cierresanuales están los SDF (sin domicilio fijo) pues la casi totalidad de los albergues que les dan un descanso vital en invierno, cierran en el
bonito tiempo, aunque los caprichos meteorológicos se ensañen contra ellos con lluvias y bajas temperaturas inesperadas.
Los SDF suelen ser mujeres jóvenes que huyen del maltrato familiar, de su pareja o de su lenón, o bien las que acaban de dejar el orfanato y no encuentran trabajo; mujeres y hombres que perdieron todo por alguna adicción, hombres mayores que prefieren la situación de calle con su comunitarismo que una soledad desesperante. Viven durante el día bajo los puentes de los ríos que atraviesan muchas ciudades francesas, como el Sena de París, comen en las sopas populares
que administran voluntarios privados y alcaldías, duermen en grupos de autoprotección en las estaciones de ferrocarril o sobre rejas tibias de aeración del Metro urbano, pero acuden regularmente a un albergue para asearse y dormir en una cama. En general se distinguen de los clochards (vagabundos) por no estar orgullosos de su situación y exhibir un deseo de salir de ella, pero en particular son las mujeres jóvenes quienes más sufren, porque el no tener un refugio seguro las hace blanco de violaciones sexuales, al punto que algunas prefieren prostituirse para al menos obtener alguna ganancia
por lo mismo, mientras que otras buscan auténticamente un asilo frente a la violencia de alguien y los albergues deben esconderlas, negarlas, amurallarse, sin siempre evitar las agresiones de hermanos o cónyuges despechados, sobre todo entre las comunidades norafricanas y subsaharianas, pero no exclusivamente.
Esta situación es tal que se ha comprobado igual tasa de mortalidad en esta población marginal del neoliberalismo francés en invierno como en verano, pues cada vez cierran más albergues por falta de fondos mientras los SDF aumentan...
El número de teléfono 115 es sinónimo, en su lenguaje, de una espera media de 30 minutos con musiquita en el oído para no obtener nada... por todo ello, los SDF decidieron unirse a los trabajadores sociales que denunciaban la incapacidad para recibir las casi once mil solicitudes diarias de albergue, al tiempo que el ministerio del alojamiento anunciaba la supresión de 4 mil 500 plazas por la reducción de 25 por ciento del presupuesto en este servicio social.
Yuriria Iturriaga
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