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La propuesta de Uribe y el Centro Democrático es una maniobra de distracción frente al impacto de la reforma tributaria que se viene.
Cada cierto tiempo, Uribe Vélez el político, lanza alguna idea con el fin de acaparar la atención en los medios, o de tapar algún escándalo. En el mes de julio pasado, por ejemplo, nos amenazó con su retiro del Congreso, después de que la Corte Suprema de Justicia lo llamara a indagatoria por los delitos de soborno y fraude procesal.
El anuncio de su renuncia distrajo la atención del país sobre las pruebas que la Corte tiene contra Uribe, y nos puso a discutir sobre la supuesta falta que le haría al país su presencia en el senado, tanto que algún militante del centro Democrático trinó resaltando su renuncia como expresión de un “gesto gallardo”, y señalando que al Congreso de la República “le harán mucha falta sus luces y su sabiduría”, cuando su renuncia no iba en serio, como se demostró luego, no era más que una simple maniobra para que el país se distrajera de los graves hechos que lo tienen contra la pared.
Ahora nos pone a todos discutir sobre su proyecto de darle facultades extraordinarias al presidente para que aumente de manera extraordinaria el salario mínimo, una propuesta que como es natural por el tema que lleva implícito, pone todos los focos sobre la figura del expresidente, situación que a los menos avisados les hace olvidar todos los antecedentes que el expresidente tiene en contra de los trabajadores asalariados del país, y de la promesa del candidato Duque de bajarle los impuestos a los más ricos, promesa que lo obliga a incrementar los impuestos indirectos sobre toda la población y los directos sobre las clases medias, más aún cuando su ministro de hacienda tiene los antecedentes que tiene.
Esta vez también se trata de otra maniobra, con un propósito doble: hacer demagogia y ocultar hechos. Primero, porque la iniciativa de darle facultades extraordinarias al presidente, como aparece en la propuesta del Centro Democrático, las tiene que solicitar es el propio gobierno, no los congresistas.
Segundo, porque por norma constitucional y legal, la decisión de decretar un incremento del salario mínimo corresponde a la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, un organismo de dialogo social, tripartito, que se debe reunir en tres meses, el tiempo que puede durar la discusión del proyecto de Uribe, y por ley, el gobierno tiene la facultad de definir por decreto este incremento únicamente en ausencia de concertación en este organismo.
Y tercero, porque en la propia propuesta de Uribe se indica que el incremento extraordinario fijado, se tendrá “como base para el incremento del salario mínimo mensual ordinario en el año 2019 y a partir de ahí en las siguientes anualidades”, lo que quiere decir que lo que están pensando desde el Centro Democrático no es proponer un incremento siquiera igual a la inflación causada, que este año va a terminar alrededor del 4%, y menos por encima de este indicador. Así que lo que se acuerde luego en la Comisión de Concertación, o lo que decrete el gobierno en ausencia de concertación, llevará implícito este aumento extraordinario, que a lo sumo será de $28.000 mensuales, una suma que además no irá al bolsillo de los trabajadores, sino a los bancos que manejan las cesantías de los trabajadores.
Finalmente, la propuesta de Uribe y el Centro Democrático es una maniobra de distracción frente al objetivo principal que se propone el gobierno de Duque: la reforma tributaria. El ministro de Hacienda ha declarado que la reforma “debe entrar rápidamente al Congreso para que se inicie su trámite y pueda aplicarse a partir del 1.° de enero del 2019”. Según Carrasquilla, “la reforma tributaria estructural va por más recaudo, 0,3 por ciento del producto interno bruto (PIB), equivalente a alrededor de 3 billones de pesos”, y como lo confirmó ante el diario El Tiempo, “va por más contribuyentes del impuesto de renta y del IVA, (y) aliviará la carga a las empresas”.
En términos claros, la reforma tributaria que se viene es la continuación de la que ya hizo Santos, que las clases medias están empezando a padecer. Ahora se trata de ahondar en ella, ampliando la base tributaria a un mayor número de trabajadores. Además, el ministro ya anunció la idea de subir el IVA y de cubrir con este impuesto todos los artículos de la canasta familiar.
Así que la propuesta de un incremento por una vez del salario mínimo que propone el Centro Democrático, que apenas beneficia a menos de 4 millones de trabajadores, no representa más que una forma de compensar demagógica y precariamente lo que va a perder en sus ingresos esta población, mientras nos olvidamos de la esencia de la reforma tributaria, que consiste en rebajarle impuestos a los más ricos, es decir, los dueños de las grandes empresas que dominan la economía del país y que no pagan salarios mínimos, mientras que el mayor peso de la financiación del Estado recae sobre los más pobres y sobre la clases medias, una política que ahora la desigualdad en la distribución del ingreso.
Fuente original: http://ail.ens.org.co/opinion/las-cortinas-de-humo-de-uribe-y-el-centro-democratico/
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