Pedro Echeverría V.
1. El exjefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, recientemente propuesto para ser secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de López Obrador, tuvo una reunión con embajadores de naciones centroamericanas en la que se analizó la integración del plan de desarrollo para Centroamérica. Sostuvo dicha reunión con los representantes de Guatemala, Honduras, Panamá y Costa Rica (supongo que están pendientes por invitar a El Salvador y Nicaragua) para perfilar el plan de desarrollo propuesto por López Obrador. Está bien la reunión porque con ello México inicia un acercamiento con otros países; sin embargo el problema es el de siempre: la casi total dependencia política y económica de esas naciones centroamericanas y de México, en particular, con los EEUU.
2. Espero que este tipo de encuentros inauguren una nueva era de políticas que enfrenten el saqueo y las terribles dependencias de que son víctimas los países y pueblos de Centro América que originalmente –por idioma, religión y tradiciones- han estado más cerca de México que de los EEUU. Sin embargo este no puede ser un simple deseo que olvida una realidad fuera de toda duda: que Centroamérica siempre ha sido una zona de influencia yanqui –incluyendo a México por ser frontera- con más de un siglo de dependencia. Nicaragua –desde su revolución en 1979- ha hecho los esfuerzos más grandes para salirse de esa dependencia, pero su debilidad y atraso capitalista ha sido tan grande que le es una tarea casi imposible. Sin embargo sigue siendo un objetivo de los seis países de Centroamérica.
3. ¿Se ha olvidado acaso que bajo el gobierno imperial mexicano de Agustín de Iturbide (1821-23) México tuvo su mayor extensión territorial, con anexiones voluntarias de otras provincias? ¿No se recuerda acaso que Guatemala y Centroamérica pidieron su adhesión al nuevo Imperio mexicano? ¿Qué por el norte, Nuevo México, La Alta California, Texas, Arizona y Nuevo León lograron su independencia? ¿Que para finales de 1822, según se ha escrito, la Bandera de las tres garantías ondeaba ya desde Panamá en el sur, hasta el enorme territorio que comprende una línea imaginaria entre la Alta California hasta el río Mississippi? Después de la Independencia Guatemala proclamó su anexión junto a Centroamérica, pero después vendrían protestas y la intervención del ejército de México.
4. Total esto es interpretación histórica de hace 200 años; lo importante es lo de hoy: ¿Con qué carácter, qué discurso, está interviniendo López Obrador? Seguramente con un discurso liberador que coincide, positivamente, con su manera de ver México. Pero, ¿qué habrá de opinar el presidente Trump que López Obrador se esté metiendo en sus corrales de ovejas que domina desde hace un siglo? Pienso que está bien que López Obrador y su gobierno intervengan porque adquieren más respeto y fuerza y, si es consecuente con su estrategia, puede resultar maravillosamente bien para México. De todas maneras hay que observar los resultados. En última instancia todo puede resultar ensayos para observar movimientos de la población.
5. En Centroamérica, Guatemala –por el número de sus habitantes (16 millones), es el país más representativo; luego vienen Honduras y El Salvador con 9.5 y 9 millones respectivamente; los otros tres países son más pequeños y se asemejan a varios estados de la República México con apenas 4 o 5 millones de pobladores. La realidad, aunque en los seis países de Centroamérica sólo habitan unos 45 millones de habitantes, su presencia en la zona y el continente es muy importante por sus enormes riquezas en agua, territorio agrícola, muy gigantescos recursos naturales, enorme fuerza de trabajo que no ha sido atendida adecuadamente. Si López Obrador, con su ejemplo en México, logra que los seis países y él formen un bloque de intereses comunes, México comenzaría a recuperar presencia que antes tuvo.
6. En Suramérica la derecha –con todo el apoyo de los EEUU, ha recuperado poder en Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua e incluso Cuba. No fueron nunca países socialistas pero sus dirigentes siempre tuvieron la voluntad de construir un “socialismo del siglo XXI” poniendo en práctica políticas a favor de los pobres y miserables. Quizá por ese camino quisiera avanzar López Obrador que siempre ha dicho: “primero los pobres”. Pero la bronca, como se ha visto con creces en el último siglo, por lo menos, no es un problema de voluntad; sino de capacidad para enfrentar de derrotar las fuerzas imperiales que han bloqueado el desarrollo, la justicia y la igualdad en todo el mundo. ¡Ánimo a López Obrador para que su trabajo en Centroamérica no sea frenado o aprovechado por los gobiernos yanquis! (27/VIII/18)
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