Ria Novosti
La política, como el bosque tropical, se alimenta de su propia basura (Paul Carvel, escritor belga).
Los
actuales gobernantes de Honduras, que llegaron al poder como resultado
del golpe de Estado en 2009 contra el presidente legítimamente elegido
Manuel Zelaya Rosales (“Mel”), jamás han prestado atención a la
advertencia de uno de sus más ilustres hombres, el escritor, estadista
y exjefe de Estado del país (1827-1830), Francisco Morazán quien dijo:
“La posteridad nos hará justicia”.
Ciegos y sordos, demostraron
recientemente durante las elecciones presidenciales que tuvieron lugar
el pasado 24 de noviembre cuando prácticamente realizaron un nuevo
golpe electoral. Según el exjuez español Baltazar Garzón, miembro de
una misión de observación de la Federación Internacional de Derechos
Humanos (CIPRODEH), “todos por unanimidad constatamos que hubo claros
indicios de manipulación y de fraude electoral”.
Ya en
vísperas de las elecciones la prensa globalizada internacional y local
desató una guerra mediática contra la candidata presidencial por el
partido Libertad y Refundación (Libre), Xiomara Castro, esposa de
Manuel Zelaya. Oscar Lauza, uno de los columnistas del periódico La
Tribuna escribió que “de Libre lo que podemos decir, que con su
Socialismo del Siglo XXI es un partido antisistema con una imagen de no
amigable, violento, anti empresa privada”. También la iglesia
evangélica que ronda por los dos millones de fieles, un cuarto de la
población y que goza de gran poder político en el país, arremetió
contra el partido Libre por tener en sus filas a activistas gays,
lesbianas y transexuales.
Hace un mes el vicepresidente de la
Confraternidad Evangélica, Roy Santos apareció en la televisión para
anunciar que Dios mismo le habló mientras oraba para criticar la
candidatura de Xiomara Castro. En aquella ocasión dijo que Dios le
explicó que “el país está en una amenaza porque los gobiernos
permitieron dar la autoridad al que yo había sacado con mi poder el 28
de junio de 2009. Por quedar bien con las naciones, se alejaron de mi
voluntad y no escucharon a mis siervos. Por eso, hoy están en riesgo
los destinos de esta nación. Porque los que hoy buscan nuevamente el
poder tienen planes malévolos estos últimos días, porque están
intimando y sobornando”.
Con estas palabras el pastor Roy Santos
aclaró que desde el punto de vista evangélico, el verdadero autor del
golpe de Estado en Honduras era Dios a pesar de que todo el mundo
conociera que fue Washington el que auspició y promovió el
derrocamiento de Manuel Zelaya. Y no podía ser de otra forma porque los
estrategas del Departamento de Estado consideran a Honduras de interés
vital para la seguridad nacional de los EE.UU. En la época de Ronald
Reagan el país fue utilizado como laboratorio de la contrainsurgencia
para el intervencionismo y la militarización de América Central. Por
algo en Honduras están instaladas seis bases norteamericanas y
actualmente el Pentágono, de acuerdo a la Coordinadora del Comité
Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH),
Berta Cáceres, se prepara para edificar la mayor base militar de toda
Latinoamérica en el territorio de la Mosquitia que posee grandes
recursos hídricos. Coincidiendo con este plan del Departamento de
Defensa norteamericano, la transnacional British Gas Group firmó hace
un mes un contrato con el gobierno hondureño que le cedió tres millones
de hectáreas en esta región para la exploración y explotación petrolera.
Por
eso no es de extrañar la activa participación de la embajadora
norteamericana en Honduras, Lisa Kubiske que hace tres semanas sugirió
a los hondureños “pensar bien qué candidato creará más empleo y el
ambiente en el cual el sector privado sienta confianza para invertir”.
