Elena Poniatowska
-¿Crees que con Trump surjan cantantes de protesta?
–Este tipo de canción se da en la medida en que surgen movimientos
sociales y políticos suficientemente fuertes. La nueva canción chilena
surge con la campaña a la presidencia de Salvador Allende. La lucha del
socialismo por la vía pacífica inspiró a muchos cantantes, entre otros, a
Violeta Parra. Antes, una generación entera protestó en Estados Unidos
contra la guerra de Vietnam: Pete Seeger, Bob Dylan, Joan Baez, Peter,
Paul and Mary, Woody Guthrie.
Gabino Palomares, su pelo largo ahora canoso, su mirada persuasiva,
su voz clara y fuerte es, a sus 67 años, uno de los mejores cantautores
de nuestro país al lado de Óscar Chávez. Sus conciertos, atascados de
fans, siempre acaban en una marcha al Zócalo o en mitin de protesta o toma
de la plaza pública, porque Gabino, con su nombre de paloma para el
nido en realidad es un león para el combate. ¡Qué precioso es el nombre
de Gabino Palomares, que dejó San Luis Potosí y sus estudios de
ingeniería química para venir a cantarnos!
–Aunque va cambiando y el sistema capitalista tiene más poder de
mediatizar los movimientos y una de las formas de callarnos es no
difundir la canción de protesta en los canales comerciales, pararla lo
más que se pueda, estamos más vivos que nunca. No es que Televisa y
otros no te dejen cantar, no dejan entrar a los medios de difusión que
pueden popularizar tu canción. Para que una canción de protesta se dé a
conocer tienen que pasar décadas. Una canción comercial en dos días es
popular. Tenemos una gran desventaja, pero creo que casi todos los
movimientos políticos y sociales en México, Elena, han generado
canciones. Un antecedente muy importante fue nuestra Concha Michel,
quien recorrió toda la república, como hizo Violeta Parra, como los
creadores del Nuevo Cancionero Argentino. Creo que todo movimiento
social y político que mueva a una gran cantidad de gente genera un
despertar y una creatividad que produce protestas cantadas que marcan
una época.
–¿Dirías que Lila Downs –ahora en el candelero– hace canción de protesta?
–Creo que hay diferentes estrategias. Podríamos hablar de Eugenia
León, de Tania Libertad, las más populares, las que van a quedar a final
de cuentas. El movimiento de la canción de protesta política en México
no es uniforme, tiene distintos grados de compromiso político. Estar
donde está Lila Downs tiene sus reglas. Si Lila dice abiertamente lo que
piensa, la vetan. Si dice algo que no le conviene a la disquera que le
abre un espacio, la veta. Ella se cuida para no cerrarse espacios.
–A mí me gustaba mucho El sirenito, de Rigo Tovar; también me fascinó Comes y te vas, compuesta por Zapata…
–Cada canción, así como cada libro, cada poema, cada película, cada
cuadro tiene una intención. Puede usarse para que te dé dinero y fama,
pero a mí me interesa que la gente piense en cómo vive y no que se
engañe o invente cosas para olvidar su realidad. Yo soy anticapitalista.
El exacerbado individualismo de cada intérprete es tremendamente
perjudicial. Quiero recobrar nuestro sentido de comunidad a través de
las canciones. Rigo Tovar se hizo para bailar y todos necesitamos
bailar, otras canciones se hacen para enamorar; con esas José José ganó
mucho dinero. Hay canciones para cada cosa. Yo hago canciones para que
la gente piense.
–Recordaba yo la gracia de la canción del sirenito…
–Los seres humanos tenemos muchos estados de ánimo y es importante
una canción para cada uno de ellos. No devalúo ni juzgo las canciones
comerciales, simplemente son un negocio y yo pienso que los
capitalistas, si su madre se vende, la clonan y la venden. El negocio es
el negocio. La canción es un negocio, exactamente igual que la
democracia. Yo no hago canciones para hacer negocio; en el fondo sigo
siendo marxista. Mi canción tiene valor de uso, no valor de cambio.
–Entonces, ¿no te gustan Cuco Sánchez ni José Alfredo Jiménez? Cuando
leo a José Alfredo sin siquiera oírlo cantar encuentro a un poeta… “De
piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera, la mujer que a mí me
quiera…”
–En la música popular hay verdaderos logros poéticos. Yo platicaba con Monsiváis y me decía:
Yo no sé si en México fue primero Prudencia Griffel o las abuelitas. No sé si primero fue el alcoholismo y luego José Alfredo Jiménez. Las canciones tienen una intención consciente o inconsciente. Las de José Alfredo Jiménez –que a mí me gustan como a ti– están plagadas de cuestiones machistas y de conceptos suicidas:
La vida no vale nada, ¿te parece bonito? Tenemos que analizar la letra de sus canciones, porque las repetimos y se meten en nuestro subconsciente. Yo no puedo decirle a una mujer:
Tu vida no vale nada porque ya no me quieres. Tenemos que pensar en valores distintos, en ser consecuentes con una sociedad igualitaria, justa y feliz. Si es cierto que el dinero no da la felicidad también es cierto que gran cantidad de gente en México no es feliz porque no tiene lo necesario para vivir. Al cantar, mi intención es distinta. A mí no me interesa el machismo y mucho menos pedirle a una mujer en una canción que se resigne y se deje golpear, para eso, mejor no canto.
