Presionado y obediente al “soberano” planetario (el
capital internacional apátrida), el actual gobierno de turno mapeó e
identificó en el país a las unidades territoriales en resistencia, y a
sus defensoras/es comunitarios, como enemigos internos del desarrollo y
la gobernabilidad nacional. Las rebeldías colectivas en los
empobrecidos departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Alta Verapaz,
entre otros, son castigadas y extirpadas como un “cáncer social” con
todo el peso del monopolio de la violencia y de la arbitrariedad como
regla.
Sólo de la parte norte central de la sierra de Los
Cuchumatanes (que en idioma mam significa “aquello que fue reunido por
la fuerza”),Huehuetenango, el gobierno actual tiene encarcelados a 8
defensores comunitarios de derechos (6 de Barillas y 2 de Santa
Eulalia), y, según algunos defensores/as del lugar, existirían 30
órdenes de captura en contra de defensores/as comunitarios emitidos
para el mismo lugar.
Territorio despreciado durante la Colonia y la República Liberal
La
sierra de Los Cuchumatanes, que recorre casi toda la jurisdicción
territorial del actual Departamento de Huehuetenango, y parte del
Quiché, por su difícil accesibilidad topográfica, ausencia de
yacimientos mineralógicos a flor de piel, y su geografía accidentada,
fue catalogada y despreciada por los invasores españoles como: “Tierra
pobre y estéril salvo de maíz y gallinas que hay en abundancia”.
(LOVELL, 2015:109). Este autor concluye su investigación titulada Conquista y cambio cultural: la sierra de Los Cuchumatanes, Guatemala, 1500-1821,
en los siguientes términos: “El hambre, el sufrimiento y una existencia
miserable siempre estaba al acecho y sólo servían para aumentar la
propensión de los indígenas a nuevos brotes de enfermedad”. (LOVELL,
2015:250).
A la llegada de los primeros españoles, los
pueblos mayas man, poptí, q’anjobal y Chuj que cohabitaban esparcidos
en dicha sierra vivían con autonomía con relación al poderío del reino
maya Quiché de ese entonces. Dichas autonomías fueron interrumpidas con
la invasión europea y el establecimiento de las fallidas
administraciones eclesiásticas y políticas coloniales.
En
el siglo XVI, cuando todo el territorio maya ya había sido sometido por
la Corona española, Jorge Alvarado, en su informe, se refería a la
resistencia militar indígena en Los Cuchumatanes, en los siguiente
términos: “La mejor manera de acabar con la rebelión era arrasando
todos los pueblos involucrados directamente, pero se optó por castigar
sólo a los implicados, (…). Unos verdaderos perros grandes”. (KRAMER,
1994:122).
Estos pueblos, después de más de cinco siglos de
“colonización”, continúan conservando sus patrimonios culturales
(materiales y simbólicos). Conservan sus idiomas, vestimentas, comidas,
ecoespiritualidades, destellos de autoridades ancestrales, etc. El
cristianismo fue y es sólo un barniz, y simbólica la presencia del
Estado de Guatemala. Allí nunca funcionaron a plenitud, ni las
congregaciones indígenas (administración eclesiástica), ni las
encomiendas (administración política). Es decir, al parecer, Los
Cuchumatanes nunca fueron cristianizados (en las iglesias conviven el
altar cristiano y el altar maya). Estos pueblos emprendieron un proceso
de “aculturación” estratégica para sobrevivir.
Eso sí, en
la actualidad, las empresas invasoras identificaron cuencas hídricas y
yacimientos mineros generadoras de activos frescos en aquella sierra
donde hasta ahora sólo se miraba “miseria, maíz y gallinas”.
Impulsivamente ambicionada y violentamente reprimida en la era de la República neoliberal
En
los últimos años, simultáneamente a la tercera ola invasiva de las
empresas extractivistas (escoltada por la gendarmería estatal), los
municipios de San Juan Ixcoy, San Pedro Soloma, Santa Eulalia, San
Mateo Ixtatán, San Sebastián Coatán, San Rafael La Independencia, San
Miguel Acatán y Santa Cruz Barillas (todos con más del 80% de población
indígena maya), ubicados al noreste del Departamento de Huehuetenango,
siempre en la sierra de Los Cuchumatanes, intentan afianzar sus
procesos de resistencia civil político en la configuración de lo que
ellos/as llaman Gobierno Plurinacional (en proceso de construcción).
Esta
iniciativa, activada o acelerada por la invasión inconsulta por parte
de las empresas hidromineras a la región, tiene por objetivo concretar
el ejercicio de un gobierno plurinacional autónomo en el territorio
norte de Huehuetenango (conformado por los ocho municipios)
Con
esta finalidad, con el apoyo formativo de movimientos sociales
nacionales y ONGs, reconstituyen/restauran sus ecoespiritualidades,
idiomas, autoridades ancestrales, vestimentas, sistemas de justicia
propias, etc. Todo, centrado y orientado hacia la defensa del
territorio y el ejercicio de la autodeterminación.
En los
municipios de Santa Cruz Barillas, San Mateo Ixtatán y Santa Eulalia,
desde principios del 2015, los jueces y fiscales ordinarios de la
República abandonaron el territorio porque los pueblos indígenas, en el
marco del cumplimiento de los Acuerdos de Paz, exigen (ejercen) el
control y la administración compartida de la justicia (pluralismo
jurídico). La Superintendencia de la Administración Tributaria (SAT)
está ausente en dichos municipios. También indican los vecinos que la
población se encuentra en alerta permanente ante los movimientos de las
fuerzas del orden (existen destacamentos militares para garantizar la
continuidad de los proyectos extractivos en la región).
Este proceso de la reconstitución territorial de facto
en la Sierra de Los Cuchumatanes, con miras al ejercicio del
autogobierno indígena plurinacional, es lo que más le encoleriza a la
oligarquía guatemalteca. No sólo porque le cierra el paso a la
expansión del capital furtivo en dichos territorios, sino, sobre todo,
porque dicha rebeldía autonomista indígena es la materialización más
cruda del desmoronamiento real y legal del Estado unitario centralista
que no pudo consolidarse en todo el territorio nacional en estos casi
200 años.
El simbólico Gobierno Plurinacional significa una
incertidumbre intelectual y política para los gestores y administrados
del Estado nación guatemalteco que no pudo ser. Una evidencia de la
condición del Estado fallido, en un país archipiélago de diversos
pueblos y nacionalidades diferentes que jamás contó con un proyecto
político integrador. Eh aquí la razón del ensañamiento brutal de los
fracasados en contra de una trinchera humeante de la dignidad y
conciencia de los pueblos.
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