Ilka Oliva Corado
Lamento decir que no me conmueve en lo más mínimo que acabe el programa DACA que beneficiaba a los “Soñadores”. Aunque de aquí en adelante puede transformarse en una ley que les permita la residencia permanente a estas personas, si en el Congreso se legista a su favor. O bien, también sean deportables como lo somos los parias.
DACA nació del río revuelto de las luchas por la Reforma Migratoria,
Obama, astuto en el oficio del engaño, aprovechó el momento y les
ofreció un programa que beneficiara a una minoría, apenas ochocientas
mil personas, de los 30 millones que hay aquí sin documentos. Después
propuso DAPA, que era otro colador que solo beneficiaba a los padres de
estos “Soñadores” si tenían hijos nacidos en el país. DAPA beneficiaba a
apenas a cinco millones, otros 25 quedaban fuera. (Llevan más de 20
años manteniendo la cifra de 10 millones, por embuste político). DACA
fue propuesto para personas menores de 31 años que habían llegado al
país siendo niñas y habían estudiado aquí.
DACA y DAPA nunca debieron ser aceptados, la lucha era por la Reforma
Migratoria, era eso o nada. Y ellos aceptaron DACA como salvavidas para
ellos, y no les importó dejar fuera a los jornaleros y trabajadores del
campo.
Cuando anunciaron DACA así como lloraban unos pocos de felicidad,
lloraban millones de tristeza, de saberse abandonados, traicionados, por
esos estudiantes, migrantes como ellos, que por haber crecido en el
país, se creían distintos.
Todos los que emigran tienen sueños, sin importar su edad, su
condición económica, su origen, su estatus migratorio. Son personas y
como personas sienten, anhelan, aman. Soñadores somos todos. No solo los
que han tenido la oportunidad de estudiar en este país. Sueñan los que
limpian baños de lunes a domingo, los que cortan frutas y verduras de
sol a sol. Los que se pudren en fábricas. Los que se parten el lomo
cortando grama, construyendo casas, puentes, edificios. Cuidando
ancianos, bebés recién nacidos. Los que envían en las remesas a sus
familiares en sus países de origen, su nostalgia, su melancolía, su
dolor de extrañar, su cansancio, su desesperación, su agonía y sus
anhelos.
Nunca estuve de acuerdo con DACA ni con DAPA, siempre he apoyado la
Reforma Migratoria porque las luchas se hacen por todos. Este país lo
sostienen los migrantes que trabajan en la mano de obra barata. Es
decir, los parias. La razón para no dar una Reforma Migratoria es la
pérdida millonaria que tendrán las grandes empresas que contratan mano
de obra barata, donde no pagan beneficios laborales. Eso es todo el pero
para la Reforma. No tiene nada que ver con valores, con racismo, con
leyes ni con patria. Tiene que ver con dinero y con injusticia.
Entiendo la cólera y el dolor que han de estar sintiendo en este
momento los “Soñadores” yo lo he visto en las personas mayores de 70
años que trabajan tres turnos al día de lunes a domingo, sin derechos
laborales ni humanos, por que un grupo aceptó DACA y dejó fuera la
Reforma Migratoria que beneficiaba a los parias.
Estos “Soñadores” que salieron de las sombras y de pronto se elevaron
a las alturas y se quedaron levitando en nombre de DACA, hoy
aterrizaron en el mismo suelo donde deambulan los parias, sin derechos y
sin recursos.
De cualquier forma, si DACA se llegara a convertir en ley o no, es
tiempo que estos “Soñadores” se unan a los parias, al corazón y la
sangre hirviente de los millones de indocumentados que se quedaron
fuera. Es hora de unirse a los parias e ir todos por la Reforma
Migratoria. Si hablamos de humanismo, sabemos muy bien qué es lo que
deben hacer. Derechos para todos, sin doble juego. Reforma Migratoria o
nada.
Es ahora que esa cólera, que ese dolor, lo conviertan en fuerza, para
tomarse de la mano, para ir hombro con hombro, parias y estudiados,
migrantes todos, indocumentados, en busca de la Reforma Migratoria. Que
esto les sirva como lección, de identidad y humanidad. No se logran
beneficios sobre el dolor de otros. Es ley de vida.
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
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