticas reales
y concretas que desarrolla e impulsa en beneficio o en contra de los
intereses de las grandes mayorías populares, es decir, aquellas
acciones políticas que se expresan en leyes y decretos –aprobados y
rechazados– durante un período legislativo determinado. Además, por la
derogación de leyes y decretos antidemocráticos, como por ejemplo, la
ley de amnistía general para la consolidación de la paz.
A
los “revolucionarios socialistas” del FMLN hay que juzgarlos política e
ideológicamente por lo que hacen o dejan de hacer por la clase
trabajadora y por el pueblo en general, y no por lo que dicen ser.
No sé cuántos años más el FMLN utilizará el término histórico
“revolución” como flauta de Hamelín, a fin de instrumentalizar una de
las etapas más importantes y más duras que vivió la sociedad
salvadoreña en doce años de guerra de clases. Pero es importante tener
conciencia, que aunque en El Salvador se diera hipotéticamente una
dinastía partidista como la del Partido Revolucionario Institucional
mexicano (PRI), la revolución salvadoreña, así como todos sus muertos,
héroes y heroínas, son patrimonio del pueblo y no de un partido
político.
[1] Pepenar: El Salv. matar (‖ quitar la vida).
Blog del autor: http://robiloh.blogspot.de/
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