Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

lunes, 6 de enero de 2014

La sombra del Subcomandante Marcos

Entrevista con el Mayor Maryto, del núcleo fundador del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)
Por Sandra Weiss (*)
OCOSINGO, Chiapas – El testimonio del Mayor Maryto retrata una vida de vicisitudes: desde la infancia en el corazón de la rebelión urdida en forma silenciosa durante una década en las remotas cañadas que surcan las montañas de Los Altos del norte de Chiapas, hasta alcanzar el rango de mayor entre los insurgentes; y finalmente convertirse en guardaespaldas y sombra del jefe de la rebelión, el Subcomandante Marcos. El 1 de enero se cumplen 20 años del alzamiento de la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y han transcurrido 30 desde su fundación en noviembre de 1983. Al contrario de la imagen de un movimiento indígena en defensa de los derechos de los pueblos originarios de México que ha quedado en la memoria colectiva, comandados por un barbado mestizo encapuchado, la historia Mayito revela la génesis clandestina de una tardía guerrilla marxista ortodoxa. Dos décadas más tarde, el rostro bélico de la rebelión se ha esfumado. Bajo una palapa en Ocosingo, este hombre de 43 años ofrece a Dominical Milenio y ContraPunto, el relato de su década de vida clandestina.
¿Cómo se contactó con el zapatismo por primera vez?
Tuve contacto desde 1983, simplemente porque yo quise estudiar. Me contactó Lázaro Hernández Vázquez en Ocosingo. “Mejor vete a México, allá vas a poder seguir estudiando, vas a estar con los compas”, me dijo. Yo no sabía entonces qué era eso de “los compas”. Era muy chamaco, 14 o 15 años, y quería salir corriendo de la casa porque mi papá tomaba mucho. No me compraba ni zapatos ni pantalón, estaba bien jodido. Con esa vida no quería estar, quería estudiar y estar mejor.
¿Dónde estaban las tierras que trabajaba?
Mi papá tiene como ejidatario unas 20 hectáreas, pero estamos nosotros, los ocho hermanos, también como ejidatarios en la primera ampliación de la comunidad. Es el ejido Las Tasitas, cerca de La Garrucha. Sembraba café, cuidaba el potrero, cultivaba maíz. En julio de 1985 me fui en camión a la Ciudad de México. Según yo iba a estudiar, pero llegando allá fue pura política. Nos pusieron a aprender defensa personal, el combate cuerpo a cuerpo, el orden cerrado, cómo debe prepararse un militar. Nos empezaron a dar algunas teorías militares, nos empezaron a enseñar a costurar y fabricar las mochilas guerrilleras, los zapatos guerrilleros con tacones de llantas. Nos enseñaron a fabricar uniformes, camisas, hasta estas gorras había que hacerlas.
¿Y políticamente qué les enseñaron?
Políticamente es mucho. Nos fueron a mostrar cómo era la pobreza. Nos mostraron cómo es que la gente está pobre. Por qué hay pobreza en las comunidades.
¿Y cuál era la explicación de ellos?
La explicación era que al gobierno no le interesa apoyar a la gente pobre, prefieren hacerse más ricos que apoyar a la gente pobre. Al gobierno no le interesa hacer carreteras para que las comunidades se desarrollen. Y era cierto, en ese entonces era pura brecha por donde nosotros caminábamos. Había que conocer por qué la gente está jodida. Los precios del ganado y del café, no lo ponen los campesinos sino los coyotes. Nos explicaban que por eso es que hay mucha pobreza. Sobre todo que la tierra no la tiene la gente campesina sino los terratenientes. Era cierto. Las comunidades vivían en la sierra. Allí había motivos para que se levantara la gente a pelear. Tardamos casi un año en el entrenamiento.
¿Quiénes eran los maestros o instructores?
Los maestros en ese entonces eran el Comandante Germán, el Comandante Rodrigo, y el Subcomandante Daniel, eran los maestros y la Capitán Cecilia que estaba en la montaña y la mandaron a la ciudad enseñar a los nuevos que se habían ido de acá. Ella fue la jefa, era pura gente indígena.
¿Y los no indígenas?
Los blancos fueron poquitos los que entraron. Entre 20 gentes te encontrabas dos o tres de la ciudad de México, la mayoría era gente de la selva de Chiapas.
