Discurso ante el pueblo de Santiago de Chile, 22 de junio de 1973
Topoexpress
Trabajadores de Chile;
Queridas compañeras y estimados compañeros;
Compañeros dirigentes nacionales de la Central Única de Trabajadores y de la Confederación de Trabajadores del Cobre;
Compañeros y amigos dirigentes de los partidos integrantes de la Unidad Popular:
¡Aquí
está el pueblo! ¡Aquí late el corazón de Chile, porque es el corazón
del pueblo! ¡Aquí se siente la historia! ¡Aquí estamos afianzando
nuestro derecho a construir un porvenir de justicia y libertad, de
abrirnos paso hacia el socialismo!
¡Jamás en la historia de Chile el pueblo estuvo más combativo y presente!
Aquí
no sólo está la presencia física, sino la voluntad revolucionaria,
responsable, consciente de cientos de miles, de más de medio millón de
santiaguinos, que como a lo largo de la patria y en otras provincias
están diciendo, en su lenguaje duro de trabajador, que no permitirán que
la insolencia fascista avance en nuestra patria. Aquí ha habido
lágrimas de alegría y lágrimas de trabajo y piedra. Aquí está la patria
en el crisol esperanzado de su decisión revolucionaria. Aquí estamos
para decir que nada ni nadie impedirán que avancemos en el mandato
histórico de hacer efectiva y real la independencia económica de Chile y
su plena soberanía.
Nos reunimos los que defendemos a
nuestra patria, los que construyen y seguirán haciéndolo, los que
anhelan afianzar y ampliar nuestra democracia y vitalizar el proceso
revolucionario nuestro. Están aquí y han parado las faenas las
industrias, las usinas, las empresas, los servicios públicos, parte de
los hospitales, para expresar su solidaridad con los trabajadores de El
Teniente que está laborando en este instante para reafirmar una vez más
su decisión de lealtad al pueblo de Chile y al Gobierno Popular de
ellos. (Aplausos.)
Ya lo dijo el compañero Godoy, han tenido que
decir que ellos también iban a pararse. Ya se los grité en octubre del
año pasado: Sólo los trabajadores, los campesinos, los obreros, los
empleados, los estudiantes, fundamentalmente la clase obrera, puede
parar un país y esta es la demostración que en estos instantes estamos
haciendo.
En su tenebrosa desesperación, en algunos titulares de
los diarios se dice también que este acto extraordinario, sin
precedentes, está destinado a hacer una advertencia a las Fuerzas
Armadas, a las fuerzas de Carabineros e Investigaciones de que el pueblo
seguirá adelante. Se engañan. No puede ser ese el contenido de este
acto. Una vez más mistifican y mienten, Chile sabe que por tradición y
por historia las Fuerzas Armadas de la patria jamás utilizarán las armas
que el pueblo les ha entregado, contra el propio pueblo. (Aplausos.)
Esta
es una expresión de protesta y rebeldía. Una concentración masiva como
nunca antes la hubiera, contra los que buscan el caos y el desorden como
táctica política para defender el sistema capitalista que tantos
privilegios y granjerías le dieran a un sector reducido de nuestros
conciudadanos. Este acto es una expresión muy clara contra los fascistas
y contra aquellos que consciente o inconscientemente, colaboran con
ellos.
Contra aquellos que destruyen por destruir, contra aquellos
que siguen haciendo lo que empezaron antes de las elecciones
presidenciales del año 1970, contra los que del 4 de septiembre al 3 de
noviembre utilizaron el ataque directo, el sabotaje, la dinamita para
impedir que el pueblo fuera Gobierno, contra los que llegaron —y hay que
decirlo para que se sepa lo que eso significa— hasta el asesinato del
comandante en jefe del Ejército general René Schneider. Son los mismos.
Son los de siempre. Son los que hace pocas horas atentaron contra el
edificio de la cultura, que lleva el nombre de la gran poetisa inmortal
Gabriela Mistral. Ese es el símbolo del fascismo, el odio a la
inteligencia y a la cultura, son aquellos que en estos días han desatado
una acción vandálica. El pueblo debe escuchar:
Jueves 14.
Enfrentamiento con carabineros en el puente Maipo tratando de hacer una
marcha no autorizada, encabezada, por desgracia, por un grupo de
mineros. Un tractor cargado con dinamita. Dos vagones de ferrocarril
fueron incendiados. Ese mismo día robaron los explosivos del campamento
de vialidad Embalse Alcos para usarlos contra los trabajadores
seguramente.
