Programa Drones de los EE.UU.
Viento Sur
Siempre que leo comentarios de políticos defendiendo el programa Unmanned Aerial Vehicle Predator and Reaper – también conocido como drones
– desearía poder plantearles algunas cuestiones: empezaría con ésta:
“¿A cuántos hombres has visto arrastrarse por los campos, tratando de
conseguir ayuda en el campamento más cercano mientras sangra
abundantemente por sus piernas cortadas?”. O incluso, más directamente:
“¿A cuántos soldados has visto morir al borde de la carretera en
Afganistán porque nuestros siempre-muy-precisos UAVs – aviones no
tripulados, en sus siglas en inglés – fueron incapaces de detectar un
IED – artefacto explosivo improvisado – que esperaba a su convoy?”.
Pocos de los políticos que proclaman tan abiertamente los beneficios de los drones
tienen alguna idea de cómo funcionan realmente. Yo, en cambio, he visto
estas horribles visiones de primera mano. Conocía el nombre de algunos
de los jóvenes soldados que vi sangrar hasta la muerte al borde de la
carretera. He visto jóvenes en edad militar morir en Afganistán, en
campos desiertos, a lo largo de las orillas de los ríos y, algunos,
cerca de los campamentos, donde sus familias estaban esperándolos
cuando volvían a casa desde la mezquita.
Los militares
estadounidenses y británicos insisten en que éste es un programa
experto y, a pesar de ello, es curioso cómo sienten la necesidad de
entregar información errónea, escasa o ninguna, sobre la muerte de
civiles e informes tecnológicos manipulados sobre las capacidades de
los drones. Estos incidentes no son aislados: la tasa de
víctimas civiles no ha bajado a pesar de lo que gusta decir a nuestros
representantes de Defensa.
Lo que la gente necesita entender es que, normalmente, la imagen proporcionada por un drone
no es lo suficientemente clara para detectar a alguien con un arma,
incluso en un día cristalino con pocas nubes y una luz perfecta. Esto
hace que para los mejores analistas sea increíblemente difícil
identificar con seguridad si alguien lleva armas. Un ejemplo que me
viene a la cabeza: “La trasmisión está muy pixelada, ¿y si se trata de
una pala, y no de un arma?”. Yo, como el resto de mis compañeros que
analizaban los drones, sentía esta confusión constantemente.
Siempre nos preguntábamos si matábamos a la gente correcta, si
atacábamos a la gente equivocada, si destruíamos una vida inocente…,
todo a causa de una mala imagen o un mal ángulo.
Es también importante que la gente comprenda que hay seres humanos que operan y analizan la inteligencia de estos drones.
Lo sé porque yo era uno de ellos, nada puede prepararte para una rutina
casi diaria de misiones de vigilancia aérea en una zona de guerra. Los
defensores de los drones claman que las tropas que trabajan de
esta forma no se ven afectadas por esta forma de combate ya que nunca
están directamente ante un peligro físico.
Pero aquí está el
tema: puede que yo no haya pisado directamente el suelo de Afganistán,
pero he visto partes del conflicto con gran detalle durante días y
días. Conozco la sensación que se experimenta cuando se ve a alguien
morir. El horror te va cubriendo. Y cuando estás expuesto a esto una y
otra vez se vuelve como una pequeña pantalla de vídeo instalado en tu
cabeza, que se repite permanentemente, causando un dolor psicológico y
sufriendo de una forma que espero que nadie llegue a experimentar. Las
soldados encargados de los drones son víctimas no solo de los
recuerdos constantes que este trabajo acarrea, sino también de la culpa
de no estar siempre seguros de saber si las confirmaciones de armas
hostiles eran correctas o no.
Por supuesto, fuimos entrenados
para no experimentar estas sensaciones, y luchamos, y nos volvimos
amargos. Algunos buscan ayuda psicológica en clínicas facilitadas por
el ejército, pero en ellas estamos limitados sobre con quién podemos
hablar y dónde, debido al secreto de nuestras misiones. Me parece
llamativo que no se informe de las estadísticas sobre suicidios en este
terreno, que no haya datos de la cantidad de soldados que trabajan con drones y están medicados por depresión, desórdenes del sueño y ansiedad.
Recientemente,
The Guardian publicó un comentario del Secretario de Estado para la
Defensa de Gran Bretaña, Philip Hammond. Desearía poder hablarle de dos
amigos y colegas que perdí un año después de dejar el ejército, al
suicidarse. Estoy seguro de que él no ha tenido noticias de este
pequeño pedacito del secreto programa de los drones, de lo contrario seguramente tendría que echar un vistazo más de cerca al programa antes de volver a defenderlo.
Los drones
en Oriente Medio son usados como armas, no como protección, y mientras
la gente sigue ignorando esto, esta seria amenaza a la inviolabilidad
de la vida humana – en casa y en el extranjero – continuará.
Nota
del editor: Heather Linebaug no posee ningún material clasificado y ha
cumplido su acuerdo de no-divulgación desde el momento de su descarga.
Traducción: VIENTO SUR
No hay comentarios:
Publicar un comentario