By Axel Plasa
Berlín,
Alemania. El protagonista de la Conferencia de Seguridad de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), celebró del viernes
16 al domingo 19 de febrero pasado en Múnich, Alemania fue,
indudablemente, el nuevo vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence.
Después de 1 año de incertidumbre acerca del futuro mismo de la
organización militar en la campaña del actual mandatario Donald Trump,
diversos temas se discutieron en esta ocasión como el conflicto en
Siria, la posición hacia Rusia y la supuesta agresión militar que
representa, y el tema de las cuotas de cada país miembro a la
organización.
El
secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, recalcó en su discurso
inaugural la relación actual entre Estados Unidos y Europa. Este lazo
entre Europa y América del Norte, plasmado en la alianza de la OTAN,
sigue siendo esencial para ambos. Europa necesita a América del Norte y
América del Norte necesita a Europa. Queda por ver quiénes figuran en
ese colectivo llamado Europa, y quiénes no. Y por verse está si
para la OTAN la Guerra Fría en algún momento terminó. Claramente Rusia
no forma parte de quienes han mantenido la seguridad colectiva en las
décadas pasadas, de acuerdo con la visión de Stoltenberg.
Parece ser que el nuevo mandatario estadunidense prefiere mantener el statu quo
con los países europeos hasta nuevo orden. El pacto transatlántico por
ahora no parece ser puesto en duda. No obstante, tampoco está
enteramente satisfecho con sus aliados, a los que acusa de no contribuir
suficientemente a las cajas de la alianza. Hasta la fecha, Estados
Unidos sigue siendo el principal contribuyente en términos de dinero y
contingentes. La regla es que cada país debe de mantener al menos un
porcentaje de 2 por ciento del presupuesto nacional para gastos
militares. Esta regla de oro, más que realidad, es un objetivo que no es alcanzado por buena parte de los países europeos exceptuando Grecia o Polonia.
Ni
siquiera Alemania, el motor económico y anfitrión de este encuentro, no
lo cumple. La ministra de Defensa de Alemania Ursula von der Leyen
admite, aunque no excluye que se pueda conseguir a corto plazo. Al
parecer el principal proveedor de la alianza militar que nació entonces
bajo la Guerra Fría en contra del Pacto de Varsovia ya no está dispuesto
a seguir siendo tan protagónico. Falta saber si está en sus
posibilidades el hecho de salirse, algo que por ahora ha sido desmentido
formalmente.
Mientras que Angela Merkel se mostraba optimista por
el futuro de la alianza y recalcaba la necesidad de contar con apoyo
de parte de Washington en la lucha contra el terrorismo internacional,
insistió en que los “retos de este mundo el día de hoy no pueden ser
resueltos por un solo Estado. Requiere de un esfuerzo en conjunto.
Tenemos que seguir adelante con estructuras multilaterales”. Claramente
con una urgencia de justificar la OTAN y sin cuestionar que todos
deberían de contribuir de forma proporcional en los gastos corrientes de
la misma.
El tema de Siria y el Estado Islámico no dejan de ser
vigentes, a pocos días de una nueva ronda de negociaciones en Ginebra,
Suiza, de la cual el enviado especial de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) para Siria, Staffan di Mistura se dice que podrían ser de
vital importancia, en un país que no sale de la espiral de la violencia y
de la intervención extranjera. El gobierno sirio, el cual desde la
primera reunión de Astana, Kazajstán, y en vistas de una nueva ronda
programada a la brevedad como seguimiento de la ronda suiza, espera
poder llegar a un acuerdo nacional con el cual poder decretar un alto el
fuego en todo el país. Moscú y Damasco abogan por una resolución donde
el gobierno constitucional sería el que recuperaría los territorios
conquistados por el Estado Islámico. Para otros parece ser que la
solución es fragmentar el país en algún modo, sea en naciones y en
regiones. En cualquier caso la desunión es evidente y algunos puntos
siguen evidentemente aún sin resolver.
La posición en común en
contra de Rusia por su lado parece sin cambios a grandes rasgos. La
razón der ser de la misma OTAN es aún la defensa militar contra toda agresión rusa. No en vano la incorporación de países de Europa del Este, antiguos satélites
o repúblicas soviéticas acercó el frente a la misma frontera de la
actual Federación Rusa. Estas mismas naciones que por un lado no cumplen
con sus cuotas de gasto militar, si exigen periódicamente un refuerzo
en sus fronteras exteriores en pos de su supuesta seguridad. No obstante
que el cumplimiento del gobierno de Ucrania no fue del todo sincero, y
que los Acuerdos de Minsk II fueron una tregua a tiempos, se le echa la
culpa enteramente a la actuación de Moscú a la hora de influenciar a sus
aliados de la autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y
Lugansk. Sería por lo tanto difícil imaginarse una OTAN sin un enemigo
jurado, antiguamente la Unión Soviética, hoy su sucesor: la Federación
Rusa.
El consenso transatlántico, a 7 décadas de su creación, se
encuentra en una verdadera crisis existencial. De no contar con el
absoluto y total apoyo de parte de Estados Unidos, no existiría
simplemente. El hecho que los europeos hayan seguido la línea de
Washington hasta ahora con sus diferencias cosméticas, sin embargo, no
es algo que dure para siempre.
Tal vez sea el comienzo del final
de la OTAN. Por lo pronto la unidad parece ante todo de fachada que por
convicción. Mientras haya dinero y una amenaza rusa que la
justifique, permanecerá. El día que estos engranajes dejen de funcionar
se verá de qué madera está hecha la alianza a estas alturas de la
historia.
Axel Plasa
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
Contralínea 529 / del 05 al 11 de Marzo 2017
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