¡Fue
hace ya casi una generación! Fue en 2001 que el primer Foro Social
Mundial (FSM) fue organizado en Porto Alegre, Brasil, la ciudad del
Partido de los Trabajadores del futuro presidente Lula da Silva y la
ciudad del presupuesto participativo. Había esperanza, mucha esperanza, y
una creencia extendida de que “otro mundo” era posible y de que
nosotrxs podíamos darle forma. Éste fue el eslogan de todos los FSMs
subsecuentes.
No había tantas personas en aquella primera
reunión, aunque el hecho de que acudieran casi 15,000 personas de todo
el mundo con tan poca anticipación fue en realidad una sorpresa. Los que
habían tomado la iniciativa eran gente del Partido de los Trabajadores
(PT) brasileño, intelectuales de América Latina, África, Europa y Asia,
como François Houtart y Samir Amin, gente del periódico mensual francés Le Monde Diplomatique…
Fue un verdadero éxito, y un año más tarde fueron 50,000 personas las
que hicieron el viaje hasta Brasil, con más de 1,000 periodistas. El
Foro Social Mundial era la respuesta al Foro Económico Mundial de Davos,
y buscaba proponer una alternativa a la globalización neoliberal.
Se
creó un “Consejo Internacional” para fortalecer el proceso y se
escribió una “Carta de Principios” que contenía las principales reglas
para los eventos.
Uno de los principios más importantes es
que nadie puede, nunca, hablar “a nombre de” el Foro. Los participantes
pueden hablar por sus organizaciones, posiblemente en conjunto con
otrxs, pero no “como Foro”. Las organizaciones que participan en la
lucha armada no son bienvenidas. El Foro quiere ser un “espacio
abierto”, algo que pueda ser interpretado de diferentes maneras y al
mismo tiempo debe ser visto como una garantía de “horizontalidad” – sin
jerarquías –, autogestión y participación democrática de todxs.
En
un inicio, el Consejo Internacional era una reunión cerrada de
intelectuales que cuidaban celosamente ese privilegio, intentaban
controlar el proceso del Foro y discutían cuestiones de política
mundial.[i]
Grandes tumultos
Después
de tres foros altamente exitosos, el evento se mudó a Mumbai, India,
con tanto éxito como en los anteriores. Sin embargo, aparecieron los
primeros quiebres cuando los anti-capitalistas, negándose a considerar
la más mínima de las negociaciones, organizaron su propio foro
anti-imperialista, en paralelo al FSM oficial.
Después de
esto, tuvimos un Foro “policéntrico” en Caracas, Venezuela; Bamako, Mali
y Karachi, Pakistán. Un año más tarde nos trasladamos a Nairobi, Kenia,
lo cual no tuvo éxito por falta de organización y de recursos.
Regresamos a Brasil con un Foro gigantesco (¡150,000 personas!) en
Belem, en el que el foco fueron la región del Amazonas y sus pueblos
indígenas. Volvimos a intentar hacerlo en África pero, nuevamente, la
organización era menor a cero.
Las reglas que se habían
creado inicialmente para garantizar democracia y horizontalidad no
resultaron tan sólidas como esperábamos. Con cada reunión del Consejo
Internacional – dos veces al año – resultaba necesaria una nueva
comisión, un nuevo grupo de trabajo o un nuevo comité de enlace para
arreglar las fallas.
Pero las fallas continuaron
emergiendo y la izquierda global apareció tan débil como sus
contrapartes nacionales: dimes y diretes, egos, filosofías divergentes…
los foros europeos no sobrevivieron las riñas triviales sin fin.
La
creencia en “otro mundo” se vio amenazada con los eventos del 11 de
septiembre de 2001, y casi desapareció con la crisis financiera de
2007-2008. El FSM continuó reuniéndose, pero se volvió mucho menos
dinámico.
La primavera árabe trajo nueva esperanza y organizamos un excelente foro en Tunes en 2013 y nuevamente en 2015.
