Ángel Guerra Cabrera
Hace unos
días el gobierno cubano impidió la entrada al país de un grupo de
personajes unidos por la fascinación hacia el desprestigiado dogma
neoliberal, la necesidad de apuntalar desinflados proyectos políticos en
sus países y otras motivaciones non sanctas. Es el caso de
Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien se desvive por cumplir
el papel que le han asignado el comando sur de las fuerzas armadas de
Estados Unidos y las derechas locales en la desestabilización de los
gobiernos verdaderamente independientes de nuestra América.
A mediados del año pasado trascendió un documento firmado por el
almirante Kurt Tidd, jefe del mencionado comando, que explicaba la Operation Venezuela Freedom-2, segunda
fase de un plan subversivo contra Venezuela que describe con asombrosa
fidelidad lo que viene intentando hacer la contrarrevolución en ese
país. Aquí entra Almagro, inmoral y gris personajillo que desde su cargo
de canciller de Uruguay fingió simpatizar con los gobiernos
revolucionarios y populares de América Latina y el Caribe para hacerse
con la secretaría general de la OEA. Al referirse a la distribución de
tareas en el intento de derrocar al presidente Nicolás Maduro, dice el
comando sur
en el plano internacional hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, secretario general de la OEA...Si fuera por Almagro, Temer, Macri y otros de su ralea, ya el instrumento que indica el almirante se habría aplicado a Venezuela para excluirla y aislarla, como se hizo con Cuba en 1962. El problema es que no se cuenta con los votos, como explicó el argentino a empresarios españoles que lo acogieron en Madrid encantados con sus acciones y planes entreguistas.
Almagro, el ex presidente de México Felipe Calderón y la dirigente
del Partido Demócrata Cristiano de Chile, Mariana Aylwin, supuestamente
se disponían a viajar a La Habana para participar en una provocación
contra la revolución cubana orquestada por varias siglas que agrupan a
Felipe González y José María Aznar, corruptos ex presidentes del
gobierno español; al ex mandatario y prófugo de la justicia peruana
Alejandro Toledo y otros tantos de igual o menor insignificancia
política. Entre ellos, el terrorista y agente de la CIA, Carlos Alberto
Montaner.
Los gobiernos de México y Chile fueron informados con
antelación por las autoridades cubanas que no se permitiría la burda
provocación que se estaba pretendiendo montar ni el viaje de sus
connacionales para tomar parte en ella. Los presuntos viajeros ya habían
sido informados por sus gobiernos que no serían recibidos en La Habana.
El pretexto para el viaje era la entrega, por mercenarios de Estados
Unidos en Cuba, de un premio a Almagro y a Calderón como defensores de
la democracia. A la señora Alwin, igual condecoración a su padre, el ex
presidente Patricio Alwin, reconocido cómplice de Pinochet en el golpe
de Estado de la CIA contra el heroico presidente Salvador Allende.
Muy ofendido al parecer, el gobierno chileno llamó a su embajador a
consultas. El mismo gobierno que ha impedido la entrada de varias
personalidades solidarias con la lucha del pueblo mapuche y en octubre
del año pasado a Piedad Córdova, prestigiosa y reconocida luchadora
colombiana por los derechos humanos y la paz. Más de un analista de
derecha en Chile ha escrito que el viaje de Aylwin no tiene nada que ver
con los derechos humanos en Cuba, sino con el deseo de su partido de un
pretexto para abandonar la coalición gobernante Nueva Mayoría, en busca
de horizontes políticos más redituables.
De Almagro llama la atención que su frenética actividad contra los
gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador no esté respaldada por un
mandato de la Asamblea General de la OEA y su silencio cómplice ante el
golpe mediático-judicial-parlamentario en Brasil contra la presidente
Dilma Rousseff, rematado por una cordial visita al usurpador Temer para
concertar acciones contra Venezuela.
En México hubo más tino que en Chile. El tema fue despachado con un discreto tuit
del secretario Videgaray y no tuvo repercusión parlamentaria alguna,
pese a los denodados esfuerzos de la senadora Mariana Gómez del Campo,
siempre tan dispuesta a acoger y a apapachar a los mercenarios del
imperio en Cuba y a los golpistas venezolanos; en particular a la esposa
del fascista Leopoldo López, preso no por razones políticas, sino por
provocar la muerte de 43 compatriotas.
Twitter:@aguerraguerra
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