Entrevista al economista político Julio Gambina
M.H.: Mañana (29.8) harán una importante actividad en la CTA Autónoma en Lima 609.
J.G.: Exactamente. Es una actividad que hacemos en conmemoración de los 150 años de la primera publicación del tomo I de El Capital
de Karl Marx. Hacemos un seminario que empieza a las 11 de la mañana y
tenemos ponencias y debates hasta las 21:00. El tema es tremendamente
importante porque cuando uno piensa en lo que hoy es la política
económica hegemónica, en Argentina y en el capitalismo mundial, porque
cuando se dice “neoliberalismo” se habla de un nuevo liberalismo, o sea
que se remonta a teorías que son anteriores a la de Marx, con lo cual
quien fue el fundador de la crítica de la economía política tiene plena y
absoluta vigencia en la actualidad, al menos en ese rubro que era la
crítica a la economía política hegemónica de su época. Nosotros tenemos
el desafío de pensar la crítica a la economía política hegemónica de
esta época, sobre todo estando en la Argentina y teniendo una política
monetaria ortodoxa en el Banco Central y no tan ortodoxa en Hacienda,
pero congruente con una orientación de liberalización de la economía en
la Argentina.
Entonces, es muy necesario discutir, analizar,
recuperar a Karl Marx y de alguna manera actualizar esa crítica con los
procesos contemporáneos. Es esencial el estudio de El Capital
para comprender al capitalismo en el sentido histórico y actual pero es
necesario ver las especificidades actuales, las formas en que se ha
desarrollado la economía capitalista a escala mundial, cuando el
capitalismo contemporáneo tiene una expansión territorial y social mucho
más amplia que en 1867 cuando se publicó el tomo I de El Capital.
Por eso aparece como muy necesaria esta reflexión que además se puede
combinar con que este año es el centenario de la Revolución rusa, la
primera oportunidad en la que durante mucho tiempo hubo un intento de
construir una economía, una política y una sociedad no capitalista,
socialista, y que estaba inspirada, entre otros textos, en ese
principalísimo que es El Capital. Así que va a ser una buena
ocasión para pensar temas teóricos pero siempre muy vinculados a la
demanda social y política de nuestro tiempo.
M.H.:
Mencionaste los cien años de la Revolución rusa y me diste pie porque el
lunes 4 y el martes 5 de la semana que viene se va a hacer una
importante actividad en la Universidad de Quilmes en relación a la
conmemoración de los cien años de la Revolución rusa. Y luego jueves,
viernes y sábado en la Universidad de General Sarmiento arrancan las
Jornadas de Economía Crítica. Y a eso le quiero sumar, que mañana en el
hotel Bauen a las 17:00 se hará la apertura del VI Encuentro
internacional de la economía de los trabajadores que luego continúa
jueves, viernes y sábado en la fábrica recuperada Textiles Pigüé en la
localidad del sudoeste de la provincia de Buenos Aires del mismo nombre.
Dos semanas movidas en lo que hace al análisis crítico de la situación
no solo de nuestro país sino también internacional, que por otra parte,
es la característica que tiene esta conmemoración de los 150 años de El Capital.
J.G.:
Sí, con el agregado que lo que estás citando es también el análisis de
las alternativas, porque el escenario que presentarán mañana en el Bauen
y luego se desplegará en Pigüé supone hacer un análisis de las empresas
recuperadas, las organizaciones populares de trabajadores, todo eso que
se desarrolló en el caso de la Argentina con mucha fuerza en torno a la
crisis de 2001/2. Es importante porque no se trata solamente de
discutir teoría sino de discutirla desde el punto de vista práctico.
Es muy interesante como en todo el mundo se están haciendo reflexiones en torno a El Capital.
La semana pasada se hizo una actividad muy importante en Brasil donde
distintos grupos universitarios, académicos y vinculados a movimientos
sociales también pudieron discutir el tema.
Próximamente en
México también se hará un debate. Son todos debates muy importantes por
la masividad que tienen y demuestran que hay una gran preocupación por
no quedarse en el análisis de la coyuntura, que es importante y preocupa
cotidianamente no solo en cuanto a la economía sino a la política en
general. La desaparición forzada de Santiago Maldonado es un tema que
preocupa seriamente como el del gatillo fácil o la fuerte ofensiva del
gobierno de Macri luego de las PASO para avanzar de forma reaccionaria
en materia laboral, previsional, impositiva, educativa y penal en
relación a la edad de imputación.
