Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.
sábado, 3 de julio de 2010
aleph: ¿Falla de tecnología o de ideología? (II)
CAROLINA ESCOBAR SARTÍ
En el artículo del jueves recién pasado concluía que el derrame provocado por la British Petroleum (BP) era una oportunidad histórica de doblar en la esquina del mundo hacia otra dirección. De lo que ya tuvimos bastante es de ese sistema de libre explotación sin regulaciones, que permite a las multinacionales convertirse en metaestados dentro de los estados nacionales y monopolizar los recursos naturales de un país (y de la humanidad), mientras se asocian con el poder económico local, arrodillan al poder político y se autorrecetan sistemas de normas y leyes para su propio beneficio.
Esa es la primera arista del problema del derrame petrolero: la imbricación de los poderes económico, político y militar en contextos de explotación de los recursos naturales. Están todos los que tienen que estar: el que corrompe, el que legitima la operación y el que cuida la puerta del negocio. Es una lógica de una muy organizada y voraz explotación de los recursos, sustentada en nuestra total dependencia de ellos. Y esa termina siendo la gran contribución de los actores sociales: la de hacerse codependientes y acríticos.
Ante un derrame de esas dimensiones no podemos hablar de un problema de tecnología, sino de ideología, sobre todo si recordamos el desastre de la Exxon en Alaska (1989), del cual no se aprendió nada. Es muy complejo; el sistema nos ha hecho dependientes del petróleo, y por ello nos sentimos, en cierta medida, culpables por lo sucedido, pero no podemos cargar con la intencionalidad antropófaga de las multinacionales que están acabando con todo. Cuando aparece la imagen del petróleo derramándose a toda velocidad en el mar, duele; cuando logran salvar a un pelícano bañado en crudo, duele; cuando se piensa en los cientos de familias de pescadores afectadas por el derrame en el Golfo de México, duele. Dan ganas de no ver las imágenes del derrame, dan ganas de no ver de qué tamaño es la estupidez humana.
Acabo de recibir una noticia que, de ser cierta, es preocupante: “Un (…) reporte que circula hoy por el Kremlin y que fue preparado para el primer ministro Putin de parte de Anatoly Sagalevich, del Instituto Shirshov de Oceanología de Rusia, advierte que el fondo marino del Golfo de México ha quedado fracturado ‘irreparablemente’ y nuestro planeta debe comenzar a prepararse para un desastre ecológico ‘más allá de toda comprensión’ a menos que se emprendan ‘medidas extraordinarias’ para detener el flujo masivo de petróleo hacia el onceavo cuerpo de agua más grande del mundo”.
Y continúa: “El llamado que hizo la BP a Sagalevich después de que comenzó esta catástrofe se debe a que él tiene el récord mundial de buceo profundo en agua dulce y su experiencia en los dos vehículos de Sumergencia Profunda de Rusia, el MIR 1 y el MIR 2, que tienen la capacidad de llevar a sus tripulaciones a una profundidad de seis mil metros (19 mil 685 pies). Según el reporte de Sagalevich, el derrame petrolero hacia el Golfo de México no está saliendo solamente del pozo de 22 pulgadas que muestran los estadounidenses en la televisión, sino de por lo menos otros 18 sitios sobre el “fondo marino fracturado”, siendo el más grande de 11 kilómetros (7 millas), desde donde se hundió la Deepwater Horizon y está vomitando a borbotones (…) unos dos millones de galones de petróleo por día”.
Tanto si es cierto lo anterior como si no, el impacto ecológico del derrame ya es mayúsculo. A más de 60 días de la tragedia se siguen contando por miles los barriles de crudo que se vierten diariamente en aguas oceánicas, pudiéndose limpiar apenas un bajísimo porcentaje de este petróleo. Y dos cosas me provocan un desencanto mucho más profundo que las cifras millonarias sobre los daños económicos y ambientales del desastre: la imagen de un líquido negro vaciándose en el mar a una gran velocidad sin que alguien haga algo, y la de una hembra de pelícano con su cría, completamente bañadas de una sustancia negra, aceitosa y mortal. Algo estamos haciendo muy mal.
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