Dos
años después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa,
los padres de los alumnos cuentan cómo no pierden la esperanza de
hallarlos con vida.
El 26 de septiembre de 2014, 43 estudiantes de
la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero
(sur), fueron desaparecidos por la fuerza después de que los
arrestaran policías municipales cuando se preparaban para participar en
una manifestación en la Ciudad de México en memoria de una masacre de
estudiantes ocurrida el 2 de octubre de 1968.Los padres de los estudiantes desaparecidos no desisten en sus esfuerzos por averiguar la verdad de lo que ocurrió con sus hijos y luchan para no quedar en el olvido, y es que algunos de ellos, según publica este domingo la agencia de noticias AFP, se alojan en estos momentos en las aulas de la escuela de Ayotzinapa, donde se formaba a los futuros profesores de las primarias más pobres del país, a la espera de recibir noticias y de encontrar a sus hijos.
En este lugar mantienen vivo el recuerdo de los hijos, rezando durante horas ante un par de altares con sus fotos e imágenes religiosas y mantienen su determinación pese a las pésimas condiciones en las que se encuentra el lugar que habitan; algunas madres duermen en un salón con colchones en el suelo y redes contra mosquitos –que no evitaron que una de ellas se infectara con el virus Zika–, cocinan en latas en lugar de ollas, y usan un pequeña parrilla eléctrica.
Ayer sábado medios locales indicaron que, en vísperas del segundo aniversario de la desaparición de los 43 normalistas, los familiares de los desaparecidos se preparan para realizar un viaje a Suiza para pedir a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un apoyo que no han recibido por parte del Gobierno de su país.
Por su parte, la Fiscalía de México anunció el sábado que busca llevar a cabo una serie de nuevas investigaciones para dar con el destino de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa.
Las autoridades les aseguraron a los padres que sus hijos fueron entregados por policías locales a miembros de un cártel de la droga, quienes supuestamente los asesinaron y quemaron sus cuerpos en un basurero.
Los padres nunca han dado por cierta esta versión y creen en la posibilidad de que sus hijos están vivos, especialmente después de que expertos independientes rechazaran la conclusión oficial.
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