Javier Suazo
El
30 de octubre de 1880, en el gobierno Liberal de Marco Aurelio Soto,
Tegucigalpa fue reconocida como ciudad capital de Honduras. Está
conformaba por dos ciudades gemelas: Tegucigalpa y Comayagüela. Varios
de los historiadores que han vivido y viven en Tegucigalpa, la siguen
recordando como una ciudad fresca, pacifica y colonial. En la
actualidad esta percepción ha empezado a cambiar, ya que hace mucho
calor por la destrucción de su bosque aledaño y vegetación, es una
ciudad violenta según el índice de homicidios- el más alto de América
Latina-y su crecimiento desordenado y modernismo de “chepe” ha
destruido parte de las construcciones físicas ancestrales.
Se
estima (cifras no oficiales) que la población de la ciudad es de casi 2
millones de habitantes, de los cuales la mitad vive en situación de
pobreza; la población económicamente activa (PEA) supera el
60%. Contrario a ciudades como Lima que en otrora se presentaba como
una de las ciudades más violentas de Latinoamérica, pero que ha dado y
seguirá dando un cambio radical con su apuesta al turismo, integración
de los barrios marginales al desarrollo, gastronomía y el control
selectivo de la violencia, Tegucigalpa más bien ha retrocedido. La
última autoridad municipal que gobernó la ciudad por cerca de ocho
años, la convirtió en una cárcel pública, sucia, poco transitable,
inundada de pobreza, miseria, corrupta y huraña al turismo.
Muchos
factores sirven de justificación para que ello sucediera. En primer
lugar, la falta de un plan de desarrollo urbano y asentamientos humanos
creíble, acuerpado por los principales actores de la ciudad
(empresarios, colegios profesionales, transportistas, comerciantes,
pintores, patronatos, juntas de agua, etc.); en ello, estudios para el
ordenamiento del sistema de transporte vial, construcción de un nuevo
relleno sanitario y reasentamientos humanos, para corregir este
problema apoyado por la Agencia Japonesa de Cooperación (JICA) se
tiraron al cesto de la basura. En segundo lugar, el clientelismo
político ha permitido que la ciudad se use como refugio de la población
que huye del campo, sin ningún mecanismo de control efectivo que se
haga respetar. En tercer lugar, la fuerte corrupción ha posibilitado la
concentración del suelo urbano en pocas manos y el desarrollo de
proyectos urbanísticos que en otros países son ilegales. En cuarto
lugar, el desprecio a la cultura por los escasos recursos que se
destinan de los impuestos al desarrollo de arte. Finalmente, la falta
de un mecanismo de coordinación efectivo con las demás autoridades de
gobierno no permite que se prioricen obras y recursos; más bien de lo
que se trata es figurar para obtener votos en las próximas elecciones y
robar.
Más
de 200 barrios y colonias de la ciudad capital con una población
estimada de 200,000 familias operan como cárceles públicas, donde se ha
instalado una verja con guardias de seguridad para que los delincuentes
no entren. Las familias muy temprano están en sus hogares ya que no
pueden circulan libremente por sus colonias. Ello ha aumentado los
costos para las familias, en tanto el pago de la vigilancia es
obligatorio. Ha aumentado también el gasto en combustible por el cierre
de calles principales de las colonias lo que ocasiona retrasos.
Curiosamente, los índices de homicidios no bajan como se requiere y los
asaltos están a la vuelta de la esquina.
Hay
evidencia, según se desprende de las declaraciones de las nuevas
autoridades municipales, de actos de corrupción en el manejo de los
fondos que la municipalidad capta vía impuestos, préstamos de los OFIs
y las cuotas de aportación en el régimen de previsión y aseguramiento
social. El proyecto TRANS 450 que en Lima y en otras capitales de
América Latina es un orgullo, en Tegucigalpa se ha paralizado por falta
de plata, uso de materiales de mala calidad y evidencia de poca
transparencia en el manejo de los recursos.
Se
ha detectado que existen grandes empresarios evasores del fisco, sin
que se haga algo por recuperar estos recursos. Es más, se ha
privatizado la recolección de impuestos, por lo que la evasión puede
aumentar y legalizarse. Existen más de 2 mil personas de escasos
recursos contratadas con fondos de la municipalidad para mantener
limpia la ciudad, pero sobre todo para que actúen como fuerza de choque
cuando se trata de denunciar y acusar al Alcalde por actos de
corrupción, o para contrarrestar las marchas de la oposición política
al partido de gobierno.
En
nuevo Alcalde electo ha prometido cambiar la imagen de la ciudad,
desterrando la corrupción y eliminando las verjas en los barrios y
colonias; incluso habla de apoyar más la cultura y el arte. Está en
proceso el traspaso de del acueducto de alcantarillado y agua potable a
la ciudad capital por parte de la Empresa Publica (SANAA) para
incorporar la participación de agentes privados en la gestión del
servicio y abaratar costos para los usuarios de bajos ingresos, igual
el Colegio de Arquitectos de Honduras ha presentado un proyecto que
permitirá embaular el Rio Choluteca, tal como está sucediendo en Lima.
Para bien de la ciudad capital, esperamos que así sea. Es muy
importante que se aprenda de la gestión municipal en otras ciudades
capitales, y traiga cosas buenas para los capitalinos, capitalinas y
turistas.
Tegucigalpa, DC. 26 de febrero de 2014.
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