Guatemala, 8 ene (PL) La edad de la inocencia es una etapa que muchos menores guatemaltecos desconocen. Por lo menos eso indica el escalofriante número que acaba de divulgar la Fiscalía: siete mil niños y adolescentes estuvieron vinculados a delitos en 2013.
Ese total supera en tres mil 227 los reportados el año anterior en esta nación centroamericana de 15 millones de habitantes.
En la cifra se incluyen violaciones, asesinatos, secuestros y extorsiones ejecutadas por niños y adolescentes.
Miles de guatemaltecos dejan de recrearse en los primeros años de su vida y saltan al vacío de la supervivencia en un ambiente de criminalidad, droga y muerte; obligados a practicar la ley del más fuerte en esa selva que para ellos se ha convertido la vida.
Muchos infantes son reclutados desde los seis años para transportar narcóticos ilegales, armas y mensajes entre pandillas, reveló un estudio difundido en el último cuatrimestre de 2013 por el viceministro de Prevención y Niñez del Ministerio de Gobernación (Interior), Arkel Benítez.
Esa investigación arrojó que los muchachos de 13 a 17 años son forzados a cometer homicidios, lo cual forma parte de un ritual para demostrar filiación al grupo antisocial al cual pertenecen.
Al respecto, el funcionario Benítez afirmó que a esos pequeños no se les pueden llamar sicarios, pues son obligados a matar.
Los pandilleros, precisó el análisis, amenazan y ofrecen incentivos a los menores con el objetivo de captarlos.
A juicio de Benítez, los padres permiten que los niños hagan esas actividades por temor o porque entra más dinero a sus casas.
El funcionario ha precisado que los grupos dedicados al narcotráfico prefieren a menores y mujeres para la manufactura de estupefacientes ilegales, pues la finura de sus dedos les facilita el manejo de plantas como la marihuana y la amapola.
De acuerdo con la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia, el 95 por ciento de los menores que cometen delitos son pobres.
Según cifras oficiales, dos de cada tres adolescentes no asisten a la secundaria, situación que facilita el crecimiento de este fenómeno social que nace a raíz de ciertas condiciones desfavorables surgidas desde el hogar.
El alcoholismo, la despreocupación de padres sobre el paradero de sus hijos durante el día mientras ellos trabajan, el autoritarismo, el apañamiento de malas conductas y la falta de comunicación entre las partes coadyuvan al desarrollo de este dilema, opinan especialistas.
Estadísticas de la Presidencia dan cuenta de que al menos 820 niños y adolescentes están recluidos en centros por haber cometido algún delito.
Cada año un promedio de 50 homicidios son perpetrados por menores en Guatemala, según estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Un arma en este país puede alquilarse o comprarse en el mercado informal por unos mil quetzales (125 dólares), sostienen autoridades de la Instancia de Monitoreo y Apoyo a la Seguridad Pública y el Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible.
Varios estudios señalan que la violencia es un problema estructural en esta nación, donde seis mil 72 personas resultaron asesinadas durante 2013, 47 más que las contabilizadas en 2012, acorde con estadísticas oficiales.
La disminución de los homicidios en Guatemala fue la principal promesa de la campaña electoral del presidente Otto Pérez Molina, quien este 14 de enero cumple dos años en el sillón Ejecutivo, la mitad de su mandato.
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