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miércoles, 6 de septiembre de 2017

"Tenemos que organizarnos de manera diferente para que podamos desarrollar métodos de lucha a tono con la coyuntura"



La clase capitalista estadounidense escogió cada primer lunes de septiembre como fecha para “conmemorar el día del trabajo” con la pretensión de arrancar de la memoria histórica de la clase obrera el contenido político y revolucionario de las jornadas del Primero de Mayo de 1886. Hoy, 131 años después, el “Labour Day” se enmarca elocuentemente en un contexto de una plena ofensiva de la clase capitalista contra las masas obreras, no solo en el territorio de Puerto Rico, sino en todo el mundo. Las cada vez más seguidas y profundas crisis de acumulación que padece el régimen capitalista, como consecuencia lógica de sus propias contradicciones internas, amenazan con destruir la vida y el planeta. 
Dentro de este contexto de crisis se enmarca la ofensiva general que sufrimos las masas obreras en el territorio. El imperialismo utiliza la ley Promesa y la Junta del Wall Street (JWS) como herramientas para afianzar la tiranía capitalista en Puerto Rico. Mientras el discurso de políticos liberales y reformistas se centra en buscar “puntos comunes” entre sus amos explotadores y las masas trabajadoras, se consolida la ofensiva a tal punto, que se les hace imposible esconder que, en efecto, la guerra ha comenzado.
Tras el año que recién cumple la JWS en funciones y la implementación de abarcadoras medidas antipopulares, hacen evidente los planes de reorganización capitalista del imperialismo en el territorio. Hipócritamente, tanto liberales, como reaccionarios pretenden desmarcarse de ser herramientas eficientes de la JWS en la implementación de las severas medidas de austeridad. Pero el registro de sus actos, y la conciencia que tienen de sus consecuencias, evidencia a la clase obrera y las masas trabajadoras de su condición de ser nuestros enemigos de clase.
Los ataques a las condiciones laborales de la clase obrera en su conjunto, sector privado y público, por medio de la llamada reforma laboral, que incluyó la eliminación de días por enfermedad, beneficios y bonificaciones, ha tenido el efecto inmediato de reducir el valor del trabajo. Se le añade la reducción de jornada a empleados públicos, que ya sufren cientos de empleados municipales. La misma tendrá el efecto de reducir los salarios en un 10%.
Con la excusa de “rescatar los fondos de pensiones” han implementado dos medidas nefastas que tienen el efecto de desmantelar los sistemas de retiro. Por un lado, privatizaron los fondos de pensiones con la modalidad de “pay as you go” que no es otra cosa que un 401K. Esto ha colocado en una posición de vulnerabilidad a los trabajadores, principalmente porque, este ámbito del capital financiero no tiene ninguna obligación con sus cotizantes en caso de pérdidas. A la misma vez, la asignación presupuestaria de $2 mil millones, en nada beneficia a los jubilados y sí a los bonistas de sistemas de pensiones, quienes han saqueado por años más esa cantidad.
La ofensiva contra la educación pública, el cierre de escuelas, los ataques a la UPR, las abusivas condiciones contra el magisterio, así como contra todos sus sectores laborales tienen un carácter más profundo que implicaciones de carácter presupuestario. Estas van dirigidas a reducir el acceso de las masas a la educación y prepararlas para acceder a trabajos que requieran poca formación técnica y por tanto, poca remuneración.
El acelerado deterioro del sistema de salud público causado por la tiranía de las aseguradoras ha generado un verdadero caos, que ha tenido múltiples efectos como la venta de hospitales, éxodo masivo de médicos, así como la exclusión de decenas de miles de personas de cubierta médica. Para agravar la situación, la administración Trump se apresta a derogar el ‘Obamacare’, cuyas asignaciones finalizan en 2018, lo que harán insostenible el financiamiento del modelo actual.
Las movidas de privatización de las corporaciones públicas como AEE y AAA, no solo pondrán como prioridad los intereses de bonistas y magnates, sino que causarán un aumento de tarifas, así como el empeoramiento de los servicios que proveen.
De la misma forma, la nueva legislación ambiental ha abierto la puerta a nuevas agresiones en Peñuelas, Arecibo, Guánica, por mencionar algunas, aun contra la resuelta oposición de sus comunidades. Este nuevo modelo de explotación medioambiental está a tono con la lógica de saqueo que se está implementando en el territorio y que se extiende a nuestros recursos naturales.
Estos son solo algunos aspectos que nos demuestran a las masas trabajadoras las dramáticas circunstancias en las que nos toca desarrollar nuestra lucha contra la explotación. Sin embargo, para que podamos lograr verdaderos cambios no podemos seguir haciendo lo mismo. Tenemos que organizarnos de manera diferente para que podamos desarrollar métodos de lucha a tono con la coyuntura. Es en este aspecto que toma una importancia fundamental la organización independiente de la clase trabajadora, donde pueda desarrollar un programa político que represente verdaderamente sus intereses y aspiraciones.
Esta será condición para que la clase obrera se constituya en ‘clase para sí’ para darse a la tarea de mover la rueda de la historia en la lucha contra todas las clases explotadoras por el poder político y construir la sociedad socialista.
¡Organicemos consejos obreros! 

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