Los
canadienses propusieron una nueva fórmula para el FSM y organizaron uno
en Montreal en el verano de 2016. Estuvo bien, pero prácticamente no
hubo organizaciones involucradas. Tal como sucede con muchxs jóvenes hoy
en día, su filosofía iba enfocada a los individuos, con poca visión del
mundo global.
Grietas que estallan
Lxs
brasileñxs estaban hartxs. Habían perdido su entusiasmo para organizar
reuniones del Consejo Internacional y tenían dudas en torno a la
viabilidad de más foros sociales mundiales. En algunas ocasiones, hubo
serios choques en las reuniones y se necesitaba ser un verdadero experto
con mucha empatía para entender lo que se estaba diciendo en los
debates. Lo que se intentaba decir estaba escondido debajo de muchas
capas de neolengua y de conceptos vacíos.[ii]
Con
frecuencia se ha dicho que el principal problema del FSM es la
oposición entre ONGs y movimientos sociales. Se dice que las ONGs son
reformistas o que no tienen contacto con sus bases, mientras que los
movimientos sociales son supuestamente revolucionarios y muy populares.
Yo no creo que éste sea el caso. Algunas ONGs son muy revolucionarias, y
algunos movimientos sociales saben perfectamente cómo mantener
alineados a sus miembros.
Un primer problema real es la
definición defectuosa y vaga del “espacio abierto”, incluyendo su
“horizontalidad” intrínseca. Estos son principios atractivos, pero
requieren un significado concreto. En cualquier espacio donde se reúnan
personas, en grupos pequeños o no tan pequeños, existirán relaciones de
poder, y éstas tienen que ser monitorizadas de forma democrática. Si la
“horizontalidad” significa que las jerarquías realmente existentes se
mantienen ocultas detrás de un principio no definido, surgirán
inevitablemente problemas de transparencia y rendición de cuentas. Si
las estructuras son tan complejas que nadie sabe a quién le corresponde
hacer qué, los malos entendidos son inevitables. Un pequeño grupo dentro
del Consejo Internacional continuó solicitando una estructura ligera
con responsabilidades claras y con transparencia, sin éxito. Quienes
tienen poder, especialmente cuanto éste permanece invisible, no aceptan
ningún cambio.
Un segundo problema es que algunos de los “padres” brasileños del Foro le temen a las posiciones políticas.[iii]
Aunque el primer Foro fue organizado justo antes de las elecciones que
llevaron a Lula a la presidencia del país – y se promovía abiertamente
su candidatura – hoy en día existe un miedo tremendo de tocar cualquier
tema que sea político. Esto resulta obviamente absurdo cuando se quiere
dar forma a “otro mundo”, pero lleva a una lucha constante entre un
pequeño club de “padres” y los muchos miembros dinámicos y jóvenes del
Consejo Internacional. Los primeros ya no quieren organizar más foros
generales, y en cambio se enfocan en foros temáticos, como en torno al
agua, la migración o asuntos nucleares. Continúan enfocándose en la
diversidad y la idea de “convergencia” los hace temblar.
Finalmente,
el tercer problema es meramente material: falta de recursos. Una
reunión del Consejo Internacional cuesta fácilmente 100,000 euros,
excepto si cada quien paga su propio boleto de avión. El presupuesto
para el foro en Salvador fue de aproximadamente 2.5 millones de euros,
una cantidad bastante modesta en comparación con los foros anteriores.
El hecho de que el Consejo Internacional pagara los boletos de avión de
muchos de sus miembros hacía que fuese muy fácil hacer alianzas. Ahora
que ya no es más así, ya sólo quedan los miembros más autónomos y que
pueden colocar a la “vieja guardia” en una posición minoritaria. Las
restricciones financieras, en todo el mundo, hacen que los viajes largos
resulten sumamente difícil para muchos movimientos. Esto explica por
qué los últimos foros pueden haber sido un éxito pero ya no eran más
foros “globales” en realidad. La participación de África ha decaído
enormemente, y la participación asiática casi ha desaparecido.
