Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

viernes, 13 de julio de 2012

¡QUE VIVAN LOS ESTUDIANTES!

En homenaje a la lucha de los estudiantes normalistas de Guatemala

Me gusta la juventud tal vez porque me recuerda en los ojos de sus púberes la brillantez con que miraba la vida en mis épocas. Porque no tenía todas las aversiones y las desconfianzas que la edad me trajeron. De las cuales no reniego porque son experiencias valiosas pero que a la vez acuso de no permitir acercarse a otros con la fragilidad del que no teme, del que no alberga en su alma malicia alguna.

Y, es que los que hemos colmado de amargura el alma de los jóvenes hemos sido los adultos con nuestras ambiciones y desvaríos. En las cinco décadas del siglo pasado, en los primeros años del nuevo; en la antigüedad como en la modernidad. En aquel rincón último como en este de nosotros. Sin embargo, la juventud se abre paso en medio de tanta maledicencia, en medio de tanta ofuscación. Sus ojos incautos nos contemplan cándidos cuando los señalamos de revoltosos, de bochincheros, de manipulados, de tercos, de delincuentes. Cuando les queremos “enseñar” a vivir conforme a nuestra egoísta forma, cuando queremos conducirlos por la senda “correcta” donde el vejamen, el insulto y la imposición son nuestros dechados cotidianos.

En el marco de las protestas de los Normalistas contra la Reforma Magisterial que este gobierno quiere imponer por intereses particulares, quizá la fotografía de la niña sentadita en el suelo al pie de los policías que con sus manitas empujaba sus escudos gritándoles en silencio que esa no es la forma de arreglar las cosas, sea utilizada por una ONG para lograr la solidaridad internacional. Quizá estilada para hacer sesudos análisis, quizá empleada para lograr notoriedad, pero lo que sí estoy seguro es que de nuevo se demuestra que en el juego del poder nuestros niños siempre han estado excluidos.

De cuando acá las opiniones de unos cuantos mocosos se tienen que tomar en cuenta, máxime cuando estos, como los peques rompen la tranquilidad de la noche con sus llantos e impertinencias. En vez de atender solícitos sus necesidades, lo primero que hacemos es enviarles gendarmes para sosegarlos, “especialistas” para enderezarlos, “expertos” para manipularlos y engatusarlos, infiltrados para acusarlos y conseguir que los demás aúpen nuestros belicismos contra chiquillos que tanto se parecen a nuestros hijos, a nuestros nietos y, que lo único que piden es atención. Ser escuchados. Ser abrazados. Ser amados. A lo mejor esa sea la raíz de tanta violencia.

Sueño con una sociedad donde la risa de los niños, la alegría de los jóvenes sea lo que predomine. Una sociedad donde la educación que se estructure sea para enseñarles a amar a los demás; o, como idear máquinas y procesos para atender a los más débiles; o, mecanismos para hacer florecer las sonrisas en las almas de los viejos. Juegos donde niños y ancianos converjan. O, cómo hacer reverdecer los jardines y las arboledas; o, como construir puentes para comunicar humanidades y sobre todo, cómo inventar convivencias y desterrar para siempre, la ingratitud y el egoísmo que son los padres del hambre, la enfermedad, la guerra. Una sociedad donde la muerte sea vista como el tránsito al descanso necesario después de haber dado lo mejor a los demás. En fin, una sociedad de gente feliz.

Por eso me gusta la juventud. Entre ellos se aprende a vivir plenamente, porque no discriminan, no existe el egoísmo ni los dobles raseros. Son diáfanos y transparentes como los ríos y las lagunas que han nacido libres. Hemos sido nosotros, como a aquellos, los que hemos ensuciado su alma y a todos nosotros este perverso sistema donde unos cuantos acumulan pero que tampoco son felices pues tienen que comprar guardias y métodos de vigilancia para resguardar lo acumulado, para explotar y seguir, con el trabajo ajeno, acumulando más. Círculo perverso donde los que acumulan creen ser felices y los que son despojados de sus bienes y de su alma no pueden serlo porque viven en función de la acumulación de aquellos y no de sus sueños. Sociedad de esclavos todos.

Por eso me gusta la juventud. En ella, se es libre, se puede volar; se alcanzan las altas cimas y las estrellas. En ella, un beso es un viaje y el roce de la mano amada una hazaña. En ella, los ojos queridos son visibles en la multitud, rayanos del paraíso, fugitivos del Edén.

Bochincheros no, delincuentes menos. Sólo espíritus libertarios en búsqueda constante de libertad, de comprensión, de amor.

No por gusto el mártir del Gólgota sentenció: “… si no sois como niños no podréis ser dignos del Reino de Dios”.

Por eso y muchas cosas más, me gusta la juventud que no se anda por las ramas. Por ello, sin temor, como el alma de un adolescente, me nace gritar:

¡QUE VIVAN LOS ESTUDIANTES!



Carlos Maldonado
Colectivo La Gotera

Guatemala, 12 de julio de 2012

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