También anunció que “no sería honesta si no les dijera que lo que
sucede en Honduras tiene un impacto directo sobre el bienestar de
Estados Unidos”. Lo que preocupa a Washington es el proyecto del vecino
de Honduras, Nicaragua de construir un segundo canal (el primero el
Canal de Panamá), a través de Nicaragua con el dinero y apoyo de China
y Rusia que conectaría el Mar Caribe, El Océano Atlántico con el Océano
Pacífico.
Teniendo todo esto en cuenta y añadiendo la
dependencia total del actual gobierno de Honduras encabezado por
Porfirio Lobo de Washington, sería lógico el acierto del periodista
Atilio A. Barón del periódico argentino Página 12 quien dijo que
“semanas antes de las elecciones, personeros gubernamentales habían
declarado que el Tribunal Superior Electoral (TSE) cotejaría sus cifras
con las que aportase la embajada de Estados Unidos antes de dar a
conocer los resultados definitivos al país. En resumen, el ganador
sería proclamado por la embajada”. Después de esta aclaración, que
define al país como un protectorado o mejor dicho que lo ubica en el
“patio trasero” norteamericano, sería imposible para una candidata como
Xiomara Castro, aunque su programa del gobierno haya sido bastante
tibio orientado hacia un indefinido modelo del “socialismo
democrático”, ganar las elecciones y llegar a la presidencia.
Y
así está sucediendo. El mismo presidente Porfirio Lobo proclamó como
ganador al candidato de su Partido Nacional (PN) Juan Orlando Hernández
cuando todavía faltaba computar el 58 por ciento del voto.
Posteriormente con el 67 por ciento y luego con el 75 por ciento de los
votos escrutados el Tribunal Supremo Electoral de Honduras (TSE) señaló
que el triunfo de Juan Hernández era irreversible al obtener el 34.08
por ciento de los votos, seguido de Xiomara Castro con el 28.92 por
ciento. El presidente del TSE, David matamoros anunció que “no
declaramos ganador ni perdedor, pero sí determinamos con estas cifras
los resultados definitivos van a ser iguales”. Sin esperar los
resultados finales del cómputo de votos, el presidente Porfirio Lobo y
Juan Hernández ya analizaron el proceso de transición del gobierno que
asumirá el 27 de enero de 2014. Al terminar el encuentro el actual
mandatario declaró que “hay que echar a andar la transición cuanto
antes, así cumplo con el propósito que nosotros dijimos antes de las
elecciones y después queremos empezar a trabajar ya, porque el país nos
espera”.
Por supuesto que los mil periodistas y 800 observadores
extranjeros que estaban presentes en las elecciones, con raras
excepciones como Garzón Baltazar y su agrupación (CIPRODEH), no se
percataron del fraude, robo y compra de votos, compra de credenciales,
intentos de manipulación anunciados por el TSE y la inclusión
mayoritaria a través del conteo electrónico y la transmisión de las
actas. Tampoco prestaron la atención a la exclusión de 400,000
sufragios de los resultados preliminares y la inclusión mayoritaria de
actas que dan ventaja al aspirante oficialista Juan Hernández a pesar
de que el 20 por ciento de las cuales exhibían serias inconsistencias a
través de la “transmisión irregular de resultados”, según la candidata
de Libre, Xiomara Castro.
El jefe de la Misión de Observadores
de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno Enrique
Correa señaló en su informe preliminar que “el escrutinio se ha
realizado en forma transparente y consideramos los resultados
confiables”. La responsable de la Misión de Observadores de la Unión
Europea, Ulrike Lunacek fue muy cautelosa en su informe concluyendo que
“no hubo participación equitativa de los partidos en las mesas y que el
partido del gobierno PN tuvo la mayor propaganda y gozó de la cobertura
más generosa”. Sin embargo, en su estimación “el proceso electoral fue
pacífico y ordenado”.
