Entrevista a John Catalinotto
Investig'Action
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos |
La mayoría de los observadores han recibido con miedo y
horror la llegada al poder del “verdadero Donald Trump”. Más allá de su provocador discurso en contra de las
elites y de una campaña centrada en despertar un sentimiento nacional con la
consigna “Make America Great Again”, ¿qué significarán sus políticas para el 99
%? Con el fin de desligar la verdad de la ficción en su programa hemos
entrevistado a John Catalinotto, director del periódico Workers World y agudo
observador de la política estadounidense.
Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos,
¿cómo le definiría?
Los europeos podrían pensar que Donald Trump es una combinación
de las peores características de Silvio Berlusconi y Marine Le Pen. Es una
persona rica, egoísta y arrogante. Se va a responsabilizar de un ejecutivo que
gestiona el mayor presupuesto estatal y la maquinaria militar más destructiva
del mundo. Muchos otros políticos capitalistas, tanto republicanos como
demócratas, incluida Hillary
Clinton, también apoyan una política reaccionaria y a favor de la guerra, que
es peligrosa para el mundo. La diferencia es que Donald Trump da abiertamente
voz y una plataforma a la retórica antimusulmana, antiinmigrantes, racista y
misógina, por lo que su victoria fomenta la movilización de los segmentos más
intolerantes de la sociedad estadounidense.
En comparación con las políticas del gobierno Obama, ¿qué
podría cambiar para la clase trabajadora, las personas afroamericanas, latinas
e inmigrantes?
En Estados Unidos la clase trabajadora está constituida por
muchas personas de origen indígena, afroamericano, latino, del este y oeste de
Asia y de las islas del Pacífico, incluidos muchos inmigrantes. Los
trabajadores son tanto hombres como mujeres, son LGBTQ, personas con trabajo y
en paro. Una gran minoría de los trabajadores son hombres de origen europeo.
En mi opinión, Trump en la Casa Blanca y los republicanos
controlando ambas cámaras del Congreso significará un ataque abierto a todos
los trabajadores, a sus sindicatos, a sus beneficios sociales. Algo similar a
lo que ocurrió en Argentina cuando Macri sustituyó a Cristina Kirchner. Algo
similar a lo que ocurrió en los estados de Wisconsin y Carolina del Norte
cuando los republicanos del “Tea Party” llegaron a ser gobernadores. No es que
Clinton o siquiera Obama promovieran los derechos de los trabajadores, pero no
emprendieron un ataque abierto a esos derechos.
Obama deportó a entre uno y dos millones de trabajadores
indocumentados. Trump afirma que será aún más activo en la expulsión de
inmigrantes indocumentados y su elección ha provocado miedo entre la comunidad
inmigrante. Trump ha defendido abiertamente las tácticas policiales agresivas,
con lo que es de esperar que la elección de Trump haga aún más arrogantes y
agresivos a los policías en las comunidades negras. Trump denigra a las personas
musulmanes y los peores racistas atacan a los musulmanes.
Pero esta elección tiene otra cara. Políticos sofisticados
como Obama e incluso Clinton ocultan la completa decadencia del imperialismo
estadounidense. La elección de Trump saca a la luz la podredumbre. Ya está
reclutando su “equipo” de gobierno entre las cloacas de la política y los
medios estadounidenses. No solo ha provocado un enorme temor sino también
rabia. Decenas de miles de personas han salido a las calles, muchas de las
cuales nunca se habían manifestado antes en su vida. Ahora saben que no pueden
seguir siendo neutrales. Se han visto obligadas a tomar postura. Algunas de
ellas se siente personalmente atacadas bajo la presidencia de Trump. Otras se
sienten solidarias con grupos de personas que son el blanco directo de los
ataques y se unirán a organizaciones que las defienden. Sea cual sea la
motivación inicial, una vez que se ponen en marcha sus vidas pueden cambiar.
Nuestra tarea como personas revolucionarias es dar una dirección a este cambio.
¿Cómo fue la cobertura de la campaña de Trump que hicieron los
medios de comunicación dominantes? ¿Acaso Trump es el árbol que impide ver el
bosque?
