Julia Evelyn Martínez (*)
En
la actual coyuntura, el voto nulo se ha convertido en una decisión
personal y/o en una acción política para muchas personas dentro de la
izquierda. Por ello es preciso aclarar, que ésta no una decisión que
aplique para todas las personas ni es una opción para todas las
coyunturas de la lucha política.
Defino
a la izquierda como un amplio y diverso movimiento que identifica al
sistema capitalista como la causa estructural de los problemas actuales
de injusticia, desigualdad, violencia y deterioro ambiental, y que
tiene como utopía la construcción de una sociedad y de un sistema
económico alternativo al capitalismo.
En
consecuencia, excluyo de esta clasificación a personas, movimientos y
pensamientos que no cuestionan los fundamentos ni la racionalidad del
sistema capitalista y/o que aun cuando cuestionen a este sistema, han
llegado a la conclusión que no es posible sustituirlo, y en
consecuencia, optan por humanizarlo y/o perfeccionarlo para que
funcione de manera democrática, incluyente y justa.
Estas
personas, movimientos y pensamientosreformistas (social demócratas,
social cristianos, progresistas, keynesianos, institucionalistas, etc.)
coinciden en muchos planteamientos con la izquierda (justicia social,
preocupación por los problemas de la gente, cambio climático, soberanía
alimentaria, igualdad de género,etc.), y por ello, tienden a
mimetizarse con las posturas política de izquierda. Sin embargo,
siempre es posible diferenciarles cuando se analizan sus posturas
frente al capitalismo.
La
lucha de la izquierda contra el capitalismo es un campo de lucha
heterogéneo. Esta marcada por una amplia gama de “tendencias”
(marxistas, marxistas leninistas, troskistas, stalinistas, anarquistas,
maoístas, gramscianas, comunistas, ambientalistas, ecofeministas, …)
que tienen propuestas diversas (y hasta encontradas) sobre las
estrategias y las tácticas que deben seguirse para derrotar al
capitalismo e instaurar una sociedad alternativa.
Estas
propuestas varían desde las que plantean que es necesaria la toma del
poder del Estado para hacer la revolución anti capitalista (“desde
arriba”) hasta otras que plantean que la revolución se puede hacer sin
tomar el Estado (“desde abajo”). Las tácticas varían entre quienes se
proponen articular la lucha revolucionaria a partir de un partido que
participa en las luchas electorales y asume las reglas de la democracia
capitalista, hasta quienes se decantan por la lucha al margen del
sistema político y del régimen político de las democracias capitalistas.
Sin
importar las diferencias entre estrategias y/o tácticas de la lucha
política, es inevitable que las personas de izquierda más tarde o más
temprano, se enfrenten con dilemas éticos entre lo que piensan y lo que
hacen.
Por
ejemplo, tomemos el caso de una persona de izquierda que piensa que los
tratados de libre comercio e inversión (TLC, AdA) y los asocios
públicos privados (APP) son instrumentos del neoliberalismo que tienen
como objetivo la re-funcionalización de los procesos de acumulación del
Capital nacional y transnacional a costa del bienestar de los sectores
populares. Podría suceder que ésta persona enfrente un dilema ético
cuando constate que el partido político porque el que debería votar,
está comprometido con dar continuidad a estos instrumentos del
neoliberalismo. Frente a este dilema, esta persona podría optar por la
anulación de su voto, como una forma de mantener la coherencia entre lo
quepiensa (escribe, dice, enseña) y lo que hace.
Ahora
bien, no es de esperar que todas las personas de izquierda enfrenten
este mismo dilema ético o que todas las personas que lo enfrenten, lo
resuelvan anulando el voto. Algunas personas pueden resolverlo
aplicando el principio del “mal menor” (Santo Tomás de Aquino), otras
desde el principio “el fin justifica los medios” (Maquiavelo) y otros
desde el pragmatismo político, es decir, asumiendo que “la política es
así, y es preciso hacer concesiones a la burguesía y al imperialismo,
si eso nos permite ir acumulando fuerzas.” Otras podrían simplemente
reconocer que sí bien existen problemas de coherencia en el programa de
este partido, de lo que se trata es de llevar al partido al gobierno,
para que una vez allí, la práctica de la ciudadanía activa, conduzca a
la rectificación de estos errores como los TLC y los APP…. A lo mejor,
muchas personas desde la izquierda ni siquiera llegarán a platearse
esta disyuntiva.