Viernes 15. Los fascistas desatan asonadas, apedrean
negocios, impiden las clases en el liceo de niñas. En Santiago hacen lo
mismo. Hay 74 heridos y un muerto a bala: un joven estudiante a cuya
memoria rendimos el homenaje que merecen los mártires, Milton da Silva.
Ese mismo día, ocupación de la Universidad de Chile, y allí se trató de
provocar un incendio intencional. Se realizó, como lo dijera, el asalto a
la UNCTAD, y además a la Corporación de Obras Urbanas.
En Antofagasta los fascistas apedrean la Intendencia, 14 detenidos.
EL día sábado 16. En Linares, bomba contra el partido socialista.
EN CALAMA. 300 personas intentan un desfile y atacan la Gobernación, 6 detenidos.
MELIPILLA.
100 fascistas bloquean el tránsito. Son los miembros de Patria y
Libertad. Dos socialistas heridos de bala, uno grave.
RANCAGUA. Bomba contra la torre de ENDESA. El Ejército desmonta el dispositivo.
SANTIAGO.
Barricadas y avanzadas en la Alameda. Carabineros tiene que intervenir.
Doce lesionados y doce detenidos. Se dijo que se había usado la fuerza
pública con una violencia tal, que había más de doscientos heridos
graves. No hubo un solo muerto. Y sin embargo, las radios reaccionarias y
contrarias al Gobierno propalaron insistentemente estas noticias para
crear inquietud en la población.
Domingo 17. Asalto al local del
Partido Socialista en Quinta Normal: siete lesionados, un compañero
socialista herido de bala. Asalto al local del Partido Socialista en
Barrancas, heridos a bala dos socialistas. Bomba en el campamento que
lleva el nombre de una hija mía, Tati Allende. Desde un auto balean la
sede del Partido Comunista en Ñuñoa. Herido a bala un joven de las JJCC.
He
reseñado frente al pueblo estos hechos, ante la conciencia de Chile,
para que se vea quiénes desatan la violencia, el terrorismo. Quiénes
usan la dinamita y los explosivos. Reafirmo aquí, como lo dijera en
pleno Congreso Nacional cuando leyera la parte política del mensaje:
¡Como Presidente de la República, como militante del Partido Socialista y
de la lucha social, combatiré implacablemente al fascismo, penetraremos
en sus madrigueras, aplastaremos su insolencia, defenderemos a Chile,
compañeros!
Pero sepan, con la unidad combativa del pueblo, con la
decisión de las Fuerzas Armadas y de Orden —que tienen que acatar par
mandato histórico la Constitución y la ley— levantaremos una barrera
infranqueable a las turbias maniobras de los fascistas y los
reaccionarios que los apoyan.
Sí camaradas, ¡reafirmo el grito de
ustedes, «luchando y creando poder popular», pero poder del pueblo, no
poder popular separado del Gobierno del pueblo! Esta es una demostración
contra los que buscan la guerra civil, contra los que colaboran con los
bastardos intereses imperialistas contrarios a Chile.
Se ha dicho
que este es un paro del patrón Estado, que hemos obligado a los
trabajadores a venir. Como no conocen a los trabajadores, con qué
derecho los injurian y los calumnian. Aquí han venido ustedes —repito—
en el número más grande de concurrencias que jamás tuviera un acto
público, a pesar de que la movilización colectiva particular paró, lo
que ha impedido que miles y miles de compañeros y compañeras que viven
en las poblaciones marginales estén aquí, en el centro de Santiago.
Están lejos materialmente, pero están con ustedes, con voluntad de
combate dispuestos a vencer, camaradas.
Han dicho que soy
responsable del orden de Santiago. Hoy día los mismos que callan los
atentados que he leído, que silencian las maniobras tenebrosas del
fascismo, dicen que hoy yo soy el responsable del orden. Hoy día. Sí,
soy el responsable del orden. Y lo soy sin tener que movilizar un número
crecido, extraordinario, de las fuerzas de Carabineros e
Investigaciones. El orden lo mantiene el pueblo, lo mantienen ustedes,
porque dan la señal y la demostración que nunca han entendido.
El
pueblo no quiere la violencia. No la necesita. Nunca hubo un acto
nuestro en que destruyéramos un vidrio, abolláramos un automóvil o nos
lanzáramos contra un edificio. Pero que lo sepan, en la tranquilidad del
pueblo, en su presencia responsable está la gran reserva. Que lo
entiendan de una vez por todas: si desatan la violencia
contrarrevolucionaria, utilizáremos las fuerzas que tiene el Estado y
las fuerzas de refuerzo del pueblo. Utilizaremos la fuerza
revolucionaria.