Hay diferentes corrientes entre lo que yo llamaría los medios
de comunicación corporativos. Existen los medios de la clase dirigente: Wall
Street Journal, New York Times, Washington Post, Los Angeles Times, las
noticias de la radio y la televisión, y CNN y MSNBC. Hay enorme corriente de
medios de extrema derecha: Fox News, los periódicos y debates por radio de
Murdoch.
Al principio de la campaña de Trump tuvo gran cantidad de
publicidad gratis en ambas corrientes de los medios corporativos, en parte
debido a la posición de Trump como excéntrica celebridad millonaria. Su
cobertura mediática reportó beneficios a los medios. Además, inyectó una buena
dosis de ideología reaccionaria a la campaña. Creó una alternativa “populista”
reaccionaria a la campaña de Bernie Sanders.
Esta cobertura mediática catapultó a Trump hasta convertirlo
en candidato republicano. En un momento dado los medios de la clase dominante
trataron de deshacer su creación. The New York Times y Washington Post le
atacaron en docenas de artículos cada día. Era demasiado tarde. Los medios de
derecha apoyaron a Trump durante toda la campaña.
Por lo que se refiere al futuro inmediato, lo que es seguro es
que Trump es incapaz de “devolver puestos de trabajo a Estados Unidos”
renegociando o rompiendo acuerdos comerciales. Los puestos de trabajo
industriales han desaparecido menos a causa de la globalización que a causa del
inexorable avance tecnológico de la industria capitalista. La crisis económica
empeorará. El capitalismo está en un callejón sin salida. La izquierda tiene
que encontrar un manera de defender a los sectores más oprimidos de la clase
trabajadora; es más aún, es de estos sectores de donde saldrá el liderazgo y ellos unirán a toda la
clase trabajadora primero en contra de las políticas reaccionarias de Trump y
después en contra de todo el podrido sistema capitalista.
¿Qué podemos esperar de su política exterior?
De hecho, la decadencia del imperialismo estadounidense empuja
a su gobierno a emprender guerras aventuradas con independencia de quién sea el
presidente. Obama hizo campaña a favor de acabar con las guerras, pero ha
intervenido en al menos siete países con fuerzas militares y en muchos más por
medio de la subversión. Hillary Clinton es una belicista pro-Pentágono. Trump
es más imprevisible, un elemento peligroso aun cuando afirma estar dispuesto a
negociar con Rusia. También afirma que quiere romper los acuerdos con Irán y
Cuba, e imponer aranceles a China. Tenemos que estar preparados para oponernos
a nuevas guerras.
Entonces, ¿cree usted que simplemente seguirá en el mismo rumbo?
Tanto Trump como Clinton, tanto la clase dirigente republicana
como la demócrata e incluso el sector de Bernie Sanders sirven a los intereses
del imperialismo estadounidense. El imperialismo no es una política de un grupo
de políticos, sino que es un sistema económico que significa la dominación del
capital financiero. La incapacidad actual de este sistema de generar beneficios
por medios relativamente pacíficos significa que esté quien esté al mando del
imperialismo estadounidense soporta enormes presiones que le encaminan a la
guerra.
Cualquier persona conocedora de lo que ha ocurrido en la
última década sabe que Hillary Clinton apoyó todas las guerras: contra
Afganistán, Iraq, Libia, Siria, la subversión contra Venezuela y otros
gobiernos nacionalistas progresistas en América Latina. Si se observa atentamente
se sabe que aunque Obama llegó al poder con la idea de poner fin a las
intervenciones estadounidenses en Afganistán e Iraq, el Pentágono le presionó
para que primero aumentara la cantidad de tropas destinadas en Afganistán y que
ahora Estados Unidos ha empezado a enviar otra vez tropas a Iraq. En Siria un
acuerdo temporal entre Estados Unidos y Rusia fue saboteado casi inmediatamente
por un ataque militar que contaba con el apoyo de elementos del aparato de
Estado estadounidense y sin duda del Pentágono.