¿Un nuevo comienzo?
La
reunión del Consejo Internacional en Porto Alegre en enero de 2017
marcó un verdadero punto de inflexión. Con dos días y medio de duración,
las discusiones fueron serias y calmadas; todo el mundo tenía miedo de
que se repitiese el choque que hubo en Montreal donde, a pesar de
existir un consenso, no fue posible condenar el “golpe” en contra de
Dilma Rousseff en Brasil. Pero en el último día, la vieja guardia
simplemente se negó a siquiera considerar un siguiente Foro en Salvador
de Bahía para la primavera de 2018. Fueron derrotados...
En
octubre de 2017, se llevó a cabo una nueva reunión del Consejo
Internacional en Salvador, con el objetivo de preparar concretamente el
Foro. Fue una reunión muy positiva y constructiva, sin ningún conflicto.
Los movimientos en Salvador son muy dinámicos; se había logrado una
cooperación muy interesante con la Universidad Federal de Bahía, una
institución pública con más de 200,000 estudiantes. Para el rector de la
Universidad, ésta era una oportunidad única de llegar a la sociedad.
Fue ahí donde se llevó a cabo el Foro Social Mundial, del 13 al 17 de marzo de 2018.
Pero,
¿fue realmente un Foro global? Estuvieron presentes muchas personas de
América Latina e incluso de África puesto que los vínculos entre
Salvador de Bahía y África son bastante fuertes. La presencia europea
fue mucho más débil y Asia estuvo ausente casi por completo. Para el
tercer día, resultaba evidente que pocos talleres eran políticos, más
allá de lo que está sucediendo en Brasil. Una gran mayoría de las más de
2,000 actividades eran exclusivamente movilizaciones, sólo una pequeña
minoría se enfocaba en el desarrollo de alternativas o en cuestiones de
estrategia. Los temas principales del pasado, tales como las
instituciones financieras internacionales, el libre comercio, los
conflictos, el cambio climático: había que buscarlos con lupa.
Algo
positivo debió venir de los distintos grandes eventos paralelos: una
asamblea de mujeres, una asamblea de democracias en la que Lula asistió
para dar un mensaje, una asamblea de movimientos de resistencia social.
Desafortunadamente, fueron un poco decepcionantes. El FSM ciertamente ha
colocado al feminismo en el mapa, las mujeres jugaron un papel
gigantesco en este Foro, pero su programa de acción deja mucho que
desear. La asamblea con Lula fue un momento de movilización y,
obviamente, fue de interés principalmente para lxs brasileñxs. La
asamblea de movimientos sociales fue un fracaso, debido al boicot activo
de unos cuantos.
Un Consejo Internacional sin poder
La
decepción internacional no resta al enorme triunfo de este Foro para
lxs brasileñxs, que se encuentran en circunstancias políticas sumamente
difíciles. A pesar del boicot activo de unos cuantos, lxs organizadorxs
tuvieron éxito en crear un foro con casi 80,000 participantes.
Ciertamente, no hay razón para ninguna crítica en ese sentido.
Sin
embargo, debemos plantear preguntas sobre la limitada participación de
Europa y Asia. El costo de los boletos de avión explica algo en tiempos
de austeridad, pero no todo. Muchxs intelectuales han abandonado el Foro
y a su CI desde hace algún tiempo y esto merece al menos un análisis
serio.
“Otro mundo es posible” era el eslogan
movilizador cuando se llevó a cabo el primer Foro en Porto Alegre en
2001. Miles vinieron a Brasil, intelectuales y movimientos de base de
todo el mundo. El objetivo era dar una respuesta al Foro Económico
Mundial en Davos, desarrollar alternativas globales y estrategias,
construir un contrapoder global en tiempos de globalización neoliberal.
Con
el tiempo, la carta de principios del FSM ha empezado a funcionar como
un freno sobre la acción política. Nadie puede hablar “a nombre de” el
Foro, vale, pero ¿significa esto que el Foro no tiene voz y nunca debe
tenerla? ¿Que el Consejo Internacional nunca puede tomar postura
política? Los fundadores del Foro, que siguen muy presentes, bloquean
todo, incluso en puntos muy políticos en los que existe consenso.