Pero llegan, compañeros, en su audacia hasta hacer
creer que la gente, que ustedes, compañeras, van a «comulgar con ruedas
de carreta», que ustedes se van a tragar una píldora del porte del San
Cristóbal. Fíjense, quién es el vocero de los mineros que están en paro.
El Mercurio, ocho columnas, cinco columnas, tres columnas, ocho
columnas de nuevo. Durante dos meses han estimulado la huelga,
estimulado el paro, pidiendo solidaridad, soñando que se iban a detener
las faenas de Chuquicamata, de la Andina, de la Exótica, de El Salvador.
Utilizan todos los medios, ¿para qué? Para que ese paro no terminara.
Diciéndole prácticamente a los obreros, equivocados algunos, errados
muchos, comprometidos quizás también algunos pocos, que no aceptaran las
soluciones, cinco soluciones que ha entregado el Gobierno a
conocimiento de ellos, después de haber mediado la FECH, la CUT, la
Confederación del Cobre. No nos hemos negado siquiera al diálogo con los
que representan a los trabajadores en paro. Pero hay un propósito, una
intención. Ellos han creído que ahora podían empezar un nuevo paro como
el de octubre del año pasado, afianzado en un sector de los trabajadores
de Chile. Y este hecho hay que denunciarlo, porque buscan que se
enfrenten trabajadores contra trabajadores.
Por eso, compañeros,
es que hay que pensar. El diario que forma parte de una empresa
comercial e industrial, que pertenece a un hombre que arrancó de Chile
al día siguiente de la victoria del 4 de septiembre: a un hombre que
está empleado como vicepresidente ejecutivo de la Pepsi-Cola. Buen
puesto encontró, y muy apropiado a sus condiciones.
Pues bien,
esto debe entenderlo el país. Ese es el diario que día a día, minuto a
minuto, siembra el odio desfigurando la imagen de este Gobierno,
haciendo creer que aquí las hordas marxistas son las que mandan, que el
régimen es totalitario, que el Presidente de la República es un
prisionero del Partido Comunista.
Ni siquiera cuando estuvieron
las Fuerzas Armadas en el gabinete de noviembre dejaron de motejar a
este Gobierno de marxista, para crear una imagen distorsionada de lo que
somos y lo que seremos. El pueblo debe entender entonces que un hombre
arrancado de Chile, era presidente de un banco, que la Contraloría
General de la República tuvo que cursar el decreto de liquidación de
este banco que estafó en 7 millones de dólares a bancos americanos. Esa
es la manera de actuar. A través de ese diario lanzan la panacea, el
pensamiento, la agresividad, la lucha contra ustedes y contra nosotros.
Pues
bien, que lo sepan. Nada ni nadie va a detener la fuerza consciente,
disciplinada, de los trabajadores de Chile. Y si aceptamos que procedan
como lo hacen es porque hemos dicho que somos respetuosos de la
Constitución y la ley. Pero les advierto que no prosigan, porque bien lo
dijo Godoy, desatada la violencia no van a escapar ellos al justo
castigo del pueblo. Ellos pretenden la guerra civil. Nosotros queremos
evitarla, no por temor, sino porque sabemos que la guerra civil destruye
la economía de un país, quiebra la convivencia social, lanza amigos
contra amigos, padres contra hijos, hermanos contra hermanos. No por
temor, sino por conciencia, por responsabilidad, por patriotismo, por
sentido humano, por convicción revolucionaria. ¡Derrotaremos a los que
pretenden la guerra civil y aplastaremos a los fascistas! (Aplausos.)
Yo
estuve ayer en el mineral de El Teniente. Fui a conversar con los
obreros y los empleados que allí hay. Constaté que la producción se ha
mantenido a un nivel promedio de un 45 % de la producción normal. Me
impuse de la eficacia y de la amenaza que puede significar que se
detenga la producción, que no llega luego el petróleo, que no envían los
camiones que saquen de la fundición el metal. Constaté que no había
ningún horno que no estuviera funcionando, que se está terminando la
construcción del tercero. Me prometieron los compañeros allí que harían
todo la posible para que en el mes de la patria, en septiembre,
estuviera terminado este horno que permitirá aumentar en un 12 o 15 % la
producción.
