Noticias Aliadas
Adital
Por Arnaldo
Pérez Guerra
La
estrategia de control social para proteger el modelo neoliberal ha sido
criminalizar el pueblo mapuche y los movimientos sociales.
Indígenas mapuches están entre los más perjudicados por la política de represión del gobierno chileno. |
El fenómeno
crece de la mano de la invisibilización y la represión de las protestas que se oponen
al extractivismo y a quienes reivindican sus derechos políticos, culturales y territoriales.
Gobiernos y transnacionales renuevan así la tesis del "enemigo interno”, y judicializan
a líderes y lideresas sociales.
"Hoy son
los excluidos del modelo económico y todo aquel que levante su voz frente a las
injusticias de la economía de libre mercado. Al mapuche se lo asocia a terrorismo.
La disputa de predios con empresas forestales es vista como un freno para el progreso,
una amenaza al Estado de derecho, que vulnera la unidad nacional”, señala el abogado
Eduardo Mella, en la revista Reflexión Nº 36, del Centro de Salud Mental y Derechos
Humanos.
Chile
es una economía dependiente, exportadora de recursos naturales, mientras el Estado
se limita a resguardar los intereses de las grandes corporaciones y transnacionales.
Movilizaciones
medioambientales, regionales y estudiantiles, principalmente, son acompañadas por
una constante presencia represiva. Se persigue judicialmente a sus dirigentes.
Rodrigo
Mundaca, agrónomo que ha denunciado el robo de aguas en Cabildo, Petorca, La Ligua
— región de Valparaíso — por empresarios y políticos, entre ellos el exministro
demócrata cristiano Edmundo Pérez Yoma, fue condenado a 541 días de cárcel en abril
del 2014 por "injurias y calumnias”, y enfrenta acciones judiciales en su contra
en La Ligua, Quillota y Concepción.
Territorios
en conflicto son militarizados, como es el caso de comunidades mapuche en Bío Bío,
Los Lagos y la Araucanía y, recientemente, en el valle del Choapa, en Caimanes,
en la norteña región de Coquimbo. La comunidad está sin agua y completamente contaminada
por desechos y relaves de la Minera Los Pelambres perteneciente al grupo Luksic.
Cortes de ruta, huelgas de hambre y barricadas, han sido los medios para visibilizar
sus demandas.
Por más
de tres meses, desde noviembre del 2014, Caimanes levantó un campamento camino al
tranque El Mauro — ubicado a 12 km de Caimanes, donde la minera ha depositado millones
de toneladas de relaves —, luego de que la empresa no acatara un fallo de la Corte
Suprema que la obligaba a reponer el cauce natural de las aguas del río El Pupio.
En diciembre
pasado, el vocero de la comunidad, Cristián Flores, fue detenido y amedrentado por
la policía. Nancy Reyes, su esposa, dice: "Su detención fue una manera de hostigamiento,
de amedrentar. Un montaje, inventaron un delito para detenerlo”.
El0 04
de marzo último, ocho comuneros resultaron heridos tras la violenta represión —
helicópteros, decenas de vehículos y bloqueos por tierra — contra cientos de manifestantes
en Caimanes. Uno de ellos perdió un ojo por un balín policial.
Mapuche bajo fuego
Durante
el último allanamiento a Ercilla, en la Araucanía, el pasado 26 de febrero, niños
mapuches fueron maltratados en la comunidad Coñomil Epuleo, que reivindica sus tierras
ancestrales. Efectivos de la Policía de Investigaciones detuvieron al werken (mensajero,
autoridad tradicional) Jorge Quiduleo y amedrentaron e interrogaron a dos niños
mapuches de cuatro y ocho años.
"Fue muy
traumático, los policías les ordenaron a gritos que salieran de sus camas y se tiraran
al suelo. Los niños ante la presión y la violencia soltaron el llanto”, relata Rosa
Quiduleo, abuela de los menores.
Días antes,
la Corte Suprema había ratificado un fallo a favor de tres menores de dicha comunidad,
luego de que el Instituto Nacional de Derechos Humanos solicitara un recurso de
protección. Los menores habían sido detenidos tras un allanamiento, pasaron varios
días encarcelados e ingresaron al tribunal esposados de pies y manos.
Ningún
medio masivo publicó que a mediados de febrero pasado seis prisioneros políticos
mapuches denunciaron torturas en la cárcel de Angol, mientras el exsacerdote Luis
García Huidobro — defensor del pueblo mapuche y vocero del prisionero político Emilio
Berkhoff — era condenado en un intento por silenciarlo.
