CLAE / Rebelión
La batalla de Cúcuta
del último fin de semana de febrero no significó el fin de la guerra
contrarrevolucionaria que desde hace 20 años adelanta EEUU para derrocar
al gobierno bolivariano de Venezuela, sino que ahora al terrorismo
callejero y mediático, el gobierno estadounidense exigió que los países
del llamado Grupo de Lima se sumen al pirateo de los fondos venezolanos
en el exterior.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence,
pidió que los países latinoamericanos congelen los activos petroleros de
Venezuela y reiteró su exigencia a los militares venezolanos que “tomen
la bandera de la democracia” y que apoyen al autoproclamado presidente
interino Juan Guaidó, durante la reunión del llamado Grupo de Lima que
se escenificó en la sede de la cancillería colombiana, en Bogotá.
El
presidente colombiano Iván Duque habló de la necesidad de “fortalecer
el cerco diplomático”, tomar acciones y decisiones sancionatorias y que
“se le dé mayor legitimidad y poderío a la Asamblea Nacional (en
desacato) y al presidente encargado". “ Que los activos que tiene
Venezuela en nuestros países, que son gubernamentales, sean ya
declarados bajo el control absoluto de la Asamblea Nacional y del
presidente Guaidó para que establezcan los mecanismos de administración”
, añadió Duque
Sobre el congelamiento de los fondos, los
delegados de varios países prefirieron no opinar, pero temen que de
adoptar tal medida, creen jurisprudencia o antecedentes para que los
fondos buitres congelen los fondos de sus respectivas naciones para
cobrar vencimientos deuda y bonos externos.
Pence sostuvo que “no
puede haber espectadores en Venezuela. Tras la brutalidad que el mundo
vio el sábado, los instamos a reconsiderar el apoyo al tirano. Únanse al
pueblo venezolano y retiren el respaldo al régimen de Maduro”, en clara
referencia a la frustración por un levantamiento popular anunciado por
la oposición que los venezolanos no acataron.
“Colombia es nuestro
socio más importante, cualquier amenaza a su seguridad enfrentará a
EEUU”, dijo Pence, lo que no fue del agrado del vicepresidente
brasileño, el general Hamilton Mourao, que sigue las viejas ideas de los
militares brasileños de la dictadura de que su país debe ser el
satélite estratégico estadounidense en la región, el socio privilegiado.
El secretario de Estado Mike Pompeo ya había advertido el domingo que
los días del mandatario socialista "están contados", sumándose al
grosero tuit del senador estadounidense Marcos Rubio con fotos del
asesinato del presidente libio Muamar Gadafi, como si se tratara de una
amenaza mafiosa.
El show de Bogotá
El diezmado
Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala,
Honduras, Panamá, Paraguay, Perú), condenó al gobierno constitucional de
Nicolás Maduro por impedir el ingreso desde Colombia de una “ayuda
humanitaria” estadounidense que el país no solicitó. Ya México no está
en el Grupo, y tampoco Guyana ni Santa Lucía, países que como toda la
Comunidad del Caribe desconocieron a Guaidó.
Curiosamente, lo
acusó de los actos de “represión violenta que ocasionaron múltiples
heridos y muertos en la frontera”, en territorio colombiano.
El Grupo, encabezado por el vicepresidente estadounidense Mike Pence
(el único que habló parado desde el estrado, dirigiendo el espectáculo)
decidió solicitar a la Corte Penal Internacional que tome en
consideración “la grave situación humanitaria en Venezuela, la violencia
criminal del régimen de Nicolás Maduro en contra de la población civil,
y la denegación del acceso a la asistencia internacional, que
constituyen un crimen de lesa humanidad”.
“Ser permisivos con la
usurpación del poder que lleva adelante este grupo que lidera Maduro
sería una amenaza para la democracia de toda América”, dijo Guaidó al
participar de la reunión, donde países como Perú y Chile pidieron una
salida pacífica a la crisis, tras el apoyo del presidente chileno
Sebastián Piñera en los acontecimientos de Cúcuta
La actuación
personal, sobreactuada y sesgada de los presidentes de Chile y Colombia
generaron cuestionamientos políticos a lo interno de sus países, por
embarcar a sus naciones en una aventura, sin consulta, asumiendo
actitudes autoritarias.
Iván Duque también aprovechó para
pedirle al Banco Interamericano de Desarrollo –en manos del neoliberal
colombiano Luis Alberto Moreno- que contribuya a articular el plan de
recuperación de Venezuela “una vez termine la dictadura”. Duque dijo que
la situación que vive Venezuela no se puede ver como un dilema entre guerra y paz. Para él, “el verdadero dilema es la continuación de la tiranía o el triunfo contundente de la democracia”
El Grupo de Lima fue creado por EEUU, debido a que no logró recoger la
votación necesaria para su estrategia intervencionista en la
Organización de Estados Americanos (OEA). Lo torpeza política y el
servilismo de los que lideran este grupo, ha logrado la insólita hazaña
de apartar a la OEA y ahora casi a disolver al mismo Grupo, al tratar de
embarcar a los integrantes en una componenda por demás riesgosa.
Un acoso permanente
Según los analistas, la cadena de errores del nuevo plan
desestabilizador “final” de Washington y del “outsider” Guaidó comienza
con la autoproclamación (lo que nunca ha sido viable si no se tiene el
poder); sigue con el invento de la necesidad de “ayuda humanitaria” y
culmina, por ahora, con la intentona de forzar el paso de la misma por
la frontera colombo-venezolana, al fracasar las posibilidades de envíos
marítimos desde Puerto Rico, Curazao y Aruba y la indecisión de los
militares brasileños sobre el tema.