Pedí las cifras que les entrego a ustedes. En los
tres turnos de ayer. Ayer trabajaron 4.604 obreros. En esos tres turnos,
antes del paro, trabajaban 6.165 obreros. Es decir, están trabajando
ahora el 75 % de los obreros. Empleados en el día de ayer trabajaban
919; en tiempo normal trabajan 3.602 empleados. Es decir, trabaja un 25 %
de los empleados. En números redondos, tomando a los obreros en su
conjunto, han trabajado ayer 58 % de los que viven y laboran en ese
mineral. Por lo tanto, queda en evidencia quienes no respetan la
democracia sindical y queda claro y por desgracia, que son un grupo de
empleados los que pesan fuertemente en los que están en paro, no así los
obreros que en un número de 75 % están entregando con calor, con fe,
con energía su capacidad.
Compañeros de Santiago, trabajadores de
Chile, ayer no fui a sembrar el odio contra los que están en paro. Fui a
ver a los que están trabajando para entregarles a nombre de ustedes la
conciencia solidaria de los trabajadores de Chile. Y recibí de ellos una
gran lección, la lección de lealtad a la patria, a la clase obrera, a
la conciencia revolucionaria de un pueblo. (Aplausos.)
Hay que
medir la proyección que tiene el hecho de que se haya creado este
problema artificial. Digo artificial porque según se ha expresado
reiteradamente nació de una interpretación legal que hace el abogado de
los trabajadores en paro. Nosotros propusimos que fueran a consultar a
la Contraloría, a la Junta de Avenimiento, al poder judicial. La
Contraloría se declaró incompetente, la Junta determinó en contra de la
interpretación del abogado de los trabajadores. Y no han recurrido al
poder judicial.
Ahora les digo, antes del paro conversé durante
casi tres horas con los dirigentes de la zona de El Teniente. Les di las
razones nacionales e internacionales. Les hice ver que a mi juicio era
un error que nombrara una comisión partidaria. Que si habla dificultades
yo sería el árbitro final. Les hice ver que una huelga en el cobre
creaba la sensación exterior de que los propios trabajadores no
entendían el proceso de nacionalización y lo que representaba lo
recuperado para el pueblo y para Chile, las riquezas básicas en manos
del capital extranjero. Les hice ver el perjuicio, en los momentos en
que carecemos de las divisas necesarias para traer lo que Chile necesita
en insumos, materias primas, medicamentos y repuestos. Argumenté como
compañero ante compañero y fracasamos.
¿Cuál es el objetivo
principal? Crear las condiciones para el enfrentamiento, para la guerra
civil. La guerra civil no depende sólo de la voluntad de algunos
hombres, sino que pesan, y mucho, las condiciones materiales que
arrastran la propia voluntad de mucha gente que ha estado y estaría
siempre contra la guerra civil, como pensamiento individual.
Por
eso es que ellos maniobran de tal manera. Y el pueblo debe entenderlo.
Anhelan encontrar una crisis del Estado. Su primera manifestación está
en proceder de tal manera, que haya enfrentamiento entre los poderes
públicos. El Congreso es la barricada desde donde han actuado para
maniatar al Gobierno Popular e impedir que cumpla su programa.
Reformas
constitucionales tramitadas, a nuestro juicio, con el apoyo del pasado,
de la Constitución, de la ley, tramitadas inconstitucionalmente y
pretenden que se promulguen como ellos las han despachado.
Presupuestos
sin financiamiento. Ley de reajuste de igual manera. Despacho de leyes
fundamentales como es la del delito económico, el Ministerio de la
Familia, el Ministerio del Mar. Ahí están durmiendo iniciativas legales
inclusive. Aparentemente dicen que las leyes no les preocupan, como
aquella destinada a impedir las toma en forma irregular, que muchas
veces y equivocadamente algunos compañeros hacen. Pero hay que recordar
que entre el 4 de septiembre y el 3 de noviembre, cuando todavía ellos
estaban en el Gobierno, se ocuparon 3.000 departamentos y casas.
Incluso
enviamos una ley y esa ley no ha sido despachada por el Congreso. De
allí entonces que se levante férreamente el bloqueo legislativo, las
acusaciones contra ministros, intendentes, gobernadores. Nunca antes en
la historia de Chile fueron acusados más ministros. Nunca antes se
torcieron las disposiciones constitucionales, que no permiten acusar a
los ministros desde el punto de vista político.
