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lunes, 13 de enero de 2014

La gente debería saber qué está pasando realmente


Programa Drones de los EE.UU.

Viento Sur

Siempre que leo comentarios de políticos defendiendo el programa Unmanned Aerial Vehicle Predator and Reaper – también conocido como drones – desearía poder plantearles algunas cuestiones: empezaría con ésta: “¿A cuántos hombres has visto arrastrarse por los campos, tratando de conseguir ayuda en el campamento más cercano mientras sangra abundantemente por sus piernas cortadas?”. O incluso, más directamente: “¿A cuántos soldados has visto morir al borde de la carretera en Afganistán porque nuestros siempre-muy-precisos UAVs – aviones no tripulados, en sus siglas en inglés – fueron incapaces de detectar un IED – artefacto explosivo improvisado – que esperaba a su convoy?”.

Pocos de los políticos que proclaman tan abiertamente los beneficios de los drones tienen alguna idea de cómo funcionan realmente. Yo, en cambio, he visto estas horribles visiones de primera mano. Conocía el nombre de algunos de los jóvenes soldados que vi sangrar hasta la muerte al borde de la carretera. He visto jóvenes en edad militar morir en Afganistán, en campos desiertos, a lo largo de las orillas de los ríos y, algunos, cerca de los campamentos, donde sus familias estaban esperándolos cuando volvían a casa desde la mezquita.

Los militares estadounidenses y británicos insisten en que éste es un programa experto y, a pesar de ello, es curioso cómo sienten la necesidad de entregar información errónea, escasa o ninguna, sobre la muerte de civiles e informes tecnológicos manipulados sobre las capacidades de los drones. Estos incidentes no son aislados: la tasa de víctimas civiles no ha bajado a pesar de lo que gusta decir a nuestros representantes de Defensa.

Lo que la gente necesita entender es que, normalmente, la imagen proporcionada por un drone no es lo suficientemente clara para detectar a alguien con un arma, incluso en un día cristalino con pocas nubes y una luz perfecta. Esto hace que para los mejores analistas sea increíblemente difícil identificar con seguridad si alguien lleva armas. Un ejemplo que me viene a la cabeza: “La trasmisión está muy pixelada, ¿y si se trata de una pala, y no de un arma?”. Yo, como el resto de mis compañeros que analizaban los drones, sentía esta confusión constantemente. Siempre nos preguntábamos si matábamos a la gente correcta, si atacábamos a la gente equivocada, si destruíamos una vida inocente…, todo a causa de una mala imagen o un mal ángulo.

Es también importante que la gente comprenda que hay seres humanos que operan y analizan la inteligencia de estos drones. Lo sé porque yo era uno de ellos, nada puede prepararte para una rutina casi diaria de misiones de vigilancia aérea en una zona de guerra. Los defensores de los drones claman que las tropas que trabajan de esta forma no se ven afectadas por esta forma de combate ya que nunca están directamente ante un peligro físico.

Pero aquí está el tema: puede que yo no haya pisado directamente el suelo de Afganistán, pero he visto partes del conflicto con gran detalle durante días y días. Conozco la sensación que se experimenta cuando se ve a alguien morir. El horror te va cubriendo. Y cuando estás expuesto a esto una y otra vez se vuelve como una pequeña pantalla de vídeo instalado en tu cabeza, que se repite permanentemente, causando un dolor psicológico y sufriendo de una forma que espero que nadie llegue a experimentar. Las soldados encargados de los drones son víctimas no solo de los recuerdos constantes que este trabajo acarrea, sino también de la culpa de no estar siempre seguros de saber si las confirmaciones de armas hostiles eran correctas o no.

Por supuesto, fuimos entrenados para no experimentar estas sensaciones, y luchamos, y nos volvimos amargos. Algunos buscan ayuda psicológica en clínicas facilitadas por el ejército, pero en ellas estamos limitados sobre con quién podemos hablar y dónde, debido al secreto de nuestras misiones. Me parece llamativo que no se informe de las estadísticas sobre suicidios en este terreno, que no haya datos de la cantidad de soldados que trabajan con drones y están medicados por depresión, desórdenes del sueño y ansiedad.

Recientemente, The Guardian publicó un comentario del Secretario de Estado para la Defensa de Gran Bretaña, Philip Hammond. Desearía poder hablarle de dos amigos y colegas que perdí un año después de dejar el ejército, al suicidarse. Estoy seguro de que él no ha tenido noticias de este pequeño pedacito del secreto programa de los drones, de lo contrario seguramente tendría que echar un vistazo más de cerca al programa antes de volver a defenderlo.

Los drones en Oriente Medio son usados como armas, no como protección, y mientras la gente sigue ignorando esto, esta seria amenaza a la inviolabilidad de la vida humana – en casa y en el extranjero – continuará.

Nota del editor: Heather Linebaug no posee ningún material clasificado y ha cumplido su acuerdo de no-divulgación desde el momento de su descarga.
Traducción: VIENTO SUR

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