Lo que se vive hoy es el
corolario de una larga cadena de actos fallidos, de falta de estrategia
de una oposición totalmente fragmentada y sin ideas (propias al menos)
y, sobre todo de convencerse de sus propias mentiras, entre ellas que el
pueblo apoya a Guaidó.
Si algo quedó en claro es que el
chavismo sigue vivo: ciento de campesinos, estudiantes, trabajadores de
la zona fronteriza salieron a defender, junto a los militares, su
territorio, su Patria, su historia. Obviamente, todo eso fue
invisibilizado por las prensa trasnacional y en general por los trolls
de las redes sociales.
Otro error de Duque, Piñera, Abdo,
Bolsonaro y otros cómplices de EEUU, es que desconocen la realidad
venezolana, más allá de los que les cuenten los representantes viajeros
de la oposición venezolana o los funcionarios y/o congresistas
estadounidenses, y entonces sí pueden creer que con una gran campaña de
terror mediático y por redes digitales, unas guarimbas y un camión
quemado en el puente Simón Bolívar, junto a una palmadita y un par de
tuits de Donald Trump, alcanza para derrocar a Maduro.
Hay algo
que cuesta que esta gente entienda: pese a los enormes errores de
gestión del gobierno de Maduro, la incapacidad para la solución de los
problemas, los numerosos casos de corrupción, una hiperinflación llena
de ceros, un bloqueo y sanciones económicas de EEUU que dejan sin
alimentos y medicinas a la gente, un sector importante de la población
–quizá mayoritario- sigue siendo convencidamente chavista.
Creerse las propias mentiras
La autoproclamación, la ayuda humanitaria, creer en que las presiones
harían quebrar la unidad militar, el concierto Aid Venezuela y el
intento fallido de forzar el paso de la frontera sólo pueden planearse
con un desconocimiento real de la región y de Venezuela y los
venezolanos.
“No se trata solo de crear, a través de los medios
hegemónicos trasnacionales, cartelizados, imaginarios colectivos sobre
lo que sucede en Venezuela, imponer una realidad-virtual; sino en este
caso, de creerse sus propias mentiras. Intoxicarse (también) con ellas”,
señala Álvaro Verzi, codirector del Observatorio sobre Comunicación y
Democracia.
Guaidó podrá ser recibido con honores de mandatario
de Estado en Bogotá; reunirse con el vicepresidente de Estados Unidos
Mike Pence; hacer presencia en las reuniones del Grupo de Lima, pero ni
los alcaldes, los gobernadores de oposición en su país, ni las cámaras
de empresarios, le han dado su respaldo, ni sus embajadores pueden dar
siquiera una visa, señala el académico colombiano Víctor de Currea Lugo.
Hay
una crisis grave, económica y social, en Venezuela, pero parece
totalmente descabellado lanzar una operación “humanitaria” –que no
debiera ser una estrategia de guerra- desde el norte colombiano, sumido
en una grave situación de pobreza real y muchas veces extrema, una zona
dependiente del abastecimiento (o contrabando) de alimentos y gasolina
desde Venezuela.
Hasta el Comité Internacional de la Cruz Roja
rechazó que se llamase “humanitario” el espectáculo montado en la
frontera con Venezuela, manejado con todas las herramientas de mercadeo.
Nadie pidió esa ayuda a EEUU ni nadie sabe qué contienen realmente las
cajas que llevan el sello USAID. Monseñor Mariano Montenegro, Nuncio
Apostólico en Colombia, afirmó que la “ayuda” propuesta por EEUU tiene
una evidente connotación política y por ende la Cruz Roja, el sistema de
Naciones Unidas y la católica Caritas no pueden participar en una
operación de tal naturaleza.
Los 500 guarimberos de la oposición
venezolana lograron corromper la protesta en la frontera y produjeron su
cierre, lo que afecta principalmente a los habitantes de la zona de
Norte de Santander, dependiente de su abastecimiento diario desde
Venezuela. Estos sembradores de terror quemaron el camión de la supuesta
“ayuda” en territorio colombiano, mientras denunciaban una feroz
represión de la “dictadura de Maduro”.
Y, como corolario, el
anuncio de que el pueblo se iba a sublevar en las calles el 23 de
febrero, fue esperado y esperado, cámaras y micrófonos en manos, por
decenas de periodistas en Caracas y otras ciudades. En Venezuela, el
pueblo no se sumó a las protestas programadas: los chavistas salieron
sólo a defender la vasta zona fronteriza del sur de más de 3.000
kilómetros. Los opositores, cansados de tanta promesa incumplida,
demostrando la falta de liderazgo de Guaidó, prefirieron mirar todo por
televisión.
Así como Maduro no puede atrincherarse en que todo es
culpa de EEUU, Guaidó no puede atrincherarse en que Maduro no se dejó
tumbar. Ni el ingreso de lo humanitario, ni la guerra de intervención,
ni un levantamiento popular, han sucedido. Eso no quiere decir que no
puedan pasar, pero demuestra que Trump y compañía minusvaloran a Maduro,
dice el académico colombiano Currea Lugo.
Aram Aharonian: Periodista
y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur.
Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige
el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )
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