Al día siguiente de las elecciones el
gobierno de Costa Rica felicitó al “presidente electo Juan Orlando
Hernández por su victoria en estos comicios”. A la vez el presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos también reconoció a Hernández como el
nuevo presidente antes que se emitiera el primer boletín del ente
electoral. La embajadora norteamericana en Tegucigalpa, Lisa Kubiske
declaró a su vez que “reconozco los resultados anunciados y lo que los
observadores nos reportan”.
Así funciona de la democracia
globalizada. Las protestas de la lideresa del partido Libre y del
Partido Anticorrupción (PAC) que no reconocen la victoria de Juan
Hernández simplemente no se toman en cuenta porque los iluminados
globalizadores y las elites oligárquicas nacionales necesitan la
continuidad del actual régimen antidemocrático de Honduras para
proteger los supuestos “intereses vitales de la seguridad nacional” de
Estados Unidos y sus propios intereses económicos”. Prefieren un
“pequeño dictador en cierne” como lo calificó a Juan Hernández el
presidente de la Asociación de Industriales, Adolfo Facussé, a la
moderada lideresa del centro izquierda Xiomara Castro y su programa de
transformación del país al estilo de Lula da Silva.
No les
interesa que Honduras esté a la deriva, tanto en términos económicos
como sociales, y que la violencia mata un promedio de 20 personas al
día registrando su país la tasa de homicidios más alta del mundo: 85,5
por cada 100,00 habitantes. Actualmente el 67 por ciento de la
población, es decir 5,5 millones de habitantes del total de 8,2
millones viven en la pobreza y de ellos 3,8 millones son indigentes que
sobreviven con un dólar al día. El índice del analfabetismo es 85 por
ciento en pleno Siglo XXI y no se hace nada para erradicar la violencia
contra la mujer. El narcotráfico sigue en aumento a pesar de la
presencia de la DEA norteamericana y las 300 pistas clandestinas siguen
intactas. De acuerdo a los informes del Comando Sur estadounidense, en
2011 unos 104 aviones descargaron allí la droga y 275 narcolanchas
entraron en Honduras para llevársela a los Estados Unidos.
Este
es el camino que seguirá Honduras, si la TSE al terminar el cómputo
final del escrutinio anuncie como ganador a Juan Hernández. Las
denuncias del Partido de Libertad y Refundación y de él Anticorrupción
no servirían de nada ya que en realidad la decisión final ya haya sido
tomada por el Tribunal Supremo Electoral para declarar como ganador al
líder del partido del gobierno, Partido Nacional Juan Orlando
Hernández, endosando su plan de gobierno bajo el lema: “Vida Mejor”.
Sin embargo, a pesar de este proceso electoral que huele a fraude,
muchas cosas están cambiando en Honduras.
Primero, se ha roto el
bipartidismo del Partido Nacional y el Partido Liberal que durante más
de 100 años se turnaban en el poder. El partido de Libertad y
Refundación y el Partido Anticorrupción lograron en conjunto 52 butacas
en el Congreso Nacional (39-Libre y 13-PAC) mientras que PN obtuvo 47
asientos. Esto significa que el próximo congreso estará integrado por
partidos políticos que proclaman de ser de izquierda, de derecha, de
centro izquierda y de centro derecha. Segundo, hay un gran descontento
y despertar social de la juventud, obreros y campesinos que se refleja
estos días en diarios protestas contra el fraude electoral
protagonizadas por el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y
por las organizaciones estudiantiles.
Todo esto indica que el
“cambio de la época” en América Latina anunciado por el presidente de
Ecuador, Rafael Correa también está tocando a Honduras gane quien gane
estas elecciones. Decía el filósofo irlandés, Edmund Burke que “la
única cosa necesaria para el triunfo del mal es que las personas buenas
no hagan nada”. Actualmente estas “personas buenas” están emprendiendo
su lucha por el futuro de su país. Y esto es solamente un inicio, una
pequeña chispa que en algún momento cambiaría el actual destino de
Honduras como lo demuestra la historia de otros países latinoamericanos.
Fuente original: http://sp.ria.ru/opinion_analysis/20131129/158670873.html
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