Mapuches
encarcelados o procesados por la defensa de sus derechos políticos, culturales y
territoriales son reconocidos como prisioneros políticos por organismos de derechos
humanos, incluyendo la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Derechos Humanos.
La Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) condenó a Chile el año pasado por
violaciones a los derechos humanos de integrantes del pueblo mapuche en el caso
"Norín Catrimán y otros contra el Estado”. El fallo sentó un precedente pues constituye
un importante reconocimiento del fenómeno de criminalización.
Según
la CorteIDH, las sentencias condenatorias contra las víctimas, ocho comuneros —
incluyendo los lonkos (líderes máximos) Segundo Aniceto Norín Catrimán y Pascual
Huentequeo Pichún Paillalao, y el werken Víctor Manuel Ancalaf Llaupe — por delitos
de supuesto carácter terrorista, fueron emitidas en el 2002 y 2003 fundándose en
la Ley Antiterrorista violatoria del principio de legalidad y del derecho a la presunción
de inocencia.
El gobierno de Michele Bachelet continúa utilizando la Ley Antiterrorista de la época de la dictadura para criminalizar la protesta social. |
"Aumentan
los casos de criminalización y encarcelados reivindicando derechos territoriales.
Actualmente hay una violenta arremetida judicial contra machis [autoridades espirituales
y de salud del pueblo mapuche]. Machis han sido detenidos y condenados: Millaray
Huichalaf, Tito Cañulef, Francisca Linconao y Celestino Córdoba. Chile aplica la
legislación antiterrorista promulgada por [el dictador Augusto] Pinochet, utilizada
hoy con el objetivo de reprimir reivindicaciones mapuches”, afirma el científico
social Rodrigo Guerra en declaraciones a Noticas Aliadas.
A pesar
de las recomendaciones del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en
el 2014 contra la aplicación de la Ley Antiterrorista, la administración de la presidenta
Michelle Bachelet ha continuado invocándola y ya no se habla de su derogación sino
de "perfeccionarla”.
"Entre
2008 y febrero del 2010 el gobierno de Bachelet
invocó la Ley Antiterrorista en siete causas, con un total de 54 comuneros mapuche
imputados por delitos terroristas”, señala el prisionero político Héctor Llaitul.
En el 2014, la organización mapuche Meli Wixan Mapu, reconocía la existencia de
"20 prisioneros políticos mapuche”
Reprimir e infiltrar
Diversos
analistas coinciden en que esta estrategia político-criminal se extiende peligrosamente
"en un Chile que despierta y que ha desbordado las calles para manifestarse contra
la injusticia social y la opresión del mercado”, dice la periodista Paulina Acevedo.
"Estudiantes, deudores habitacionales, trabajadores, indígenas, ambientalistas,
son solo algunos de los sectores en la mira”.
Caso emblemático
es el del estudiante Víctor Montoya, quien pasó 16 meses encarcelado en prisión
preventiva, acusado bajo la Ley Antiterrorista por la supuesta colocación de una
bomba en un retén policial en febrero del 2013. La Fiscalía presentó testigos protegidos
y centró el caso en su perfil de "vegano”. Fue absuelto en dos juicios el año pasado.
"Es la ley Antiterrorista la que genera todo esto, pues tú eres culpable hasta que
demuestres lo contrario”, dijo Montoya.
Mireille
Fanon, de la Fundación Frantz Fanon, señaló sobre el caso Montoya, tras su visita
en el 2014 como observadora de derechos humanos, que el estudiante "pasó 16 meses
en prisión por pruebas falsas bajo el pretexto que el Estado chileno necesita demostrar
la existencia de una amenaza terrorista. Este Estado avala, a sabiendas, la fabricación
y el uso de procedimientos fuera de toda legitimidad, siempre y cuando se trata
de reforzar su necesidad de mantener a la población bajo control”.
Para Guerra,
"hay una creciente escalada y legitimación de atribuciones a organismos de seguridad,
con el objetivo de reprimir e infiltrar a los movimientos sociales. La Ley Antiterrorista
— ilegítima y aberrante desde el punto de vista jurídico — continúa aplicándose
contra luchadores sociales y principalmente contra autoridades y comuneros mapuches,
exprisioneros políticos y jóvenes acusados de anarquistas, así como a okupas [que
dan uso a viviendas vacías] y veganos que supuestamente colocan explosivos. La mayoría
de los juicios han terminado con la absolución de los acusados, tras meses o años
de injusta prisión”.
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