Pero hay más. Se
busca negar poderes cívicos e institucionales. Una sociedad está basada
en el respeto a la autoridad legal, en el respeto a las atribuciones de
los órganos del Estado, en el respeto a las opiniones y creencias
discrepantes. Y nosotros lo hemos cumplido a cabalidad. Por eso hice
referencia a la libertad de prensa que existe en Chile, y no hago
referencia a nuestro apego a las creencias, que nadie ha tenido la
insolencia de decir que el Gobierno del pueblo no ha respetado y
respetará el derecho de cada hombre y cada mujer chilena a tener la
creencia religiosa que más se avenga con sus convicciones íntimas.
(Aplausos).
Una sociedad persiste cuando hay respeto a las
resoluciones democráticas expresadas por el pueblo; cuando lo haya por
la dignidad de las personas, aunque se critique su acción política.
Estos son los valores de la convivencia nuestra. Luchamos porque sea una
realidad, pero ellos quieren vulnerarla.
El pueblo debe medir
hasta donde se ha llegado. Tengo aquí y lo voy a resumir muy brevemente,
y óiganlo en silencio, una declaración, o mejor dicho un manifiesto del
Partido Nacional. El titular de este manifiesto publicado en todos los
diarios de la oposición dice:
“Don Salvador Allende ha viciado su
mandato presidencial, por ilegitimidad en el ejercicio del cargo”. Parte
de lo que allí se dice el pueblo debe escucharlo:
“Quienes aún creen
que el mandato del Sr. Allende no está viciado por la ilegitimidad de
su ejercicio, tienen ahora la prueba definitiva de que la validez de
este mandato ha terminado”.
Eso es sedición y sedicioso.
“A la luz del derecho y la moral nadie está obligado a respetar ni obedecer un Gobierno que deja de ser legítimo”.
Esto es sedicioso y tentativo de sedición:
“La
grave agresión de que es víctima la nación chilena por la acción
devastadora de un Gobierno totalitario e inmoral no puede ser prevista
por el poder constitucional, por el poder constituyente al dictar las
disposiciones de la Carta Fundamental. Deberá llevar al Congreso
Nacional a considerar la ilegitimidad de ejercicio en que, a nuestro
juicio, ha incurrido el Gobierno de la Unidad Popular”.
¿Quiénes
se salen de la Constitución? ¿Quiénes se salen de las leyes? ¿Quiénes
impúdicamente plantean la ilegitimidad de un Gobierno elegido por el
pueblo, respetado por las Fuerzas Armadas y que tiene el apoyo que
ustedes le dan con su calor, su voluntad, su decisión? Que lo sepan y
pido desde aquí —y tengo derecho a hacerlo porque está en juego la paz y
la tranquilidad de Chile— que la Democracia Cristiana se pronuncie
sobre este manifiesto. Es conveniente que sepamos todos a qué atenernos.
Mientras tanto haremos un último intento; presentaremos una querella en
contra de la directiva del Partido Nacional; si hay justicia en el país
deben ir a la cárcel (Aplausos.)
De la misma manera,
presentaremos ante los tribunales la querella necesaria o la demanda
para que Patria y Libertad sea declarada asociación ilícita. Y mientras
se tramita eso en los tribunales, tomaremos todas las medidas
administrativas y policiales para aplastar la insolencia fascista de
Patria y Libertad. (Aplausos.)
Además de lo que he dicho, hacen
denodados esfuerzos para presentar a las Fuerzas Armadas con su
disciplina quebrada; hacen lo mismo con Carabineros e Investigaciones.
Que ha pasado tal cosa en el grupo 7, en el grupo 10; que hay 60
carabineros detenidos; que hay quiebra en la autoridad de las
comisarías; han atacado y siguen atacando al general Prats por haber
sido ministro del Interior y vicepresidente de la República. No les
importó que estuvo en el extranjero cumpliendo una tarea muy importante,
al igual que lo hiciera el almirante Montero. En ausencia del general
Prats lanzaron los más innobles ataques en contra del comandante en jefe
del Ejército chileno. Esta es la actitud. Así proceden los que hablan
de democracia y libertad. Incitan al odio y buscan la exacerbación de
los más bajos instintos.
Buscan la crisis económica. Saben que hay
factores externos poderosos, como ha sido el alza del precio del dólar,
el alto nivel que tiene nuestra deuda externa, la limitación de los
créditos en los bancos particulares y aún de los bancos internacionales,
de los cuales somos socios. Saben que hay factores internos. La falta
de infraestructura nacional, la baja producción agrícola, el hecho de
que hayamos hecho una política de redistribución de ingresos, que hayan
600.000 chilenos que antes no tenían que comprar, y que hoy siquiera
pueden comer lo básico y lo mínimo. Todos lo saben. Pero buscan acentuar
las dificultades que estamos viviendo y que no oculto frente al pueblo,
que son graves, compañeros, por una inflación que puede ser galopante.