M.H.: Mencionaste el
2001, voy a hacerte una afirmación polémica, porque parece que hubiera
sido sepultado por los votos a favor de Cambiemos en las PASO.
J.G.:
Yo no lo pensaría del mismo modo. Creo que hay que discutir la
coyuntura pero en un marco teórico, hay que ver los temas con mayor
complejidad, incluso el 2001 argentino hay que verlo en relación al
clima de época de comienzos del siglo XXI en toda América Latina. Me
parece que la referencia más que al 2001 es que hay que ver que la
ofensiva de los grandes capitales comenzó con los procesos de las
dictaduras militares, con el terrorismo de Estado en el cono sur de
América Latina.
Muy pocas veces se reflexiona que eso que se
ensayó en el cono sur hoy es hegemónico a escala mundial. Primero en
Chile, Uruguay, Argentina y bastante después, a comienzos de los ´80 se
aplicó en Gran Bretaña y EE UU. Luego se extendió a Europa de la mano de
los Partidos socialistas en el gobierno en Europa occidental y a fines
de los ´80 empezó a desplegarse con mucha fuerza la crisis en el bloque
socialista y en la década del ´90 con la desarticulación de la URSS esas
políticas ensayadas en los ´70 en Sudamérica, llevadas a Gran Bretaña,
EE UU y Europa durante los ´80, se desplegaron con mucha fuerza en
Europa del Este y con inusitada fuerza nuevamente en América Latina,
pensemos en Color de Melo, Menem, Fujimori. Con lo cual aquello que
empezó como ensayo en nuestros territorios se generalizó en el sistema
mundial y llevó a una lectura de fin de la historia.
En ese
marco el 2001 argentino, como el movimiento zapatista, como el Caracazo
previamente generaron expectativas de que los pueblos no querían esas
políticas generalizadas de carácter neoliberal a escala mundial. Y se
generaron muchas expectativas, hemos conversado mucho sobre esto, hemos
acordado que lo que aconteció en la primera parte del siglo XXI fue un
mecanismo de cambio político, hubo cambio político en América Latina,
con algunos puntos muy elevados como las reformas constitucionales de
Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero la verdad es que eso que aconteció en
Argentina en 2001 y los procesos políticos de cambio en toda la región
latinoamericana no avanzaron con la suficiente fuerza y profundidad
transformadoras que hubiera hecho falta para revertir las políticas
estructurales de corte neoliberal.
Por ejemplo, para que se
entienda en la Argentina, nosotros hoy tenemos la misma Ley de entidades
financieras que estableció la dictadura militar en 1977 pese a que acá
hubo cambios en la Ley de radiodifusión, en materia del matrimonio
igualitario, en que hubo una batalla muy importante en la reapertura de
los juicios a los genocidas y la anulación del Punto final y la
Obediencia debida.
En materia económica no hubo modificación al
patrón de acumulación, hubo políticas de distribución del ingreso, con
extensión de las políticas sociales, entre otras la generalización de la
Asignación Universal por hijo, se pueden mencionar muchas cuestiones
que tienen que ver con la relativa distribución del ingreso, pero el
patrón de acumulación de Argentina y de América Latina se mantuvieron de
una manera muy fuerte. Estoy hablando de la sojización en todos los
países del Mercosur, lo que se define como política extractivista con
los matices correspondientes en la región. El aliento a la megaminería a
cielo abierto no es solo patrimonio de la Argentina, es un fenómeno en
toda la región latinoamericana. No se avanzó suficientemente en cambios
económicos, es uno de los temas que se está ensayando hoy en el debate
de la Asamblea Constituyente en Venezuela, que es todavía un tema
abierto, en discusión, pero creo que Venezuela va a tener destino de
sustentabilidad del proyecto bolivariano, del propósito del socialismo
del siglo XXI tal como lo planteó Hugo Chávez en su momento. Si avanza
el tema en materia de consolidación de las comunas, del poder comunal,
de las reformas económicas para descentralizar lo que viene
administrando el Estado nacional con bastantes niveles de ineficiencia,
con elementos de corrupción muy fuertes. Si ahí se avanza en
protagonismo popular para generar transformaciones del modelo productivo
y de desarrollo, eso puede animar no solo a Venezuela sino a muchos
otros países en la región.
