Loreta Telleria Escobar
Rebelión
En diciembre de 2008, se creó uno de los más ambiciosos proyectos en materia de seguridad regional en el marco de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). El naciente Consejo de Defensa Suramericano (CDS), formado por 12 países, tenía entre sus objetivos principales[2]: a) Consolidar Suramérica como una zona de paz; b) Construir una vasta identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe; y c) Generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa. Tras casi diez años de vida, estos objetivos se han ido difuminando por causa de intereses foráneos, la emergencia de nuevos roles y el surgimiento de peligrosas muestras de deliberación militar anti democráticas. Tal como una peligrosa amenaza reaccionaria, la región corre el riesgo de ocupar nuevamente el papel de peón en el tablero de defensa hemisférico.
El despliegue de Estados Unidos
No son pocos los motivos para afirmar que el gobierno de Estados Unidos, a través del Comando Sur, viene cooptando uno a uno a los países de la región para cumplir su objetivo estratégico, que no es otro que el control del territorio latinoamericano, y en nuestro caso, del Cono Sur del continente.
Si bien existen países que históricamente han respondido a la directiva norteamericana en materia de defensa, tal es el caso de Colombia, Perú, Chile y Paraguay; existen otros, que con el cambio de sus respectivos gobiernos de corte progresista, mismos que promovieron la creación de UNASUR y el CDS, hoy en día están dando un viraje preocupante hacia el norte, es el caso de Brasil, Argentina y Ecuador.
Una revisión de los acontecimientos en materia de Defensa en los últimos meses, confirman lo expuesto, y nos muestra hacia dónde se dirige lo que podría denominarse una intervención consentida del Comando Sur en la región. En el caso de Colombia, no pasa desapercibida la visita del Presidente Juan Manuel Santos al Comando Sur en abril del presente año, con el fin de imponerle una condecoración, señalando en dicha ocasión que “Colombia es y seguirá siendo el socio estratégico más fuerte de la nación norteamericana en la Región”.[3] Esa actitud se vio respaldada dos meses después con el despliegue de la Fuerza de Tarea Especial Marítima Aire-Tierra del Comando Sur (SPMAGTF-SC), en el cuál por primera vez un latinoamericano, en este caso un militar de la marina colombiana, es nombrado miembro del personal de comando[4], lo que junto a su calidad de anfitriona en septiembre próximo del Ejercicio Multinacional UNITAS LIX - 2018, en la que se espera contar con la participación de 18 unidades navales del continente[5], muestra su indeclinable compromiso con la política de seguridad hegemónica.
Al parecer los ejercicios conjuntos son la punta de lanza de la intervención en materia de defensa. En el caso de Perú, en abril se dio el ejercicio marítimo Silent Forces Exercise (SIFOREX), dedicado fundamentalmente a la guerra antisubmarina, con entrenamientos de interdicción o de búsqueda y rescate en superficie.[6] Del mismo modo, fue invitado por el Comando Sur a participar en el “Beyond the Horizon 2018”, en El Salvador.[7] Por su parte, Chile también tiene premios a su constancia. Este año ocupará la Comandancia de los ejercicios RIMPAC, evento organizado por la Armada de Estados Unidos cuyo objetivo es mejorar la interoperabilidad entre Fuerzas Armadas de países con costa Pacífica.[8] De igual forma, un militar chileno fue nombrado el primer subcomandante general de interoperabilidad del Ejército Sur de los Estados Unidos (ARSOUTH). [9]
Argentina con el gobierno de Mauricio Macri es otro ejemplo de total alineamiento. Lo que fue demostrado abiertamente durante la Cumbre de las Américas de Lima realizada en el mes de abril, cuando dio todo su apoyo a la acción militar llevada adelante por Estados Unidos (junto a Francia y Gran Bretaña) contra Siria.[10] Por otra parte, fue en mayo del presente año, cuando se realizó un ejercicio militar conjunto, contra el uso de armas de destrucción masiva, con el Ministerio de Defensa de Estados Unidos. [11]
Lo mismo sucede en Brasil con el gobierno de Temer. No es normal que en noviembre de 2017 se haya realizado en aquel país el AmazonLog 17, un ejercicio multinacional interagencias, donde militares de Colombia, Perú y Estados Unidos junto con los anfitriones, llevaron a cabo en el corazón de la Amazonía la Operación América Unida. Evento que fue precedido por una gran feria de armas cuyo principal patrocinador fue Israel.[12] Durante el 2018 la relación fructificó aún más, con la creación de un foro permanente de seguridad entre ambos países.[13]
En este mismo escenario, Ecuador no deja de sorprender por su viraje estratégico. De pronto se ha convertido en el niño mimado del imperio, y sus estrechas relaciones en materia de Defensa con Estados Unidos avanzan a pasos agigantados. Fue a partir del incidente fronterizo con Colombia, en el cual se dieron violentos ataques atribuidos a un grupo disidente de las FARC con lamentables saldos humanos, que las relaciones cobraron relevancia, no solo manifestada en visitas de altos mandos del Comando Sur, del Subsecretario de Defensa de Estados Unidos, y del propio Vicepresidente Mike Pence, sino de la construcción de una institucionalidad bilateral en materia de seguridad, como es el caso de la “Unidad de Investigaciones Criminales Transnacionales”, que desarrollará operaciones y estrategias conjuntas para enfrentar las actividades narcodelictivas que se registran en la frontera colombo-ecuatoriana.[14]
La seguridad pública como nueva opción
Si bien los militares tienen roles específicos, no en pocos países esos roles se han ido ampliando a temas de seguridad pública con resultados poco alentadores en materia de derechos humanos. El caso más emblemático de estos nuevos roles desempeñados por militares es sin duda Brasil. A mediados de febrero, el Presidente Temer decretó la intervención militar en Río de Janeiro, alegando el descontrol de la inseguridad. A partir de entonces las Fuerzas Armadas están al mando de esa jurisdicción y controlan todos los cuerpos policiales, el servicio de inteligencia, los bomberos y el sistema penitenciario, algo que no había ocurrido antes en democracia.[15] Lo peor de todo, es que si la intervención no logra frenar la violencia, el paso siguiente será la implementación de mayores medidas de control, todas ellas cubiertas de impunidad.
Por su parte, el Presidente de Argentina Mauricio Macri, ya dio a conocer su intención de que las Fuerzas Armadas colaboren con las fuerzas de seguridad para proteger a los argentinos[16], lo que implicaría un cambio de la normativa Argentina, que tanto significado tiene para la democratización de la institución militar de aquel país y la región. En este mismo ámbito, pueden incorporarse las acciones militares peruanas en la zona del VRAEM, donde en palabras de los mismos oficiales, es gracias a los entrenamientos en Estados Unidos y a las visitas del Comando Sur, que se incrementó su participación en operaciones contra el narcoterrorismo, el tráfico de drogas y la minería ilegal en dicha zona.[17]
Una Zona de paz en riesgo
En la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizada el año 2014 en La Habana, los países miembros declararon a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, y reafirmaron el principio de no intervención directa o indirecta en los asuntos internos de cualquier otro Estado. No obstante esta Declaración, Colombia en mayo de 2018, proclamó su unión en calidad de “socio global” a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)[18], máximo exponente de la invasión militar en el mundo después de la Guerra Fría. Por paradójico que parezca, un premio Nobel de la Paz (2016), hoy en día trae a territorio latinoamericano el pivote del militarismo mundial.
Al parecer, esta situación se muestra coincidente con el elevado nivel de violencia que vive actualmente ese país. Si bien se logró concretar el acuerdo de paz con las FARC a fines de 2016, el número de víctimas de ejecuciones extrajudiciales en el año 2017 subió en un 20% en comparación con las cifras del 2016. Según la Defensoría del Pueblo, entre el 1 de enero de 2016 y el 30 de junio de 2018 han sido asesinados 311 ciudadanos colombianos que se dedicaban a ser líderes sociales y defensores de derechos humanos".[19]
Pero la OTAN no es la única amenaza a la paz de la región, lo es también la estrategia de Estados Unidos para dar fin con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, utilizando para esto, su alianza con países del Cono Sur. La visita en los últimos meses del Vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, a Colombia, Argentina, Chile, Brasil y Ecuador, revela el plan de alineamiento anti Venezuela, que sin duda esconde un alto nivel de violencia y la consecuente violación manifiesta del principio de no intervención y respeto a la soberanía de los Estados.
El peligro del protagonismo militar
Finalmente, en el mapeo regional del sector Defensa, no puede obviarse el inusitado protagonismo de los militares en el país más grande de la región, como es el caso de Brasil. La advertencia realizada por el Comandante en Jefe del Ejército, vía Twitter, al Tribunal Supremo mientras deliberaba para decidir sobre el hábeas corpus de Lula, junto con otros pronunciamientos de generales en retiro, solo es parte de una serie de episodios que reflejan la emergencia del poder militar en aquel país.[20]
Lo más representativo de esta problemática es la designación del general Joaquim Silva e Luna como ministro de Defensa, primer militar que ocupa esa cartera desde que fue creado dicho Ministerio en 1999. A lo que se suma la norma que aprobó el Congreso para restablecer la competencia de la justicia militar, en aquellos delitos relacionados con la seguridad pública. Es más, para las elecciones de octubre próximo, 71 militares brasileños presentaron sus candidaturas a las vacantes en el Congreso, el Poder Ejecutivo y el Distrito Federal. De hecho, un ex capitán del Ejército, Jair Bolsonaro, con una posición ultraderechista, está ubicado en las encuestas electorales en el segundo lugar, después de Lula.[21]
En este tema, el problema no radica en que los militares en retiro se postulen a cargos públicos, radica en que su virtual protagonismo en situaciones de inestabilidad democrática los vuelva a ser partícipes de gobiernos con tintes dictatoriales.
A manera de cierre…
El actual panorama de Defensa en el Cono Sur del continente se muestra fragmentado y contrapuesto. Mientras varios países apuestan por el alineamiento a las políticas de seguridad de Estados Unidos, contraviniendo de esta forma los principios básicos de no intervención y respecto a la soberanía, incorporando nuevos roles de seguridad pública a sus Fuerzas Armadas e incrementando el nivel de violencia en la región; otros pocos, como es el caso de Venezuela, Bolivia y en cierta medida Uruguay, cada uno con particularidades específicas, buscan alternativas al poder hegemónico, como es la firma de acuerdos en materia de Defensa con países como Rusia, China o Irán.
Lo lamentable en este escenario, es que aquellos objetivos inteligentemente consignados por el CDS el año 2009, sobre la consolidación de una Zona de paz, la búsqueda de una identidad común y la construcción de consensos e integración regional, cada día están más lejos de ser una realidad.
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