Silvia Ribeiro*
El pasado 11 de agosto, el
Tribunal Superior de San Francisco, Estados Unidos, condenó a Monsanto
(propiedad de Bayer) a pagar 289 millones de dólares en respuesta a la
demanda presentada por Dewayne Johnson, un jardinero que la acusa de
ocasionarle cáncer con el uso de dos de sus agrotóxicos con glifosato
(RoundUp y Ranger Pro). El veredicto es muy significativo porque da
justa razón a Johnson tras la revisión de numerosos documentos
científicos y algunos secretos de la compañía, concluyendo que el
glifosato es muy peligroso y que la empresa sabía de los daños.
Hay al menos otros 4 mil demandantes en Estados Unidos que acusan a
la compañía de provocarles cáncer. La organización US Right to know
abrió el portal Monsanto Papers para seguir estas demandas, que aumentan
cada día (https://tinyurl.com/lfpych4).
Por todo lo que hay en juego, en el alegato final del abogado de
Johnson, éste pidió al jurado hacer una declaración fuerte: que por éste
y todos los casos de cán-cer que se podrían haber evitado, la sentencia
se convirtiera en un día del juicio final de Monsanto.
Dewayne Johnson comenzó a trabajar en una escuela en San Francisco en
2012 y aplicó hasta 30 veces por año esos herbicidas en los jardines.
Luego de algunos meses comenzó a tener sarpullidos y malestares, y en
2014 le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin, un cáncer que afecta el
sistema linfático. Dewayne tiene ahora 46 años y dos hijos; los médicos
le dan meses de vida. Desde que comenzó a sufrir molestias, llamó a
Monsanto para preguntar si estaba relacionado con sus agrotóxicos. Le
contestaron que alguien se comunicaría con él, lo que nunca sucedió.
Como dijo en el juicio:
jamás hubiera utilizado esto en la escuela sabiendo de los daños que puede causar.
Debido a la enfermedad del demandante, el tribunal aceleró el proceso
interpuesto por Johnson en 2015. El juicio duró un mes y el jurado
debatió tres días. La sentencia emitida obliga a Monsanto a pagar 39
millones de dólares en compensaciones y otros 250 millones por daños
punitivos. La sentencia establece que la empresa actuó
con maliciay
falla negligenteporque sabía de los daños que podía ocasionar. La compañía anunció que apelará.
Los abogados presentaron documentos que prueban la toxicidad del
glifosato y otros de la empresa que muestran que sus propios ejecutivos e
investigadores sabían de los riesgos del agrotóxico, asimismo,
mostraron que se pagó a científicos para escribir artículos que negaran o
relativizaran los peligros del glifosato y establecieron turbias
relaciones con técnicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que
debían dictaminar los riesgos. La EPA se dobló ante Monsanto y terminó
negando incluso las evidencias de sus propios científicos. (https://tinyurl.com/yd7vzzb9)
El glifosato fue inventado y lanzado al mercado por Monsanto en 1974 y
ha sido una importante fuente de sus ganancias. Se difundió rápidamente
por ser un herbicida de amplio espectro que la compañía consiguió
amañadamente que fuera declarado como moderadamente tóxico, algo que
subsistió hasta que en 2015, la Organización Mundial de la Salud declaró
que era
probablemente cancerígeno.
El envenenamiento y condena a muerte prematura de Johnson ocurrió en
apenas dos años, algo que seguramente está sucediendo con muchas otras
personas en situaciones similares. El glifosato es el herbicida más
usado a escala mundial, tanto en cultivos agrícolas como en jardines,
hogares, parques, escuelas e instituciones. Su uso se disparó
exponencialmente con la introducción de cultivos transgénicos tolerantes
a glifosato, más de 80 por ciento de los transgénicos en el campo.
Este uso intensivo generó resistencia en decenas de malezas, con lo
que además de aumentar las dosis empleadas, la empresa comenzó a
agregarle surfactantes y otros co-adyuvantes para hacerlo más eficaz. En
el juicio se expuso que además de la toxicidad del glifosato, quizá la
mezcla con esos otros elementos, que las empresas no necesitan declarar
en los productos y que la EPA no considera en sus evaluaciones de
riesgo, aumentaba el peligro.
Paradójicamente, el final de Monsanto había llegado antes de este
juicio. Bayer consiguió la aprobación de Europa y Estados Unidos para
finalizar la compra de la empresa en junio de este año y su primer
anuncio fue que el nombre desaparecía, justamente por la mala fama.
Probablemente ya se arrepintió de su compra, porque desde el anuncio de
la sentencia en favor de Johnson, las acciones de Bayer han bajado más
de 18 por ciento, lo cual se tradujo en una pérdida de cerca de 18 mil
millones de dólares. Bayer teme que otra ola de juicios se desate pronto
en Estados Unidos por el uso del agrotóxico dicamba con la soya
transgénica Xtend, también de Monsanto, cuya deriva está dañando los
cultivos de otros agricultores.
*investigadora del Grupo ETC
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