Trump nunca ha estado involucrado en las decisiones de la
política exterior estadounidense, por lo que no hay antecedentes. Lo que dijo
durante la campaña electora está dirigido a lo que él creía que contribuiría a
ser elegido. Puede que tenga poca o ninguna relación con lo que realmente haga
una vez en el poder. En ocasiones lo que afirma al principio de una frase se
contradice con lo que dice al final de la misma. Afirmó que Estados Unidos
reconocería Jerusalén como capital de Israel, que rompería los acuerdos con
Irán y Cuba. También afirmó que tendría una política más abierta de
negociaciones con Rusia. Tengo mis dudas de que algún gobierno serio confíe en
sus palabras de paz. Aquí, en nuestro pequeño movimiento procomunista, no
tenemos confianza alguna en que vaya a llevar a cabo una política menos
agresiva. Tenemos que construir aquí un movimiento que pueda luchar tanto
contra el imperialismo estadounidense en el exterior como contra sus
reaccionarias políticas en el interior.
¿Y cómo emergería este movimiento?
En el movimiento antiimperialista europeo existe cierta
confusión acerca del papel de Trump. Se puede entender el Schadenfreude
[regodeo malicioso] por la derrota de Clinton. Todos saben lo agresiva que es
Clinton. Quizá han dado por perdida a la clase trabajadora estadounidense. Pero
en Estados Unidos tenemos que desarrollar un movimiento en contra de las
guerras estadounidenses. Únicamente podemos hacerlo si los sectores más
oprimidos de la clase trabajadora no solo se unen a esta lucha sino que la
lideran. Quienes en el extranjero se alegran de la victoria de Trump se
distancian de los inmigrantes, de la población negra, de las mujeres
activistas, de las personas LGBTQ, de los musulmanes, de todas aquellas
personas que temen una presidencia de Trump o, mejor, están rabiosos con un
presidente que “no es su presidente”.
Lo único positivo que puede venir de estos vergonzosos 18
meses de campaña burguesa es que miles de personas se han manifestado día tras
día contra el nuevo presidente desde que resultara elegido. Puede que algunos
estén a favor Hillary Clinton por razones equivocadas, pero la mayoría de las
personas que están en la calle está en contra de Trump y de todo lo que
significa. No están en la calle porque dice que va a negociar con Rusia.
Quienes aquí quieren luchar contra las guerras imperialistas tienen que estar
en las calles con estas personas. Están asustadas, están enfadadas, están
experimentando un cambio, están reconsiderando sus ideas. Tenemos que estar con
ellas para tratar de ganarlas para que luchen no solo contra el racismo, el
sexismo y la xenofobia de Trump, sino contra todas las guerras imperialistas.
John Catalinotto ha militado
activamente en contra de las políticas imperialistas desde la Crisis de los
Misiles en octubre de 1962. Desde 1982 es director de Workers World, el
último periódico procomunista que todavía se publica semanalmente en papel en
Estados Unidos. Fue coorganizador del Tribunal de Crímenes de Guerra en
Yugoslavia celebrado en Nueva York en junio de 2000 y del Tribunal de Crímenes
de Guerra en Iraq celebrado en Nueva York en 2004, ambos junto con el
International Action Center, una organización estadounidense fundada por el
activista de los derechos humanos Ramsey Clark. Ha publicado y colaborado en
dos libros, Metal of
Dishonor about depleted uranium y Hidden Agenda: the U.S.-NATO Takeover
of Yugoslavia. Está escribiendo el libro, Turn the Guns Around:
Mutinies, Soldier Revolts and Revolutions.
Alex Anfruns es conferenciante, periodista y redactor jefe del medio independiente
Investig'Action de Bruselas. En 2007 fue ayudante de dirección del documental Palestina, la
verdad asediada. Voces por la paz (disponible con subtítulos en
catalán, castellano, inglés y árabe). Entre 2009 y 2014 hizo varios viajes a
Egipto y a los territorios palestinos ocupados. Desde 2015 edita cada mes Journal
de Notre Amérique.
Esta traducción se
puede reproducir libremente a condición de respetar su i
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