Pero
debe agregarse que el voto nulo tampoco es útil en todas las coyunturas
de la lucha política de la izquierda. Anular el voto no tiene sentido
cuando los procesos electorales pueden llevar al gobierno o a la
Asamblea Legislativa a un partido políticoque desde el Estado y desde
la sociedad civil puedecontribuir al logro de condiciones para la
construcción de contra- hegemonía capitalista.
En
concreto, no se debería anular el voto cuando la victoria electoral de
un partido pueda desencadenar procesos conducentes a: 1)El
debilitamiento de la base material del poder de la clase dominante;
2)El debilitamiento ideológico que sustenta la hegemonía de la clase
dominante y 3)La creación y/o fortalecimiento de condiciones para el
desarrollo de la conciencia de clase y de la movilización política de
las masas.Este fue el caso de las votaciones presidenciales de marzo de
2009, que potencialmente encerraban la posibilidad de que un triunfo
electoral del partido FMLN pudiera contribuir a esas tres
condiciones;presunción que la realidad se encargó posteriormente de
desvirtuar.
En
la coyuntura actual y dada la estructura de alianzas y pactos
económicos y políticos con los cuales gobernará el partido FMLNno es de
esperar que este gobierno contribuya a la creación de contra-hegemonía
al Capital. Porque debe tenerse en cuenta que las elecciones de 2014 no
constituyen una lucha entre la izquierda y la derecha, sino que
reflejan un enfrentamiento al interior de la clase dominante, entre dos
fracciones empresariales que se disputan la dirección del Estado, para
imponer su versión particular del capitalismo neoliberal.Es cierto que
la derrota de ARENA podría significar la derrota política de la
“oligarquía” neoliberal, pero el triunfo del FMLN y de su alianza con
GANA, representan la victoria política de la “burguesía” neoliberal,
que pese a sus diferencias con la “oligarquía” neoliberal, es tan clase
dominante como aquella.
Después
del 1 de junio de 2014, la clase dominante comenzará un proceso de
ajuste en su dirección hegemónica, que implicará que poco a poco, la
llamada oligarquía neoliberal se adapte a las nuevas reglas del juego
de la burguesía neoliberal (eliminación de monopolios enciertos
sectores, apertura de nuevos mercados, diversificación del aparato
productivo, etc.) y que comience a aceptar cambios en la actual forma
de distribución del excedente económico. No sería extraño que algún
tiempo les veamos haciendo negocios juntos, en los medicamentos, en la
energía, en el agua, en las cadenas agroalimentarias, en el transporte,
en los agro negocios, etc.
Lo
más importante de esta reconfiguración del poder en el seno de la clase
dominante es que implicará un rejuvenecimiento del discurso del
Capital, ya que generalizará la idea entre las masas que este sistema
económico no necesita ser sustituido por otro, ya que mediante reformas
sociales e institucionales puede ser humanizado y ponerse al servicio
de la sociedad.
Por
tanto, si bien es cierto que anular el voto en esta coyuntura política
específica, no hace avanzar la revolución anti-capitalista, tampoco la
obstaculiza, porque ese objetivo no está implícito en ninguno de los
proyectos políticos en contienda. Pero en cambio,usar esta acciónen la
izquierda como un medio para el discernimiento y para el análisis de la
coyuntura,puede contribuir en alguna medida a cuestionarla hegemonía
del Capital y a comenzar a generar conciencia crítica entre las masas y
sus intelectuales, de cara a la próxima etapa de la lucha contra el
sistema.
En
conclusión: En esta coyuntura, algunas personas de izquierda resuelven
sus dilemas éticos anulando el voto. Otras personas desde la izquierda
piensan que no es posible construir contra hegemonía votando por un
partido que gobernará en alianza con una fracción de la clase dominante
(burguesía neoliberal) que pondrá en marcha una Revolución Pasiva, que
fortalecerá las bases materiales e ideológicas del Consenso del Capital
en lugar de debilitarlo. (Ver: La amenaza de la Revolución Pasiva;
Contrapunto, 2013).
Podemos
estar equivocadas, podemos ser ingenuas, idealistas, utópicas,
incultas… pero merecemos respeto y tenemos el derecho de no ser
intimidadas ni exterminadas por quienes comparten nuestra misma lucha
contra el capitalismo. De otros y de otras que nos atacan porque no
comparten esta lucha y/o porque defienden los intereses del Capital, de
ellos y ellas, por supuesto que no esperamos menos.
(*) Columnista de ContraPunto
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