FSJ:
El imperialismo y el capitalismo canadiense maduró significativamente
en diferentes formas durante las últimas dos décadas. ¿Podría mencionar
las más importantes?
TG: El más grande es el crecimiento
de su internacionalización. Ha habido un mito en la “izquierda”
canadiense (y en otras partes en la sociedad canadiense) de que Canadá
no tiene su propio capitalismo, de que es económicamente dominado por
Inglaterra y por Estados Unidos.
Algunos escritores han usado
el lenguaje de la dependencia para describir a Canadá –agregando el
adjetivo “rica” dependencia. Esto es profundamente engañoso,
superficial y un mal análisis que nunca explicó la dinámica del
capitalismo canadiense y el rol internacional de los capitalistas
canadienses.
Hubo gente que en los años 70´s y 80´s retó esto
pero ellos estaban nadando contra la corriente. Ese análisis de la
“rica” dependencia no es contundente y eso se hizo evidente,
especialmente, en la mitad de los 90´s. Las corporaciones canadienses
son una red de inversionistas internacionales, con una importante
presencia en todo el mundo, especialmente Latinoamérica.
Estas
tienen la orientación más agresiva hacia la inversión extranjera, en
términos relativos y absolutos, (medido con respecto al producto
interno bruto). La minería canadiense domina la industria globalmente, con casi dos tercios de toda las compañías mineras con base en Canadá.
Uno de los más grandes fabricantes de medias y camisetas (Gildan) es
canadiense, cinco de los bancos más grandes de Norteamérica son
canadienses; tres de ellos, Scotia, RBC and CIBC, juegan un importante
rol en el Caribe y otros países latinoamericanos.
FSJ:
Canadá es ahora más visible en la política internacional y juega un rol
más activo. ¿Le ayudaron los medios corporativos a mantener ese bajo
perfil mientras el país extendía sus tentáculos alrededor del mundo,
especialmente en Latinoamérica?
TG: Con muy pocas
excepciones, los medios canadienses ofrecieron muy poco cubrimiento de
lo que las compañías canadienses han hecho en el exterior; excepto por
celebrar su éxito pero no proporcionaron un análisis significativo de
derechos humanos y abusos ecológicos cometidos por estas compañías.
Tampoco acerca de cómo las políticas de seguridad y relaciones
internacionales están ligadas a la internacionalización del capital
canadiense. Esto las convierte, como a muchos medios en el mundo, en
medios corporativos, que buscan la ganancia y están vinculados a otros
capitalistas a través de la propiedad “cruzada”. Además, con directores
no interesados en retar el dominio del poder capitalista en nuestras
vidas.
FSJ: Canadá ha dado muestras de su imperialismo a
través de los tratados de libre comercio, que incluyen la inversión
pero también a través de las ONG´s en los mismos países cuyos recursos
se está llevando. ¿Qué piensa usted de las ONG´s y la “ayuda para el
desarrollo” como extensión del imperialismo canadiense?
TG: Existe una larga historia pero en los años más recientes, hemos
visto una más agresiva orietanción por parte e las ONG´s para ligar su
trabajo en apoyo de las compañías mineras canadienses. Tratan de comprar comunidades en el Sur Global que no quieren mineras canadienses a su alrededor.
Estas comunidades saben que estas inversiones llevan al abuso de los
derechos humanos, la destrucción del medio ambiente, incrementa la
iniquidad y no mejora los estándares de vida, al contrario, los
empeora. Esta es la conclusión de las investigaciones acerca del impacto de la minería canadiense en el Sur Global.
Entonces,
siendo un estado imperialista, Canadá no desalienta a las compañías en
su afán de conseguir los proyectos de inversion; el Estado
proporciona fondos a las ONG´s que intentan comprar a las comunidades
locales con clínicas médicas o programas de agua potable, las cuales no
compensan por los daños a largo plazo de las compañías canadienses.
FSJ:
¿Por qué los académicos canadienses son reacios a aceptar que Canadá es
un imperio en sí mismo, no inocente en lugar de pretender que Estados
Unidos está detrás de ellos?
