Se apoderaron de 800 hectáreas del ejido de Chelem (puerto vecino de la ciudad y puerto de Progreso a unos 30 kilómetros de Mérida)
1. Yucatán, desde hace
por lo menos dos siglos, es el estado de la República Mexicana donde no
pasa nada porque al parecer a los yucatecos les vale un carajo la
política y todo. Con excepción de la maravillosa Guerra (indígena) de
Castas derrotada a mediados del siglo XIX y luego extirpada 50 años
después, en Yucatán no hubo lucha por la Independencia (1810-21),
batallas por la Reforma (1856-72) y la Revolución Mexicana (1910-17)
tuvo que ser impuesta por Salvador Alvarado en 1915 con la terrible
oposición de los hacendados que usaron a sus trabajadores acasillados
como ejército.
2. Lázaro Cárdenas
también ante el poderío de la Casta Divina (unión de hacendados y
clero)- para debilitarla, tuvo que expropiar ¾ partes de tierras de
hacendados en 1937 para crear ejidos colectivos henequeneros; pero a
partir de 1992 con el desplome de la producción henequenera, el
gobierno de Salinas impuso la ley de reprivatización de tierras. Quizá
por ese pacifismo yucateco unos pensamos desde hace muchas décadas que
Yucatán es el paraíso para que vivan sin peligro con sus familias o
amantes los grandes millonarios del mundo y, entre éstos, los grandes
narcotraficantes, empresarios y políticos.
3. El valioso reportero
David Rico del Diario Por Esto!, nos ha dado a conocer hoy una
magnífica denuncia: Se apoderaron de 800 hectáreas del ejido de Chelem
(puerto vecino de la ciudad y puerto de Progreso a unos 30
kilómetros de Mérida-) los multimillonarios Emilio Díaz Castellanos,
Alberto Lacarra Zurita, Jalil Xacur Zentella y Arturo Quirarte Dayarse
porque retorcieron la Ley Agraria usando prestanombres- proyectando
construir un lugar de ensueño con complejo inmobiliario y pistas para
aviones privados; se llamaría El Palmar.
4. Escribe Rico: Con
importantes ligas en el mundo de la política usaron a sus amigos,
secretaria y hasta a su misma madre, como prestanombres en listas de
ejidos, para despojar en 2008 a los ejidatarios de Chelem que ahora
reclaman el pago de más de 17 millones de pesos. El grupo de
empresarios está comandado por Emilio Díaz, su yerno Arturo Quitarte,
además de Alberto Lacarra que es esposo de Paulina Gamboa y yerno del
senador del PRI Emilio Gamboa Patrón, quienes son cercanos del delegado
de la PROFEPA en Yucatán, José Lafontaine Hamui.
5. La gobernadora Ivón
Ortega, profundamente ignorante de la historia de Yucatán, presumía
hace seis años que había pacificado con su gobierno al estado. No
revisó ni su libro de primaria para ver que los mayas no eran
violentos, que las rebeliones de Can Ek y la Guerra de Castas fueron
aisladas y olvidadas, que a los ejidatarios henequeneros aunque
miserables- sólo podían soliviantarlos los políticos del PRI y que el
trabajo de conciliación de clases de la iglesia católica había dado
magníficos resultados para un mayor sometimiento de los trabajadores de
Yucatán.
6.Cientos de hectáreas
de las expropiadas por Cárdenas en 1937, han estado regresando a sus
antiguos dueños, los hijitos de los hacendados (grandes
terratenientes). Desde hace más de 20 años los ejidatarios de Hunucmá,
Ucú, Caucel, Umán, Kanasín, Tixpehual, Cholul, Conkal, han venido
batallando por la devolución de sus tierras ejidales. Los gobiernos del
PRI y del PAN han permitido y apoyado la extensión de la ciudad de
Mérida que ha crecido en grandes comercios y negocios exageradamente;
los gobiernos en vez de escuchar a los ejidatarios los han reprimido.
7. Sería interesantísimo
que el periódico Por Esto! continuará sus reportajes acerca de quienes
son propietarios visitantes en toda esa zona de Chuburná, Chelem,
Progreso, Chikxulub, Telchac, que es una zona de gigantescos y lujosos
palacetes en la playa. Pero podría ser una simple ilusión mía porque
inmediatamente gobiernos y empresarios bloquearían cualquier
investigación en serio. Espero que con los miles de millones de pesos
que están en juego, así como el mayor desprestigio de esas
personalidades no paren en seco al periódico o quieran perjudicar al
reportero.
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