¿Qué hizo cuando regresó a la selva?
Llegué como subteniente. Empecé a entrenar tropa. Tuve el mando de una sección que éramos cuatro. Es la unidad ideal para moverse en el terreno, porque la guerrilla debe ser poco. Empecé a caminar con ellos. Les daba teoría militar, cómo hacer una emboscada.
¿Tenían armas?
Tenía una Mini 14 desde que vine de la Ciudad de México. Los otros cuatro se fueron armando poco a poco. Los que eran insurgentes y se dedicaban a entrenarse allá en la montaña sí tenían armas todos. Los que no tenían era la gente de las comunidades.
¿Y Cómo llegaban las armas a la selva?
Había una comisión encargada de llevar las armas a una comunidad segura y esa misma gente trataba de cargar las armas hasta el campamento. En la carretera nos movíamos con armas y no pasaba nada. No había en ese entonces ejército.
¿Usted fue asignado como guardaespaldas al Subcomandante Marcos. Cuánta gente lo protegía?
Siempre fuimos cuatro nada más
¿Cómo fue que se lo presentaron?
Vine de la Ciudad de México y me mandaron a un campamento. Nos acomodaron a unas banquitas, y como a los  15 minutos llegó el Marcos con mucha barba. Nos pasó a saludar y se presentó y desde ese momento fue mi jefe. En ese entonces nunca había visto a un hombre tan barbón. Tiene mucha barba y el pelo muy largo, prácticamente lo había copiado al Che Guevara. La ropa muy sucia, le gusta así.
¿Como persona, qué recuerdo guarda de él?subcomandante-marcos-ezln
Como persona es buena gente. Creó que aprendí mucho de él, algunas mañas (risas). El nos enseñaba. Sobre todo en la administración de los recursos. Nos decía que había que saber racionar lo poco que teníamos. Lo poco que cooperaban las comunidades. Lo que había de comer eran frijoles y arroz todos los días, tortillas tostadas o totopos. Carne muy de vez en cuando, una vez al mes.
¿Qué le enseñó Marcos?
Nos enseñó mucha defensa personal, a ser desconfiados. Cuando había que dormir, siempre buscaba que su gente se quedara incómoda, porque dice que cuando se duerme incómodo uno siempre está pendiente. Nosotros dormíamos en madera o en hamaca.
¿Ya usaba pasamontañas?
Jamás usé pasamontañas. Eso empezó cuando comenzaron los combates.
¿Y a usted le gustaba esa vida de armas?
Pues sí porque no aprendí otra cosa. Tardé allí nueve años, tardé en  reaccionar que no era el camino.
¿Cómo vivió el año 94?
En 94 yo ya no estaba. Me salí el 20 de febrero de 1993, menos de un año antes del levantamiento. Porque mi papá era base de apoyo y tomaba mucho. Lo empezaron a castigar, a dejar afuera de la organización. Ya no le pasaban información. Y en una ocasión fui a ver a mi familia. Entonces alguien de la organización dijo a Marcos que fui a ver a mi familia; y le dijo que fui a una reunión para avisar que ya no iba a estar en la organización. Y yo nunca fui, simplemente hay gente que no estaba de acuerdo con nosotros y me buscaron un chisme. Y por ese chisme Marcos me empezó a dejar afuera. Ya tenía el rango insurgente de mayor. Pero me empezaron a  dejar sin información. Entonces mejor tuve que buscar por otro lado.
¿Cómo fue ese proceso de salirse del zapatismo?
Pues fue duro para mí. Estando en la guerrilla te entregas al cien por ciento. No trabajas con tu familia, te independizas y además te pasas al lado de la organización. Por lo tanto no tienes nada en la comunidad. No tienes casa, no tienes cafetal, no tienes para la comida. ¿De dónde va a salir la pavita? Entonces cuando me decidí salir tuve que ir  a conseguir trabajo en Mérida y en Cancún.
¿De qué trabajaba si no sabía más que ser guerillero?
Es que en Cancún fui a cuidar hotel. Luego en Mérida me puse a trabajar con machete, a limpiar potreros. Me viene a Tabasco, donde fui encargado en un rancho de cuidar y ordeñar vacas.
¿Cuando regresó a esta zona?
Regresé cuando empezó el levantamiento. Andaba trabajando de maestro comunitario, porque mi papá era líder de una organización y ya me dieron chance de trabajar en esa organización
¿Lo tomó de sorpresa el levantamiento?