TG: Creo que hay algunas
razones. El sistema universitario canadiense, en general, no capacita a
la gente para pensar críticamente, para mirar estructuras sistémicas de
iniquidad o para confrontar el poder.
Las ciencias sociales
fueron históricamente diseñadas, y aún lo son, para reproducir el poder
y el privilegio desarrollando teorías- a veces elaboradas, pero casi
siempre crudas y simplistas, justificando la naturalización de la
iniquidad con base en la clase, la etnia, el género o la región. Para
alterar el sistema educativo -y hacerlo más crítico y retar el poder y
la dominación- sería esencial reemplazarlo.
Hay algo importante
que señalar con el crecimiento de la internacionalización del capital
canadiense: la destinación de fondos para programas universitarios y
centros de investigación. Esto en relaciones internacionales, negocios
e ingeniería.
FSJ: Canadá trabajó muy duro para presentar
una linda fachada en el sistema internacional. ¿Qué herramientas le
ayudaron al país a lograr este objetivo y qué herramientas se pueden
usar para exponer su verdadero “rostro”?
TG: Parte del mito
“Canadá el bueno” está fundamentado en el hecho de que somos vecinos de
un super poder, el cual obviamente lidera y y es la cara global del
imperialismo. Entonces, Estados Unidos recibe mucha atención en el
mundo y en Canadá; como resultado, Canadá puede ser fácilmente
presentado como no imperialista.
Pero también creo que
generaciones de propaganda en el sistema educativo y los medios:
mentiras acerca de Canadá “progresista”, internacionalista y mantenedor
de la paz cuando en realidad manteniendo la paz no fue nunca
progresista, sino siempre una postura ligada a intereses geopolíticos
de la Guerra Fría. Canadá siempre ha encontrado una forma particular de
apoyar directa o indirectamente el imperialismo global. Eso es algo que
a la gente no le han enseñado.
Yo creo que es importante
construir la solidaridad con las luchas en contra de los predadores
corporativos canadienses, en Canadá (los indígenas contra los
oleoductos o los trabajadores contra las corporaciones que atacan su
sustento) y, afuera. Estas luchas son la lecciones acerca del rol real
de Canadá y las corporaciones canadienses juegan en el mundo. Ellos
crearon esa mentira que reclama que Canadá es de alguna manera
diferente a otros poderes capitalistas, pero hay que recordar que la
gente está luchando y es posible ganar.
FSJ: ¿Hay algo en
la “cultura” canadiense
o es manipulación política lo que convierte a
los canadienses en “salvadores del mundo”, especialmente en países con
poblaciones “racializadas” pero que impide que ellos frenen su propio
gobierno e imperialismo?
TG: No estoy seguro de que
haya algo específico canadiense en eso. El imperialismo siempre se
promueve con esa ética “civilizador” y a nosotros nos dicen que Canadá,
hace bien en el mundo, que su política internacional es diseñada para
mejorar la vida de la gente. Eso no es imposible de ver pero, como
dijimos, los medios y el sistema educativo están diseñados para impedir
ver esa realidad. Por eso, los canadienses apoyan la ayuda
internacional y programas que se suponen mejoran la vida de los demás.
Creo que hay un componente, aunque sea embrionario, que es progresista
pero es abusado y manipulado.
Las corporaciones canadienses
dañan la vida en el exterior y también en Canadá. Creo que si se les da
la oportunidad los canadienses concluirían eso también acerca del poder
internacional canadiense.
FSJ: ¿Además, del imperialismo canadiense académico, cultural y económico, qué otras formas de imperialismo ejerce Canadá?
TG: Le agregaría al imperialismo económico, que el imperialismo
ecológico es determinante en las relaciones de Canadá con el Sur
Global. Es decir, la transferencia de riqueza de las compañías
canadienses asociada con la destrucción causada por proyectos mineros a
larga escala. La explotación de los países, sus recursos, la
degradación ecológica que hace más pobres a los países explotados y a
los capitalistas canadienses más ricos.
Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, magíster en relaciones internacionales y sindicalista
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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