Gabino Palomares durante la presentación del libro Cien canciones de amor y patria, en el Museo de Culturas Populares, el jueves pasadoFoto Cristina Rodríguez
–Estar en el rincón de una cantina, atento a que el cantinero te dé la del estribo, ¿no te hace rey o reina?
–Ahí está, yo no lo digo, él lo dice; mira lo que dice, yo nada más interpreto lo que dice. Mira, cuando El Principito de De Saint Exupéry habla con su rosa, le dice:
Cada uno es responsable de aquello que ha cautivado. Nosotros, los que escribimos, los artistas, los políticos, somos responsables de nuestras palabras y de lo que provocamos en la gente. Un país de resignados, de gente apática, de indiferentes ante la injusticia, es un país feo. Yo no quiero ese país, Elena. El arte provoca sentimientos, emociones, reacciones. En mis canciones, a través de los medios de comunicación, provoco que la gente se aleje del sentimentalismo y de la ñoñería de las canciones comerciales que inventan una realidad inexistente. Otras canciones son sexistas y golpeadoras. Cualquier análisis elemental te demostrará cómo se cosifica a la mujer y se glorifica a los golpeadores de tal modo que la violencia resulte natural. Yo no entiendo cómo las propias mujeres pueden estar cantando cosas que están en contra de sí mismas.
Me moriré si tú me dejas. No me interesa un país como el que tengo, quiero cambiarlo a través de mi canto. Si lo logro ya se verá, pero ten la absoluta certeza de que he dedicado 45 años de vida a construir un México distinto.
–Sí, Gabino, pero a muchas mujeres nos gusta que nos hablen de amor…
–Elena, yo hago canciones de amor. Digo:
Aquí donde parece no haber tiempo a la ilusión, aquí donde quisieron fusilar la dignidad, aquí donde convive lo sencillo y el dolor, aquí, aquí es la casa del amor.
–Eso no es una declaración de amor.
–Por supuesto que sí. Hice una canción sobre decepciones de la vida y
lo qué significa romper con una pareja. Se siente de la chingada. Lo
que yo digo en esa canción y en otra es:
Hay que reconstruirse de vez en cuando, arrimar los pedazos que nos dejaron y en esa vocación te me apareces con tu idioma de luz y espejos fieles.
–Eso está muy intelectual.
–¿Intelectual? Hablemos del idioma, de la forma, hablemos de la
poética. Con este lenguaje tan maravilloso que tenemos, el castellano es
uno de los más ricos en palabras y la gente tiene cada vez menos
vocablos.
–¿Por culpa del celular?
–Por el celular y porque pienso que la gente no lee o lee menos.
Hicimos un análisis de las canciones comerciales con un grupo de
expertos y encontramos que se hacen para ser entendidas por una
mentalidad de ocho años. Yo quiero que la gente se recupere pronto de
sus desgracias emocionales y le doy elementos para que no se vaya a la
cantina. Si tú estás lastimada y te digo:
Vete a la cantina, porque ahí está la solución, pues bonita cosa, cómo te quiero, qué bien te quiero. A mí me parece que este tipo de valores han hecho un profundo daño a hombres y mujeres.
“Me parece que con ese tipo de canción tan elemental, que da pena,
hemos educado a la gente para que no pase de los ocho años. A mí no me
interesa un país de ocho años, quiero que la gente crezca, pido un país
de adultos, no de retrasados mentales, porque también a los niños se les
chinga porque no saben pensar.
“He dedicado toda mi vida a que la gente despierte. Por supuesto que
me divierto con Chava Flores, que canto todos los días. Si alguien me
enseñó a reír fue Chava, con quien conviví durante años. Soy una persona
feliz. Nunca hice un centavo, vivo con lo absolutamente elemental, pero
tengo dos hijos maravillosos, con unos valores que los hacen felices,
porque nunca los traté como a idiotas, sino como a pensantes. Así quiero
que se trate a toda la gente en México. No creas que soy un amargado.
El consumismo quiere que la gente olvide su realidad, yo quiero que la
gente enfrente su realidad, porque eso los va a hacer felices. No quiero
un país de idiotas, repito. La gente en México está tremendamente
mediatizada por las telenovelas, las redes. Una pequeñísima parte de la
población se está quedando con todo y nosotros estamos en la baba. No
quiero el país que tengo, pero amo mi país. Cuando le hicieron el fraude
a Cuauhtémoc Cárdenas, esa misma noche platiqué con Monsi: ‘Carlos,
¿qué vamos a hacer ante tal atrocidad?’ Me respondió: ‘Vamos a seguir
cantando, seguir dando conferencias, seguir escribiendo libros, vamos a
seguir yendo a las marchas, vamos a construir movimientos sociales por
todos lados hasta que este país entienda que no nos pueden tratar como a
idiotas’. Y eso es lo que he estado haciendo al lado de Óscar, de
Amparo –quien quiso cantar mi La maldición de la Malinche–, Judith Reyes, José de Molina, de Rius,
de Ayotzinapa, de Joan Manuel Serrat, de Mercedes Sosa, de Lorca, de
Alberti, de Miguel Hernández, de Goytisolo, de Los Folkloristas, de
todos.”
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