David Brooks
▲ Manifestación en respaldo al movimiento de los maestros en Oakland, California, hace unos días.Foto Ap
La lección más fundamental –la
de la esperanza, la defensa de un derecho fundamental, la lucha por la
dignidad– fue ofrecida al pueblo estadunidense a lo largo de un año por
cientos de miles de maestras y maestros de educación pública vestidos de
rojo, del movimiento Red4Ed (Rojo por la educación), quienes
encabezaron lo que ha sido la lucha laboral más poderosa e importante en
una generación.
Y todo empezó hace justo un año (el 22 de febrero de 2018) en el
lugar menos esperado, donde cualquier tipo de acción laboral y sobre
todo de trabajadores del sector público era considerada imposible aun
por sus propios líderes sindicales en West Virginia. Entre los estados
más pobres de Estados Unidos y con una clase política conservadora y
antisindical estalló un movimiento de huelga dirigido desde abajo, por
las propias bases, en demanda no sólo de mejores salarios y condiciones
de trabajo para ellos, sino exigiendo mayor inversión en la educación
pública para bien de todos. Duró nueve días y ganaron.
El ejemplo de West Virginia fue contagioso y poco después, como una
ola, estallaron huelgas en un estado tras otro, muchos en donde las
cúpulas políticas estatales habían encabezado ofensivas antisindicales
durante años. Decenas de miles realizaron huelgas en Oklahoma, Kentucky,
Arizona, Colorado, Washington y Carolina del Norte. Y todos insistieron
en que no se trataba sólo de ellos y sus contratos, sino de defensa de
la educación y fondos para más enfermeras, más artes y música, mayor
apoyo para los más necesitados, o como decían sencillamente,
para los niños.
Todos ganaron u obtuvieron promesas que harán cumplir, afirman.
Según datos oficiales del gobierno sobre suspensiones de trabajo por
empleados, medio millón de trabajadores interrumpieron sus jornadas por
acciones de huelga o por ser expulsados de sus sitios de trabajo durante
una disputa laboral en el transcurso de 2018; el nivel más alto
registrado desde 1986 en este país. Casi cuatro de cada cinco
trabajadores fue un maestro.
Y la ola continúa este año, ahora con acciones de sindicatos del
magisterio en grandes ciudades, incluyendo recientemente Los Ángeles,
Denver y la semana pasada Oakland. Mucho de esto empezó hace unos años
con maestros en Chicago en 2012.
Esta ola de rebeliones magisteriales son resultado de una sistemática
reducción de gasto y apoyo de la educación pública durante por lo menos
20 años. Esto se combinó, a propósito, con propuestas de
reformaeducativa con magnífica retórica que evitaba mencionar los intentos para destruir las escuelas públicas y acusando a los maestros y sus sindicatos de todo. Gobiernos demócratas y republicanos a nivel federal y estatal, financiados por algunos de los multimillonarios más ricos del planeta (Bill Gates, la familia Walton de Walmart y Eli Broad, entre otros), impulsaron la evaluación de maestros y alumnos a través de exámenes estandarizados como medidas para privatizar el sector, incluso a través de las escuelas chárter.
Los maestros ganan mucho menos que otras profesiones con el mismo
nivel educativo. Según una encuesta el año pasado de NPR/Ipsos, 59 por
ciento de los maestros se han visto obligados a tener un segundo empleo y
86 por ciento han gastado su propio dinero en artículos para sus aulas.
Pero al estallar un
ya bastaestos movimientos fueron cobijados de inmediato por la amplia solidaridad del público, con padres de familia y alumnos saliendo a marchar con sus maestros. Ante algunas respuestas represivas de gobernantes, incluyendo hasta amenazas de encarcelarlos, no sólo no se replegaron haciendo temblar a los políticos, sino decenas de maestros retaron a los gobernantes en su propio terreno, lanzándose como candidatos a legislaturas estatales y hasta la federal en estas últimas elecciones intermedias. Jahana Hayes, nombrada Maestra del Año de 2016, se convirtió en la primera diputada federal afroestadunidense de Connecticut en la historia. Más aún, ahora cada vez más políticos, incluyendo demócratas que junto con Barack Obama promovieron las supuestas reformas, ahora de repente han adoptado posiciones en favor de los maestros y la educación pública.
Mientras tanto, viejos aliados intensifican su defensa. “No creo que sea aceptable que los 25 gerentes de hedge funds más
ricos en Wall Street hayan ganado más de 15 mil millones de dólares en
compensación en 2017; casi el doble de lo que ganaron todas las 140 mil
maestras de kínder en Estados Unidos”, tuiteó recientemente Bernie
Sanders.
Los educadores dejaron claro que todo esto se trata en el fondo sobre
la función más fundamental de cualquier sociedad supuestamente
civilizada: la educación. “Nuestros maestros están al frente y dando a ‘Nosotros, el pueblo’, una voz”, escribió una madre de alumnos en las escuelas de Los Ángeles. Una estudiante de preparatoria durante la huelga en esa ciudad comentó a los medios:
mientras maestras como la mía se levanten en mi defensa, yo me levantaré en defensa de ellas.
La mejor lección del año.
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