Entendiblemente, esto resulta en incomprensión y mucha frustración.
Un
segundo tema difícil es la así llamada horizontalidad. Nuevamente, si
bien todxs estamos de acuerdo en la necesidad de evitar jerarquías
verticales y estructuras paralizantes, el apego a la horizontalidad
actualmente se ha vuelto una forma encubierta de ocultar las relaciones
de poder realmente existentes. No hay estructura, nadie tiene
responsabilidad, y por tanto no hay rendición de cuentas. No hay
transparencia, ni mucho menos democracia.
La misma
horizontalidad se extiende a las actividades del Foro. Rechazar
cualquier jerarquía significa que un taller sobre “las mujeres y el
fútbol” o “LGBT y hip-hop” es tan importante como una mesa redonda sobre
la crisis financiera o sobre la guerra y la paz. Una propuesta de
conferencia con prominentes intelectuales de izquierda se descalifica
como “escuchar a los gurús”. Rara vez se discuten las alternativas y las
estrategias: “los movimientos mismos se encargarán de eso”, es la
respuesta tradicional.
O, en otras palabras, el perro se muerde su propia cola.
Una falta de política
Una
cuestión clave, entonces, concierne a la utilidad de un foro así de
apolítico. Ciertamente, para Brasil y más aún para Salvador de Bahía
este foro fue muy útil. Pero, ¿para todxs lxs demás? Si el Foro no puede
existir como Foro, sino sólo como la suma de miles de movimientos, se
vuelve políticamente irrelevante. Si el Consejo Internacional no existe
como colectivo político sino nuevamente como un espacio de reunión para
unxs cuantxs representantes electxs de los movimientos sociales,
entonces, ¿cuál es su papel?
¿Acaso ya no es necesaria una
respuesta global, un actor político global, una estrategia global? En
Europa también ocurre que muchos movimientos se retiran hacia el nivel
nacional o incluso local, y no cabe duda que las acciones locales son
importantes. Las utopías locales pueden ser particularmente
interesantes, pero ¿pueden ser suficientes? Cuando vienen a expensas de
las acciones nacionales, europeas y globales, tenemos un problema real.
Porque ni el cambio climático, ni la protección de datos digitales, ni
la justicia fiscal y social pueden ser resueltos a nivel nacional, mucho
menos a nivel local.
“Somos un espacio abierto, creamos esperanza y tenemos una visión diferente de la política”:
esta es la respuesta, una y otra vez, a cualquier pregunta, duda o
crítica. En realidad, no hay ningún enfoque político y los objetivos
terminan con la movilización. El ejemplo más dramático es el “éxito” del
que siempre se habla cuando, en 2003, millones de personas salieron a
las calles en todo el mundo en contra de la guerra en Irak. Un par de
semanas más tarde comenzó esa guerra. ¿Dónde, entonces, quedó el éxito?
La
articulación entre distintos niveles políticos es esencial para
cualquier significado global y político. La derecha lo sabe muy bien y
actúa en consecuencia. La izquierda, en cambio, con demasiada frecuencia
continúa mirándose el ombligo. En un momento en el que la ira y la
resistencia hacia el neoliberalismo y el despojo son tan grandes en todo
el mundo, cuando jóvenes y menos jóvenes salen a la calle – de Hong
Kong a Santiago de Chile vía Bagdad – es preocupante que en ningún lugar
haya un intento de canalizarlos y coordinarlos. Porque, mientras tanto,
la represión y criminalización de los movimientos sociales va en
aumento y los regímenes populistas de derecha están tomando el control.
El
viejo y apolítico Foro Social Mundial no tiene futuro a menos de que
pueda contribuir a la coordinación de acciones y a la organización de
los movimientos. No es, por mucho, el único foro global, pero sí es el
único con potencial de hacer trabajo transversal. Sería una pena si esto
se perdiera. El próximo año, el FSM cumplirá 20 años, la mayoría de
edad política. ¿Tal vez sea también la edad de volverse autónomo y
desobediente? Tal vez el momento de darle un nuevo impulso?
