Ángel Guerra Cabrera/III y última
Trump encabezará una administración ultraderechista, racista, homofóbica, misógina y tendrá como divisa América primero. Tenderá
a un proteccionismo comercial mucho mayor que el actual, no se limitará
a desligarse del ATP sino que procurará menoscabar y, si el Congreso lo
admite, renegociar, los tratados de
librecomercio. Su postura es nacionalista de extrema derecha, que busca un beneficio mayor para el capital estadunidense. Incrementará la desigualdad al reducir la irrisoria carga fiscal de los ricos y ya anunció que derogará las regulaciones en materia de extracción de petróleo y gas. Aunque afirme ahora que no abandonará el acuerdo de París y se desdiga en esto y en tantas cosas respecto a sus promesas de campaña, acaba de anunciar que aumentará la quema de combustible fósiles, convencionales y de esquisto.
Impulsará
la reindustrialización de Estados Unidos para beneficiar a las
corporaciones interesadas en esta marcha atrás y crear puestos de
trabajo para su núcleo duro electoral de blancos no latinos trabajadores
de bajos salarios o desempleados. Esto, unido a lo anterior, impactará
de modo importante la actual estructura de la economía mundial y
provocará el aumento del calentamiento global, justo en una coyuntura en
que gran parte de la comunidad científica considera que es necesario
hacer una política diametralmente opuesta. Muchos científicos alertan
que está encima el punto crítico que marca la última oportunidad para
revertir el colapso climático y evitar la extinción de la vida sobre la
Tierra. En síntesis, Trump acelera el paso hacia el equivalente a una
guerra nuclear en cámara lenta.
No me baso solamente en las
declaraciones del Trump candidato, muchas de las cuales, aunque no
todas, son pura demagogia, pero analizadas junto a las del ya presidente
electo, ofrecen una idea aproximada de cómo piensan y actúan realmente
este hombre, sus colaboradores inmediatos, los sectores que representa y
muchos de los que ahora se le suman para formar gobierno, no importa
que anteriormente lo cuestionaran.
En las últimas dos semanas ha
habido varios nombramientos de personas claves en su equipo y el anuncio
de sus políticas para los primeros cien días de gobierno que corroboran
las anteriores afirmaciones. Ya mencioné a Steffen Bannon, estratega y
asesor en jefe, pero vale la pena dedicarle unas líneas. Ex oficial
naval, ex ejecutivo ¡de Goldman Sachs! y productor de Hollywood, hasta
que en agosto pasó a tener un papel principal en la campaña de Trump,
dirigía el portal web Breitbart News, referente y amplificador
de las ideas de los partidarios de la supremacía blanca, la misoginia,
la homofobia, el racismo, el odio a los migrantes, el antijudaísmo y la
islamofobia. Lo más parecido a un nazi. Algunas opiniones que ha
expresado o que han servido de títulos en la web que dirigía:
Abolir la esclavitud fue una mala idea,
La píldora anticonceptiva hace que las mujeres dejen de ser atractivas y se vuelvan locas, “Ninguna de las personas involucradas en la estafa del calentamiento global merecen la más mínima pizca de respeto…”,
¿Preferirías que tu hijo fuera afeminado o que tuviera cáncer?
Otro
caso esclarecedor es el del senador Jeff Sessions, nuevo secretario de
Justicia (procurador general). Rechazado por racista para un puesto de
juez federal durante el gobierno de Reagan, su conducta en este tema y
en el rechazo a los inmigrantes ha motivado críticas hasta de sus
colegas republicanos. Su historia de votaciones en el Senado lo ubica en
la extrema derecha en casi todos los asuntos. Siempre se ha opuesto a
las iniciativas para flexibilizar el bloqueo y adversa la normalización
de relaciones con Cuba, al igual que Mauricio Claver Carone, miembro del
equipo de transición.
La administración entrante será, además,
muy corrupta, pues Trump posee alrededor de 500 firmas corporativas en
el mundo, que según ha explicado Reince Priebius, designado secretario
general de la Casa Blanca, quedarán en manos de sus hijos. Algo sin
precedente y que conducirá a un nepotismo y tráfico de influencias
comparables a los de la monarquía saudita. La política, nada menos que
de Estados Unidos, al servicio de un emporio familiar. No defenderé a la
Fundación Clinton, pero al lado de esto sus trapicheos se antojan un
juego de niños.
No creo que cambie la política seguida por Obama
en América Latina y el Caribe contra los gobiernos revolucionarios y
progresistas ni en cuanto al uso de la zanahoria y el garrote.
Twitter:@aguerraguerra
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