Por eso pensar el 2001 argentino no
se trata solo de que en la Argentina hay votos para Macri, sino que hace
un año se consumó un golpe parlamentario en Brasil de la mano de un
Parlamento que esta hiper poblado de corrupción, denunciados ante la
justicia y ha sido bastante escasa la resistencia. Un país que no viene
de tradición de paros generales, de huelga general, entonces creo que
hay que mirar con más profundidad lo que me animaría a llamar “un ciclo
largo de luchas” que empezó a fines de los ´60 y continúa hasta ahora,
con un proceso en el medio que son las luchas de los ´80 y `90 que
cristalizan en torno del 2001 argentino pero también son convergentes en
esa época las luchas por el agua y el gas en Bolivia y lo que genera
las condiciones de cambios institucionales muy importantes en la región,
que hay que tomarlos como procesos de aprendizaje, de acumulación.
Hay un acumulado del movimiento social popular que en estos momentos
está haciendo muchos balances. Sino no tendría importancia que vengan
delegados de distintos países de la región y del mundo a analizar en
Pigüé las experiencias de las empresas recuperadas, un tema que adquirió
mucha fuerza en América Latina desde el protagonismo de ocupación de
empresas en Argentina a comienzos de siglo.
Hay una apuesta muy fuerte del capitalismo mundial en Argentina
Son todos temas muy importantes que están en la acumulación de la
memoria. Luego hay que sacarle punta al lápiz en cuanto al proceso
electoral argentino que además está generando unas expectativas en el
poder económico y político mundial enormes. Pensemos que Argentina pidió
ser sede de la Organización Mundial del Comercio y el poder mundial,
porque quien manda es EE UU acompañado de Europa y Japón, rápidamente le
dijeron que sí al gobierno de Macri. Y en diciembre se va a hacer una
reunión de la OMC y ya hay muchos artículos, editoriales en los
principales medios de información de la Argentina que están hablando de
cómo están llegando especialistas en seguridad de los principales países
capitalistas desarrollados para pensar el operativo de seguridad de esa
cumbre de ministros y gobernantes del capitalismo desarrollado para
empujar la liberalización de la economía en la Argentina y al mismo
tiempo le han concedido la continuidad en el 2018 de la coordinación del
G20, que fue en Alemania este año y el próximo toma la posta la
Argentina.
Hay una apuesta del capitalismo mundial en Argentina
muy fuerte, por lo tanto pensar el 2001 y el trayecto hasta el presente
supone ser muy críticos de lo que se construyó a raíz del 2001 y, al
mismo tiempo, valorar mucho la acumulación generada en este tiempo.
M.H.: Coincido en el análisis de estos gestos políticos que tiene el
imperialismo internacional con Mauricio Macri, inclusive en todas las
cumbres internacionales a las que ha asistido ha tenido un trato
privilegiado de parte del imperialismo internacional, eso no parece ser
acompañado por gestos económicos, por ejemplo, el conflicto que hubo con
la exportación de limones a EE UU, ahora se replica con el biodiesel.
Hay un mensaje que parece contradictorio.
J.G.: No
es contradictorio, lo que pasa es que hay una crisis mundial del
capitalismo. La economía es mundial y la política económica es nacional,
entonces Macri necesita votos en Argentina y quisiera que la economía
mundial fuera funcional a su ideología liberal, pero del otro lado lo
tiene a Trump que también aplica política económica nacional, entonces
cuando el lobby empresario del biodiesel de EE UU le dice que la
Argentina está aplicando políticas de dumping, aunque no sea cierto, EE
UU tiene la potestad de aplicar un arancel del 60%, ante lo que la
Argentina puede protestar ante la OMC y ganarle dentro de 3 o 4 años.
Europa hizo lo mismo en el año 2013 y recién ahora la OMC le ha dado la
razón y, por lo tanto, Europa podría reabrir la importación de
biodiesel de la Argentina. Europa recibía mucho más biodiesel en
términos de millones de dólares que EE UU; el negocio frustrado ahora
para los grandes productores y exportadores de biodiesel es por 1.200
millones de dólares y en el 2013 Europa compró por 1.800 millones. Con
lo cual los lobistas productores de biodiesel de Europa frenaron esas
importaciones desde el 20013 al 2017 y EE UU cierra su frontera ahora y
se expone a que la Argentina proteste, como con el caso de los limones y
dentro de 3 o 4 años la OMC nos dé la razón.
