Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Porque las conversaciones de la Habana contienen una indoblegable voluntad de la insurgencia de las FARC por sellar los acuerdos necesarios para la construcción colectiva de la paz y el abandono de las armas como instrumento de acción política. Porque el gobierno ha mostrado seriedad y capacidad para apostar por acuerdos de paz realistas y su equipo negociador ha dado muestras de credibilidad a cada una de las distintas partes del estado y de los gremios económicos.
En síntesis por que las conversaciones de la Habana, van por buen camino que han permitido lograr acuerdos iniciales en cada uno de los tres puntos tratados. Porque se han dado pasos que no se habían alcanzado en la historia de encuentros y desencuentros en la búsqueda de acuerdos políticos entre la insurgencia y el estado, artífices directos de cinco décadas de la confrontación política y militar mas extensa y fratricida de América. Son conversaciones en medio de la guerra que vierte sangre y dolor, de dobles discursos del gobierno que incitan al odio, de billones de pesos derrochados en armas y asesores y dilapidado en corrupción, mientras la salud se desvanece, la educación va al olvido y los medios de información privada realzan el cinismo de los que viven de la muerte y la alientan sin descanso. Son conversaciones entre la realidad de millones de victimas dejadas a su paso, incluidos los cerca de 6 millones de desplazados, ejecuciones extrajudiciales, desaparecidos forzosos, lisiados por minas antipersona y bombardeos, el genocidio de un partido político, secuestros, detenciones arbitrarias, encarcelamientos de inocentes y otras tantas e incontables señales de vejaciones indescriptibles propias de una guerra degradada e inmisericorde que ha impedido a cerca de tres generaciones conocer por tan siquiera un solo día el sentido y la plenitud de la paz durante sus días hasta hoy vividos.
Por encima de todo y a pesar de todo con la enseñanza de Mandela, hay que edificar esperanza incluso allí donde ya no haya esperanza. Por eso el esfuerzo iniciado hay que situarlo en una perspectiva de largo plazo y proteger lo que ocurre en el mesa de conversaciones de las impacientes búsquedas mediáticas por convertir lo secundario en chivas periodísticas que distorsionen los avances o mantenerse al margen de las presiones de los llamados enemigos del proceso que tratan de ponerle plazos inmediatos a unas conversaciones que deben contar con el tiempo necesario y no ser sometidas a su presión e impaciencia. El proceso al contrario avanza con una velocidad inesperada, si se compara con similares que han pasado por décadas o quinquenios.
También como nuevos elementos de influencia favorable a las conversaciones y la búsqueda de llegar a acuerdos de paz, se presentan hoy entre otros: Los cambios en el contexto nacional e internacional que han servido notoriamente al curso del proceso, que cuenta con el apoyo de no menos de un centenar de gobiernos del mundo que han ofrecido su colaboración, así como la llegada por vía electoral de gobiernos de centro izquierda en la mayor parte de países de América Latina. La existencia de una Hoja de Ruta, con una agenda de seis puntos de debate, análisis y construcción de acuerdos con procedimientos claros que incluyen el dónde y el cómo negociar, así como la definición sobre la representación de cada una de las partes y; el establecimiento de la regla de oro de que nada esta acordado hasta que todo esté acordado.
Hay avanzada y es importante tener presente algunas precisiones. La primera distinguir entre el cierre del conflicto armado, que corresponde al acuerdo entre los actores armados en la mesa y la construcción de la paz que corresponde a la sociedad. La segunda que no es verdad que los grupos insurgentes estén cerca a su derrota y que eso obligue sentarse a la mesa de conversaciones. La tercera que estas conversaciones han tratado de incorporar las experiencias de procesos anteriores con los gobiernos de Belisario, Gaviria y Pastrana, de los que han tomado las lecciones aprendidas. La cuarta que la paz como los derechos o la democracia son construcciones sociales que adelantan los pueblos, nunca concesiones de gobiernos, grupos o partidos.
La base de este texto corresponde a las intervenciones de Alejo Vargas Velásquez y Marco Romero del Centro de Pensamiento para la Paz, en Tunja y Bogotá, el 14 de febrero en la conferencia inaugural 2014 de la maestría en derechos humanos UPTC, con participación de no menos de 300 asistentes.
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