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lunes, 9 de diciembre de 2013

Existe el "Estado mexicano?... y si existe, es fuerte para defender lariqueza nacional?

Desde que al tratarse de los negocios del Estado hay quien diga: ¿qué me importa?, el Estado está perdido. J.J.Rousseau

Por: Patricia Barba Avila

Al estar escuchando la interesante mesa de análisis de la Reforma energética organizada por Noticias MVS el jueves por la mañana, Aristegui planteó una pregunta fundamental :  ¿el Estado Mexicano es lo suficientemente fuerte para defender el petróleo?, la cual me generó las siguientes reflexiones:

1. ¿Existe el Estado Mexicano en los hechos? Creo pertinente mencionar tanto la génesis del término "Estado" como un par de definiciones del mismo, para posteriormente determinar si en el caso de México, existe el Estado rector de la economía y la convivencia social.

La idea de Estado surgió desde la antigüedad: en Grecia con las Polis o ciudades–Estado, mientras que en Roma el Estado era la civitas, que posteriormente se complementaría con la res publica en referencia a la comunidad política y a la cosa común publica.  Por otra parte, Jean J. Rousseau definió al Estado como la "asociación política libremente fundada por los partícipes del contrato social" mientras que George Jellinek define el Estado como “una corporación constituida por un pueblo y dotada de un poder originario”  

Y en lo que respecta al Estado-Nación, existen varias concepciones entre las que resalta la siguiente: "El Estado-Nación" está influido por la ideología del nacionalismo que considera la creación de un Estado como una condición indispensable para realizar las aspiraciones sociales, económicas y culturales de una Nación, entendiendo esta última como el conjunto de ciudadanos que habitan un determinado territorio.

2. Atendiendo a las definiciones y conceptos anteriores, podemos concluir que en México y otros países dominados por el neoliberalismo, el Estado-Nación ha dejado de existir para ser suplantado por una suerte de gerencia general que reporta a los dueños del poder monetario, el Cartel Financiero Internacional y defiende sus intereses. Los ejemplos que sustentan esta aserción sobran y se remontan a 1988 con el fraude electoral que llevó a Carlos Salinas a una presidencia que con la firma del TLC dio inicio al abierto sometimiento gubernamental al poder financiero de las megacorporaciones asentadas en el exterior, principalmente, en los Estados Unidos.

Entre las circunstancias que agravan aún más este estado de cosas es que la burocracia que "gobierna" en países como México y que ha dejado de lado sus obligaciones constitucionales para convertirse en oficina de intereses de el Cartel, es cada vez más obesa y onerosa en contraste con el marcado debilitamiento de sus funciones en la regulación de las actividades productiva, económica y financiera nacionales para darle paso a lamercadocracia o, lo que es lo mismo, el libertinaje donde mandan los mercados y se deja pasar todo tipo de saqueos y tropelías en detrimento de la calidad de vida del grueso de la sociedad que, de ser una de las partes en el Contrato o pacto social  (Estado-Nación), ha sido relegada al lamentable papel de mero observador y víctima.

El hecho de que los senadores y diputados tengan que atrincherarse para decidir el futuro de la soberanía energética a espaldas de amplios sectores sociales opuestos a la entrega de la riqueza propiedad --por ley constitucional-- de la Nación, acompañados de los aplausos y loas por parte de una cohorte de aduladores mediáticos a sueldo que lo mismo se deshacen en hipócritas lisonjas hacia el admirable Nelson Mandela que en sentidas alabanzas hacia su antípoda, la depredadora tecnocracia neoliberal, refleja de manera fehaciente la pulverización del contrato social entre gobernantes y gobernados y su suplantación por el ovejuno sometimiento de una burocracia corrompida a los adoradores del dios dinero en perjuicio de una creciente mayoría de ciudadanos. 

El hecho de que merced a una reforma política utilizada por la ultraderecha para negociar su apoyo a la reforma energética, se decida sustituir una escuela de delito electorero como el IFE con otra más abultada e igualmente perniciosa llamada "InstitutoNacional Electoral", para organizar parodias en las que la voluntad de un pueblo para contratar a sus empleados vale menos que cero, igualmente confirma la completa destrucción del Estado-Nación si consideramos que la Nación es, en esencia, la totalidad de los seres humanos que habitan un determinado territorio cuyo derecho constitucional de decidir por la opción de gobierno que más le convenga ha sido pisoteado una y otra vez.



El que quiera ser águila, que vuele; el que quiera ser gusano que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen. Emiliano Zapata Salazar.

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