Pero lo que hay
que ver es que Trump está haciendo lo que cualquier país imperialista,
aplica política económica nacional privilegiando los intereses del lobby
monopólico nacional estadounidense y en el medio queda el “amigo”
Macri. Fijate cómo intentó en la primer parte de su gobierno que las
inversiones externas que llegaran sean de EE UU, europeas e inclusive
japonesas y como no logra suficiente inversión de esa procedencia
terminó viajando a China y ratificando proyectos que habían sido
iniciados en la etapa anterior durante los gobiernos kirchneristas.
Casualmente una de las noticias que aparecen en los medios es que las
represas del sur están recién siendo aprobadas ahora, pero son gestiones
que empezaron en la época anterior. El gobierno de Cristina Fernández
hizo un acuerdo monetario, un swap con China por el equivalente de
11.000 millones de dólares que el gobierno de Macri acaba de aprobar
hace muy pocos días.
El gobierno ideológicamente quisiera que
el capitalismo desarrollado además de hacerle guiños políticos, traer a
la OMC, de dejarle coordinar el Grupo de los 20, también le traiga
inversiones, pero la verdad es que los gobiernos del capitalismo
desarrollado privilegian sus situaciones nacionales y las empresas
trasnacionales también privilegian el tema de las ganancias. Ven que hay
posibilidades nuevamente en mercados como el estadounidense, entonces
prefieren orientar sus inversiones hacia allí, lo que se llama “vuelo
hacia la calidad” y de paso actúan con una presión tipo chantaje sobre
países como Argentina o Brasil, condicionándolos a generar condiciones
que les aseguren alta rentabilidad; por eso Brasil hizo la reforma
laboral, una reforma reaccionaria que tira por la borda derechos
sociales históricos y se monta en el hecho de que Brasil tiene un 50% de
su población trabajadora en situación irregular, lo que vulgarmente se
llama trabajo en negro.
En la Argentina tenemos un tercio en
idéntica situación derivada de la impunidad empresaria que está
presionando, el chantaje del lobby hegemónico en Argentina y la presión
ideológica de afuera y de adentro, para que Argentina intente hacer una
reforma laboral al estilo brasileño para competir con Brasil y que la
radicación de inversiones externas sea en Argentina.
El
gobierno, especialmente el Ministerio de Trabajo, sabe que la Argentina
tiene una larga tradición de organización sindical, es uno de los países
con mayor historia sindical y de lucha, más allá de la burocracia
sindical, del amarillismo y que muchos dirigentes sindicales son
verdaderos empresarios que viven como tales, tienen cuantiosos
patrimonios; acá hay respuesta sindical y social muy fuerte y se expresó
en la gran movilización del 22 de agosto pasado, aunque los medios de
comunicación te muestran los 3 o 4 minutos de conflicto explícito que
hubo para tratar de instalar una imagen en la sociedad de sindicalismo
violento y escamotea que hubo una masiva participación que sorprende a
cualquiera que la vivió en vivo y en directo y que demuestra que hay
capacidad de resistencia.
Por eso el gobierno más que pensar en
una reforma laboral al estilo Brasil lo que va a hacer es tratar de
llegar a octubre sin hacer muchas olas, tratando de consolidar la
votación de las PASO, si pueden ganar en Provincia de Buenos Aires lo
van a intentar. Y luego con ese mejor clima de más legisladores en el
Parlamento seguir empujando la de máxima que es la reforma brasileña y
sino la de mínima que es el cambio en los convenios colectivos como
hicieron con los petroleros patagónicos, con el SMATA, con UPCN, e
intentar modificar de a poco los convenios colectivos para ir acumulando
fuerzas en el sentido que el programa de los grandes capitales pretende
y cuando sea eso posible hacer una reforma legal integral con las
mayorías parlamentarias que puedan lograr.
Por ahora el
macrismo para tener mayoría parlamentaria necesita negociar con otros
bloques, porque le ha ido bien en las PASO pero sigue siendo la primera
minoría, inclusive hace pocos días el Ministro de Economía dijo que no
se plantean la reforma tributaria ahora porque eso se tomaría como tema
electoral y tendrían mucha gente de la oposición en contra, entonces
prefieren llegar a las elecciones del 22 de octubre y luego encararla
con el nuevo Parlamento desde el 10 de diciembre y lo que ellos suponen
un mejor clima político; siempre obviando el tema de la resistencia, el
conflicto social, la confrontación popular, que es lo que en general
muchos analistas de la política no tienen en cuenta y tratan de
manipular a la opinión publica en contra de lo que supone la
participación social en el conflicto social extendido.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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