La Jornada
El presidente
estadunidense Donald Trump sostuvo el miércoles una reunión con los
líderes demócratas del Congreso para encontrar un acuerdo legislativo
que ampare a los dreamers, jóvenes indocumentados que llegaron
al país durante la infancia y que se encuentran estudiando o
desempeñando una actividad profesional. El político republicano ha
condicionado el acuerdo al endurecimiento de la llamada seguridad
fronteriza, aunque de momento sin medidas que apunten explícitamente a
la construcción del muro con México, una de sus principales promesas de
campaña.
Cabe recordar que los casi 800 mil dreamers se encontraban
protegidos temporalmente de la deportación por el Programa de Acción
Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en
inglés), creado por el anterior mandatario, Barack Obama, y cancelado
por el propio Trump hace 10 días.
Queda claro que estos estudiantes y profesionistas no pueden
proseguir con sus vidas de manera digna sin una solución permanente a su
estancia en el país, donde crecieron y en el cual han desarrollado
todas sus actividades.
Significativamente, el gobierno mexicano informó ayer mismo que el tema de la solución permanente para los dreamers fue
abordado en una plática telefónica entre Trump y el presidente Enrique
Peña Nieto, y el primero, según el boletín emitido por Los Pinos,
se mostró optimista en que el Congreso (de su país) alcance una solución para los jóvenes que hoy están al amparo de este programa.
Son pertinentes dos reflexiones al respecto: la primera es que
una solución de fondo verdadera pasa necesariamente por el otorgamiento
de la plena ciudadanía. Es necesario remarcar que los jóvenes en
cuestión ya son estadunidenses cultural, económica, emocional y
socialmente: no se trata de personas que formen una comunidad aparte en
el país vecino, sino que se encuentran de una o de otra forma asimilados
a ella, por lo que resulta inhumano para los propios dreamers y para las personas que los rodean la negativa a concederles el estatus legal acorde con su condició
n.
Por otra parte, el desarrollo de los acontecimientos pone en
evidencia que el magnate utilizó la amenaza de deportar a cientos de
miles de personas –cuyo aporte resulta crucial hacia la economía de su
país, por cierto– para la consecución de sus objetivos paranoicos y
xenófobos en la frontera compartida con México, algo que no tiene
relación alguna con los jóvenes inmigrantes, toda vez que ellos no la
cruzaron por su propia decisión ni son personas que transiten de un lado
a otro de ella. En suma, en una maniobra cruel e indignante, Trump los
usó como moneda de cambio e incluso como rehenes.
Por esto, la cancelación de DACA y la angustia causada a millones de
personas –contando a los jóvenes, sus familias, y un sinnúmero de
ciudadanos solidarios que los han apoyado– se ha revelado, entre otras
cosas, como un chantaje social impuesto por Trump con el fin de
financiar una idea de seguridad fronteriza ilusoria, inmoral y racista.
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