No, ya lo sabíamos, porque se hizo una reunión el 23 de enero de 1993, en una comunidad que se llama ejido El Prado. Allí sacaron el acuerdo de empezar con las hostilidades, y yo me salí  un mes después.
¿Cómo fue la vida después de 1994, después  del levantamiento armado?
La comunidad se dividió, un grupo se fue con la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC) “Unión de Uniones” que se había fundado en 1988 y otro grupo se fue con el Ejército Zapatista. Mi familia se fue con la ARIC Unión de Uniones, de la que mi papá era líder. Ellos negociaron con el gobierno para que no entrara en las comunidades.
¿Tuvo consecuencias para usted y su familia dejar al zapatismo?
Pues sí porque los zapatistas no estaban de acuerdo. Yo trabajaba en esa comunidad como maestro y nos cerraron las escuelas, no querían que diéramos clases, Si teníamos hortalizas llegaban y las cortaban en pedazos y lo dejaban tirado todo. Hubo mucho conflicto entre nosotros y por eso nos decidimos a salir y en 1994 dejamos las tierras de mi papá y de nosotros
¿Cuál fue su reacción?
Eso me dio mucho coraje, porque había perdido tanto tiempo con ellos y a  la mera hora nos terminaron corriendo a toda la comunidad. Allí empecé a pensar en que era mejor irme a la ciudad y ponerme a trabajar. Y así fue.
¿Los zapatistas habían tomaron sus tierras?
Sí, pero poco a poco las fueron dejando abandonadas. A lo mejor cuando en la comunidad eran un 90 por ciento de zapatistas era así. Pero ahorita un 10 o un 5 por ciento son zapatistas y ahora sí vale la voz de esta mayoría. Eso es lo que pasó.
¿Y por qué la gente se salió del zapatismo?
El principal problema es la pobreza. Porque al estar como zapatistas los obligan a que no reciban ningún apoyo del gobierno. ¿Y entonces la gente qué va a hacer? Si ahora ya no hay finqueros allá, y no hay ganaderos que den trabajo a esa gente que quiere trabajar y quiere comer, entonces de donde va a venir? Por eso mucha gente decide salir y se va a alguna organización diferente a los zapatistas, y empiezan a gestionar proyectos para poder subsistir. Los zapatistas les han prometido algo que nunca van a ver.
¿Por qué no han podido cumplir los zapatistas?
El EZLN no tiene dinero suficiente para meter tractores en las comunidades, para poner a trabajar a esa gente, que haya producción para vender y solventar  las necesidades de las comunidades. ¿Y entonces qué hace la gente? Tiene que salir a por lo menos buscar por dónde vive. Hora hay poca gente que está en lo que ellos llaman su “resistencia”. Por aquí pasa el cable de luz y ellos están a un lado en la oscuridad. Y los que no están en la  “resistencia” tienen luz, bonito, hasta escuelas tienen luz, su campo deportivo tiene luz. Pero eso es muy poco, son más los que quieren vivir bien y ver la luz.
¿Y ahora qué piensa de todo el marxismo y lo que le enseñaron los zapatistas?
Es que ya lo dejé por un lado. A mí manera de ver, está bien bonito como lo decía Marx  que no debe haber pobres, que debe estar parejo. Pero en un sistema socialista el cabrón que no trabaja también va a ganar y comer como yo que trabajo mucho. Entonces mejor no voy a trabajar, porque al que no trabaja también le toca su ración. Así nadie va a trabajar. Por lo tanto es mejor el capitalismo, donde voy a trabajar con más provecho; porque nadie me va a quitar mi trabajo.
¿Qué fue lo positivo  del zapatismo en 20 años?
Le abrieron los ojos al gobierno. Hace mucho nosotros no podíamos establecer un negocio como el que tenemos ahorita, porque a la gente campesina o de raza indígena no nos tomaban en cuenta. Ahora sí, donde quiera están abiertas las oficinas y nos tratan parejo. El que quiera poner un negocio que lo ponga, sólo tiene que pagar impuestos. Eso antes no se podía, es un gran cambio.
(*) La autora ha publicado este trabajo en Dominical Milenio de México y lo ofrece también a ContraPunto, en exclusivo para El Savador

No hay comentarios: