Democracy Now!
“Todos los gobiernos
mienten” solía decir el legendario periodista estadounidense I.F. Stone.
Stone dedicó su vida a informar sobre la corrupción en el seno de las
altas esferas del poder y publicó durante casi 20 años, hasta su retiro
en 1971, el semanario independiente I.F. Stone Weekly, un
periódico en donde publicaba de manera regular noticias de envergadura,
basadas en investigaciones rigurosas e incisivas. Reveló, por ejemplo,
cómo el entonces presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, explotó
de forma engañosa el incidente de la Bahía de Tonkin en 1964 para
escalar la participación estadounidense en Vietnam. Stone produjo
algunos de los informes de investigación más impactantes sobre la
industria tabacalera y el poder que ejercía sobre el Congreso. La
afirmación de Stone de que todos los gobiernos mienten ha resistido la
prueba del tiempo y parece notablemente adecuada ahora, en la era del
presidente Donald Trump, que bien podría ser considerado como el más
mentiroso de todos los presidentes de Estados Unidos. Cuando los medios
informan con precisión sobre las descaradas mentiras de Trump, este los
ataca y ha llegado a calificar a la prensa como “el enemigo del pueblo”.
Los periodistas acreditados en la Casa Blanca, que son los principales
destinatarios de las constantes expresiones peyorativas de Trump,
manifiestan cada vez más la preocupación por su seguridad en los
numerosos actos de campaña de Trump, en los que incita a sus seguidores a
ir contra ellos. En un acto esta semana en Fort Drum, en el norte del
estado de Nueva York, Trump dijo:
“Estoy tan orgulloso de mí mismo. No
los llamé ‘medios de noticias falsas’. Me dije a mí mismo: ‘Hoy no.
Frente a nuestras maravillosas fuerzas armadas, no las llamaré noticias
falsas. Sabemos cuál es la verdad, pero no lo diremos hoy’”. Haciendo
alarde de su moderación, Trump calificó dos veces a la prensa como
“medios de noticias falsas”. Trump no va a ceder y evidentemente no va a
cambiar.
El presidente Trump depende de los medios de
comunicación para repetir –y así amplificar– sus mensajes de odio.
Varios canales de noticias han dado el importante paso de no emitir en
vivo, de principio a fin, sus actos políticos. Esa fue la vergonzosa
práctica que le concedió a la campaña de Trump más de mil millones de
dólares en tiempo de aire gratis. Pero sí se debe informar sobre los
tuits de Trump. Un tribunal dictaminó que estos constituían
declaraciones oficiales de la Casa Blanca, y que influyen en la
política. La profundidad de su racismo, su misoginia, su islamofobia y
su violencia es tan relevante como grotesca. Esta semana calificó de
“perra” a la que fue, hasta su reciente despido, la principal
funcionaria afroestadounidense de la Casa Blanca, Omarosa Manigault
Newman. Recientemente publicó un comentario en Twitter sobre la estrella
la NBA Lebron James, que acaba de inaugurar una escuela. En el tuit,
Trump escribió: “Lebron James acaba de ser entrevistado por el hombre
más tonto de la televisión, Don Lemon. Lemon hizo que Lebron se viera
inteligente, lo cual no es fácil”. Ambos hombres son
afroestadounidenses, tal como también lo es la respetada congresista
Maxine Waters, a quien Trump llamó “una persona con un coeficiente
intelectual extraordinariamente bajo”. En este proceso, Trump no solo
insulta a los afroestadounidenses, sino a todos nosotros.
La mejor
respuesta ante la hostilidad de Trump hacia la prensa es que haya más
periodismo de investigación. Un problema es que la especulación obsesiva
sobre el progreso de la investigación del fiscal especial Robert
Mueller sobre Trump y la interferencia rusa en las elecciones
estadounidenses opaca otras noticias importantes.
Como ejemplo se
puede mencionar el evento en Fort Drum. Trump estaba allí para realizar
la firma formal de la Ley de Autorización de Defensa Nacional y fue
duramente criticado en los medios por no mencionar al senador John
McCain, cuyo nombre lleva el proyecto de ley. McCain ha sido uno de los
principales críticos de Trump dentro del Partido Republicano y
actualmente sufre de un cáncer cerebral avanzado. La omisión de Trump
fue considerada ofensiva y mezquina, y evoca el ofensivo comentario que
hizo en 2016 acerca de la participación de McCain en la guerra de
Vietnam: “No es un héroe de guerra. ¿Es un héroe de guerra porque fue
capturado? Me gustan las personas que no fueron capturadas, lamento
decirles”.
¿Pero qué pasa con la magnitud del proyecto de ley de
gasto militar que firmó Trump? Los 717.000 millones de dólares de fondos
públicos comprometidos para el armamento y la guerra constituyen la
mayor autorización de gastos para la defensa en la historiaed Estados
Unidos. Mientras los republicanos intentan reducir o eliminar los
programas de ayuda social –como la Seguridad Social y Medicaid–
denunciar este presupuesto militar sin precedentes debería estar al
frente de cada noticiero y en la portada de todos los periódicos.
La
guerra liderada por Arabia Saudí en Yemen, con el respaldo de Estados
Unidos, es una noticia que exige cobertura diaria, pero no la tiene.
Esta misma semana, un autobús escolar fue bombardeado, con bombas
estadounidenses, reabastecimiento de combustible para los aviones
bombarderos y apoyo logístico de Estados Unidos. Cincuenta personas
fueron asesinadas; 40 de ellas eran escolares. Más de un millón de niños
y niñas yemeníes están al borde de la inanición; muchos ya murieron de
hambre. Más de 18 millones de yemeníes padecen hambre y más de un millón
han contraído el cólera. Es la mayor crisis humanitaria en el planeta;
sin embargo, no escuchamos casi nada al respecto.
El cambio
climático merece una cobertura constante. Curiosamente, el presidente de
Estados Unidos, que niega el cambio climático, ha dicho que se trata de
un engaño chino. Los medios de comunicación deben informar
insistentemente sobre esta amenaza global, especialmente en torno a la
conexión entre el cambio climático y los fenómenos climáticos extremos,
como los incendios forestales que están consumiendo gran parte de
California.
Los ataques de Donald Trump contra la libertad de
prensa, que es una piedra angular de la democracia, son repudiables.
Fortalecer nuestra labor periodística, siguiendo la tradición de I. F.
Stone, es el mejor remedio.
© 2018 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy
Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en
inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que
luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios
en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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