Ya me referiré a ella en pocos segundos más.
Buscan con paros
artificiosos desarticular la producción de la misma manera que lo hacen
con la distribución: acaparamiento, especulación, mercado negro.
¿Pregúntese
al pueblo por qué el segundo piso de la Universidad Católica está
repleto de cajones con alimentos? ¿Por qué han desfilado camiones a
Rancagua llenos de alimentos?
¿Dónde estaban estos alimentos,
quién los tenía acaparados, en qué bodega de la burguesía se
encontraban? Ahí está la respuesta. Hemos dicho siempre que ellos han
desatado una psicosis aprovechándose del proceso inflacionista, que
ellos todavía tienen un espeso poder de compra, que si necesitan uno
compran diez y al día siguiente vuelven a hacerlo, porque ellos tienen
el dinero suficiente para hacerlo y porque el Congreso nos ha negado,
entre otras cosas, una ley que castigue y sancione el delito económico
con la moneda, con el acaparamiento y contra el mercado negro.
Por
eso es que hay que tener conciencia para comprender cuáles son los
procedimientos y les métodos: que a veces hay que tener más paciencia
que la que tienen ustedes, mujeres de mi patria, que tienen que hacer
colas, que saben que faltan cosas que nosotros quisiéramos que no
faltaran en el hogar de ustedes, pero que son consecuencia de
realidades, de una infraestructura, de una estructura económica, de una
producción hasta ayer destinada a una élite; que hoy día están
agrandadas estas dificultades por los problemas internacionales que el
pueblo no puede ignorar. Pero hay más, compañeros. Y esto es muy grave:
primero, sinuosamente planteado, después con un tono un poco más alto,
ahora descaradamente:
“Chile está en peligro. La seguridad
nacional amenazada. El Gobierno es el responsable. Nubarrones
internacionales vuelven a apuntar, porque Chile puede caer frente a la
falta de preocupación del Gobierno, en la indefensión”.
Respuesta
nuestra. Hemos hablado de seguridad nacional, siendo esencialmente
partidarios de la paz y sabiendo que Chile nunca va a agredir a ningún
país vecino. Ha sido el Gobierno que presido el que ha elevado la
conciencia de Chile más allá de la defensa nacional.
¿Cómo
recibió mi Gobierno las Fuerzas Armadas de Chile? Quebradas en su moral
después del «tacnazo»; acribilladas en el dolor justo con el asesinato
del comandante en jefe del Ejército; con un almirante que la justicia
militar dice que está comprometido en ese hecho delictivo, el señor
Tirado Barros; con un general que era jefe nada menos que de la División
Central, el señor Valenzuela, también culpado por la justicia militar.
Así recibimos nosotros las Fuerzas Armadas. ¿Y qué hemos hecho? Hemos
hablado de su incorporación al proceso de desarrollo. Hemos dicho que
tienen que compartir una política, no partidista, no pequeña, no de una
tienda determinada, sino una política al servicio de Chile y los
chilenos. Hemos dicho que tienen que estar presentes para aprovechar su
capacidad, su preparación, su lealtad, su patriotismo, en las grandes
empresas que le interesan al desarrollo económico nacional y
fundamentalmente en las empresas estratégicas. Estuvieron presentes en
octubre, llamadas por mí, precisamente para defender a Chile. Y nos
hemos preocupado de su perfeccionamiento técnico y científico; nos hemos
preocupado de su dotación. Callo, por patriotismo, de cómo estaban las
Fuerzas Armadas cuando llegó el Gobierno Popular, en cuanto a
implementos defensivos. Pero algún día haré que el ministro de Defensa
lo diga ante el Congreso Nacional.
Nunca como ahora las Fuerzas
Armadas fueron rodeadas del cariño y el respeto del pueblo. No las he
halagado, porque no necesitan halagos, porque no tengo yo capacidad de
halago para nadie. No estoy aquí de prestado, soy Presidente de Chile y
por lo tanto generalísimo de las Fuerzas Armadas por mandato de la
Constitución y por voluntad del pueblo. (Aplausos.)
¿Cuándo está más seguro un país? ¿Cuándo vibra más un pueblo?