¿Una nueva esperanza, un nuevo futuro?
Un
Foro Social Mundial sobre migración se llevó a cabo en la Ciudad de
México, del 2 al 4 de noviembre de 2018. Le siguió una limitada pero muy
interesante reunión del Consejo Internacional.
El shock
de las elecciones en Brasil, donde ahora un presidente fascista está en
el poder, ciertamente tuvo su influencia. Tuvimos un excelente debate
sobre las amenazas a la democracia, en América Latina como en Europa,
donde hubo elecciones europeas en mayo de 2019 con un éxito para los
partidos euroscépticos de la derecha.
Ideas que fueron
discutidas fueron una iniciativa de hacer una red de ciudades santuario,
de desarrollar un movimiento mundial contra el fascismo y la necesidad
de convergencia entre los movimientos. “Nadie deja la mano de nadie”,
la solidaridad entre nosotrxs es esencial.
Estos debates
también nos llevaron a la conclusión de que el próximo FSM tendrá que
ser más político y buscar objetivos concretos. Nuestrxs amigxs mexicanxs
expresaron su deseo de organizar un FSM en la Ciudad de México en 2021.
La propuesta fue adoptada en el CI de enero 2020 en Porto Alegre. Los
mexicanos quieren dar al FSM una nueva dinámica, quieren reflexionar
sobre posibles cambios de sus reglas, al menos con una visión política
muy fuerte. Esto requerirá que cada quién haga su trabajo en todos los
continentes para movilizar todas las energías y lograr articular los
múltiples temas en los que trabajamos. De esta manera, debemos poder
hacer el vínculo entre los distintos foros temáticos. Este FSM también
será importante para continuar presionando al nuevo gobierno de México.
Todxs lxs que han estado anteriormente en el CI van a ser contactadxs e
invitadxs. El mensaje del FSM tendrá que expresarse con una voz fuerte y
emancipatoria.
En este contexto, se enfatizó que la
metodología siempre debe estar al servicio de la política, y no
viceversa. Lxs organizadorxs considerarán cómo organizar, además de
actividades autogestionadas, reuniones estimuladas por el comité
facilitador para preservar la posibilidad de una agenda y guía
comprehensiva, al servicio de nuestros objetivos. Este trabajo
necesariamente ha de ser colectivo y buscar la meta de hacer de éste un
Foro verdaderamente global y político.
El proceso
preparatorio ya ha comenzado en México. Lo muy positivo es el entusiasmo
y la motivación de los movimientos mexicanos. Tenemos que esperar que
todos los demás, en los otros continentes, van a trabajar en el mismo
espíritu.
- Francine Mestrum, CETRI, Louvain-la-Neuve, Bélgica
[i]
Actualmente existe ya una amplia literatura en torno al Foro Social
Mundial. Aquí mencionamos algunos de los primeros y más importantes
libros al respecto [en inglés]: Fisher, WF & Poniah, T. Another World is Possible: Popular Alternatives to Globalization and the World Social Forum, London, Zed Books, 2003; Polet, F. (ed.), Globalizing Resistance. The State of Struggle, London, Pluto Press and Louvain-la-Neuve, CETRI, 2004; Pleyers, G., Alter-Globalization. Becoming Actors in the Global Age, Cambridge, Polity Press, 2010.
[ii] Para una visión general de este asunto, ver Boaventura de Sousa Santos, “Indispensável Reinvençao” en Carta Capital, 18 de octubre de 2017, p.40
[iii] Para entender mejor los orígenes del FSM, leer Milcíades Pena, A. & Davies, TR Globalisation from Above? Corporate Social Responsibility, the Workers’ Party and the Origins of the World Social Forum, en New Political Economy, 2013.https://www.alainet.org/es/articulo/205143
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