La
segunda guerra mundial fue desatada con unos del lado del
autoritarismo, la supremacía blanca, el cristianismo, y los valores
germánicos. “Alemania primero” era el lema de aquellos. Del otro estaban
los que peleaban por la libertad, la justicia y la dignidad humana en
contra de eso. Esta era la época de la lucha contra la intervención
extranjera en los países. Contra la presencia alemana en Italia,
Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia y Noruega. Contra la
invasión a los países de Europa del este. Fue una guerra a favor de la
democracia y la tolerancia, la libertad de expresión y la libertad de
autodeterminación.
Terminada
la guerra mundial Estados Unidos definió su política como de seguridad y
desarrollo y en nombre de ambas cosas promovió golpes de Estado y
respaldó dictadores de diversas tallas, definidos como sátrapas,
gobernantes que gobernaban rodeados de su familia, para beneficio de su
familia, y de manera arbitraria. La reacción en América latina a esta
política emergió el 23 de agosto de 1960 cuando se hizo la VII reunión
de Cancilleres de la OEA en Costa Rica para asegurar el aislamiento de
Cuba, en ese momento considerado una amenaza continental, como Venezuela
ahora.
Dijo, entonces, el Canciller Peruano Porras Barrenechea, a contrapelo de la mayoría de los cancilleres del continente:
“La
doctrina y la praxis del interamericanismo están basadas, desde el
Congreso de Panamá, en el mantenimiento del principio de no intervención
y en la defensa del sistema democrático. La anacrónica doctrina de
Monroe, que tuvo como finalidad impedir la intervención europea en
América, que cumplió una función defensiva en algunos casos y se arrogó
prerrogativas de tutela moral, ha sido sustituida por pactos
multilaterales como los enderezados en la actualidad a impedir cualquier
intervención extracontinental, pero, sobre todo, a desarrollar nuestras
propias instituciones y disfrutar de nuestra independencia.”( https://larepublica.pe/politica/841871-el-memorable-discurso-de-raul-porras-barrenechea-en-defensa-de-cuba-ante-eeuu)
La
interrogante de lo que parece una intervención ad portas es a favor de
qué están los cancilleres. ¿Quién está defendiendo la libertad, la
justicia y la dignidad humana? ¿Trump? ¿Bolton? Quien esto lee, ¿También
lee los diarios y ve los noticiarios? Estamos seguros que la política
exterior liderada por un partido político en el poder que se ha mostrado
racista, xenófobo, antipamericanista, que quiere poner un muro al sur
para detener a los latinoamericanos “porque llevamos drogas, violencia y
muerte”, ¿es la que los gobiernos latinoamericanos quieren darle
soporte? El muro y el espíritu Panamericanista están enfrentados. El
Grupo de Lima gira en torno al último e ignora el primero. Este es un
momento de pedirle coherencia.
El
tema no es Maduro y su gobierno. El tema es si hay derecho que otros
intervengan para sacar a un gobierno que a ellos no les gusta. Con ese
argumento se metieron militarmente a Irak y a Libia y acabaron matando a
los mandatarios de dichos países y fabricaron crisis humanitarias de
dimensiones dantescas. Quizás la población de esos países no estaba de
acuerdo con estas invasiones en nombre de la democracia y quizás
salieron perjudicados y quizás por eso hay migraciones masivas de esas
zonas. Quizás. Es posible que invadir un país porque no me gusta su
gobierno sea una nueva forma de defender la democracia y la tolerancia,
la libertad de expresión y la libertad de autodeterminación. También es
posible que eso sea la barbarie de la debilidad del poder real. La
inconsistencia Estadounidense es indefendible y es un error que el grupo
de Lima actúe como si fuera coherente apoyar a un gobierno que insulta
permanentemente a los latinoamericanos en público, insiste en poner un
muro, lo declara de emergencia nacional, y al mismo tiempo apoyar a ese
país frente a una república democrática con un gobierno fallido pero que
la población quiere. Sería más consistente pedir que Estados Unidos le
retire sus represalias financieras que le han estrangulado las
exportaciones y el manejo financiero, en lugar de hablar de ayuda
humanitaria. ¿No? Con la lógica aplicada a Venezuela ahora se hubiera
invadido al Perú en 1992 cuando 3.5 millones de personas habían
emigrado, el PIB se había contraído 35%, llevábamos 70,000 muertos de
una guerra fratricida y la hiperinflación campeaba. Los peruanos
resolvimos las cosas entre nosotros con grandes desacuerdos entre
nosotros y allí sigue estando el País.
Es
posible que echar un gobierno con los nuevos métodos como en Haití u
Honduras, sea positivo pero también quizás, posiblemente, las
migraciones de ambos países al norte sean resultado de esas
intervenciones que empeoraron las condiciones de vida de la población.
Los intentos desde el 2002 por sacar a Chávez primero fracasaron porque
la derecha venezolana no está a la altura del reto que le pone
Washington. No se entiende ni siquiera entre sí, no digamos con la
oposición. Ninguna nación tiene derecho a meterse en la vida soberana de
otra nación. Como dijo Benito Juárez a propósito de la intervención
francesa a México, “el respeto al derecho ajeno es la paz.” Los
neoconservadores americanos no están defendiendo los valores supremos
sino los más pedestres del petróleo, convenciendo al resto que lo hacen
por la democracia. Un gobierno basado en la política del odio racial y
la fragmentación social, no puede ser un gobierno que defienda la
democracia en ninguna parte del mundo y esto los cancilleres de América
latina lo deben tener en cuenta.
- Oscar Ugarteche, economista peruano, es investigador titular Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM. SNI/CONACYT.
https://www.alainet.org/es/articulo/198341
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