Cuando
la mayoría de él siente que hay una patria para todos. Se afianza más
el sentido nacional, crece con más vigor el mandato de la historia
cuando hay gente como ustedes que entienden por qué lucharon los
próceres de la patria. Nunca como ahora un pueblo estuvo más dispuesto a
dar más fuerza y vigor a la seguridad nacional, que se conquista con el
arado, con la pluma, movilizando las empresas y las industrias,
elevando el nivel político y la conciencia de las masas, perfeccionando
técnicamente a los hombres y a las mujeres, incorporando a la juventud a
una gran tarea común y colectiva. Nunca como ahora Chile entenderá que
la seguridad nacional estará presente porque estarán presentes los
soldados del trabajo y los soldados de la patria.
Por eso,
trabajadores, hay que evitar la guerra civil. Para ello hay que avanzar
en conquistas que permitan al pueblo, a través de su Gobierno,
consolidar el programa. Hago mío los puntos desarrollados por el
compañero y amigo Jorge Godoy, presidente en ejercicio de la Central
Única de Trabajadores. Desde aquí con calma, les digo a los
parlamentarios de oposición que no pueden seguir en la tarea que están
empleados. No pueden convertir en el Congreso el régimen presidencial en
un régimen parlamentario, negando el contenido presidencial de la
Constitución que nos rige. No pueden utilizar las atribuciones del
Congreso para barrenar precisamente la Constitución. No pueden ser
pétreos, impermeables a las necesidades de la realidad que Chile vive y
al proceso social que está en desarrollo. Cuando hay partidos que hablan
de revolución, cuando hay partidos que hablan de socialismo
comunitario, cuando hay gente que honestamente dice que siente estas
verdades como principio de su acción pública, yo les digo que mediten
responsablemente, de la misma manera como tienen que ser respetuosos de
la autonomía de los poderes del Estado.
Desde aquí, desde esta
tribuna, reafirmo los conceptos que emitiera en una carta respuesta a la
Corte Suprema. Ellos tienen que entender que el pueblo oye, aprende y
establece las diferencias, compara las actitudes.
¿Qué explicación
puede tener el hecho de haber estado ocho meses presos campesinos de
Chesques y que el hombre mezclado en el asesinato del comandante en jefe
del Ejército vaya a tener tan sólo como sanción dos años de cárcel y
cinco de extrañamiento? ¿Cómo puede el pueblo entender que frente al
asesinato producido en Concepción por los que impulsaron el canal 6, la
justicia aún no interrogue a aquellos que Undurraga, que está reo, ha
dicho que actuaron junto a él, y les ha nombrado reiteradas veces? El
poder judicial tiene que darse cuenta que no puede ser él un factor
negativo. Que las leyes de un siglo atrás no pueden aplicarse ahora,
así, implacablemente. Que hay un sentido social que apunta en los
códigos o en la concepción jurídica de hace algún tiempo en todos los
países del mundo, y los jueces tienen que entender que las mareas de la
historia no se detienen a través de códigos caducos y leyes dictadas
para otra realidad.
Por eso es que planteo desde aquí, con
serenidad que, frente a la amenaza que vive Chile, hay una gran
responsabilidad en los otros poderes del Estado, y fundamentalmente del
Congreso, que no puede seguir dictando leyes desfinanciadas, porque es
un factor más para que se acentúe el drama de la inflación, que puede
ahogar a todo Chile.
Plantearemos la exigencia de leyes que
permitan ser instrumentos para poder desarrollar todo un plan económico
de emergencia que Chile necesita y reclama. Y yo sé que los trabajadores
van a respaldar ese plan de emergencia que los trabajadores han
comprendido ya que de nada sirve tener billetes y billetes, si el valor
adquisitivo de ellos se ha perdido fundamentalmente.
Yo sé que los
trabajadores de Chile —y lo demuestra la actitud de ustedes en las
usinas, en las fábricas en los hospitales, y aquí, en las calles de
Santiago—, saben que hay otros factores que tienen un valor mayor
todavía que el dinero: e! valor de la dignidad que ustedes han
conquistado, el valor del derecho a ser chilenos auténticamente; que
ustedes a lo largo de tantos años, ahora han conseguido el valor de
sentirse hombres y mujeres de una patria pequeña pero digna, ustedes
tienen conciencia que el rostro de Chile es diferente, que la imagen, el
perfil de nuestra patria, se ha acrecentado, que millones de seres
humanos, más allá de nuestras fronteras, miran a Chile y la voluntad de
ustedes de construir una sociedad distinta. Hemos roto las fronteras
ideológicas, nos hemos vinculado con todos los países capitalistas
industriales, con todos los países socialistas. Somos un ejemplo en
América Latina por nuestro sentido latinoamericano, y junto con Cuba
somos los que levantamos la voz de dignidad de este continente, más
fuerte que otros todavía. (Aplausos.)
Por eso no me imagino que
intereses pequeños y bastardos puedan negarles al pueblo y su Gobierno
la posibilidad de consolidar, de avanzar en el proceso transformador,
evitando el costo social y la violencia que el pueblo no necesita.
Yo
sé que ustedes van a estar junto a nosotros, apoyando los puntos que ha
planteado la CUT y que el Gobierno hace suyos, y afirmando el plan de
emergencia que ampliamente y en pocos días más conocerán todos los
chilenos.
Yo sé que ustedes van a afianzar la disciplina; que los
que militan en los partidos van a afianzar la unidad; que van a hacer
más poderosa la organización sindical de los trabajadores en el campo,
en las empresas. Que el proletariado industrial, vanguardia de todo
proceso dinamizador de la historia, estará más que nunca dispuesto a
producir más y trabajar más.
Yo sé, compañeros y compañeras de
Santiago y de Chile, que ustedes también saben la responsabilidad que
tienen. Yo sé que van a cumplir. Por eso también es indispensable que
haya nuevas formas de organización. Ellos ya lo han hecho para apuntar
las ojeras negras del fascismo. Ahí están sus organizaciones como
PROTECO, como SACO, como SOL, como los maquis y como los comandos.
El
pueblo debe acrecentar y crear nuevas organizaciones populares. Ya lo
dije al comienzo de mis palabras: luchar y crear el poder del pueblo,
pero poder del pueblo no separado del poder del Gobierno, no contra el
Gobierno. Este no es un Gobierno reformista. Este es un Gobierno de un
proceso revolucionario, que terminará afianzándose en la revolución, con
las fuerzas conscientes y disciplinadas de los trabajadores.
Sí.
Comandos comunales, comandos de vigilancia en las industrias, comandos
de producción, miles y miles más de organizaciones de JAP, vitalizar las
juntas de vecinos, estar en los centros de madres. Donde haya una
organización del pueblo, ahí tienes que estar tú presente, compañera, y
tú también, trabajador de la patria.
Sobre todo, me dirijo a
ustedes, mujeres de Chile, madres de Chile: no hay proceso
revolucionario que se profundice o avance sin la presencia combatiente y
combativa de la mujer, de la mujer hija, hermana, madre, esposa.
Mujeres de Chile, nuestra lucha es fundamentalmente por el hijo de
ustedes. Madres de Chile, defiendan su revolución que es también la
semilla que permitirá que los hijos de ustedes vivan en una sociedad
distinta.
No necesito llamar a la juventud. Ella está atenta en su
fuerza creadora y en su propia responsabilidad. Ya vendrán marchando
desde Arica, para encontrarse en Santiago, con los que vienen avanzando
desde el sur. Es la juventud que pica la pampa, la tierra agrícola, la
dura costa minera; es la juventud que hará que el hielo se derrita con
su calor de mozo; es la juventud que lleva la claridad al pueblo para
anunciar la amenaza de la guerra civil, y para decir que ellos más que
otros tienen derecho a la vida, la van a ofrendar para defender a Chile
de la guerra civil y del fascismo.
Trabajadores de mi patria. ¿Qué
puedo decirles yo a ustedes? ¿Cómo expresarles mi reconocimiento a la
lealtad de ustedes, a la fuerza combativa de ustedes, al espíritu de
sacrificio de ustedes?
El viernes, allí dentro, sentí una emoción
profunda. El pueblo aquí mojado, trasminado de frío, azotado por la
lluvia, tenía calor, cantaba, demostraba alegría daba la prueba de su
confianza en sus propias fuerzas. Y hoy, ustedes están aquí para decirle
a Chile y a América que el pueblo sabe que en la unidad, en la firmeza
de sus convicciones revolucionarias, en la lealtad para discutir
tácticas distintas sin romper la unidad, el pueblo entiende que formando
un comando político único, centralizada la economía, movilizándose en
el trabajo y en el esfuerzo está la garantía de la victoria.
Gracias
compañeras, juventud de mi patria, obreros de esta tierra que tanto
queremos. Por ella, por Chile. ¡VENCEREMOS, CAMARADAS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario