Muchas cosas han sucedido en Honduras durante los últimos 16 meses. Ciertamente estamos frente al periodo más convulso e inestable de la vida política nacional de los últimos ciento cincuenta años.
Ricardo Arturo Salgado
Muchas cosas han sucedido en Honduras durante los últimos 16 meses. Ciertamente estamos frente al periodo más convulso e inestable de la vida política nacional de los últimos ciento cincuenta años. Para esta aseveración no nos apegamos a criterios meramente estadísticos y comparativos, sino más bien al hecho de que esta es la primera vez que una coyuntura describe claramente la posibilidad de un cambio cierto en las estructuras del estado. No podemos predecir como pitonisas el desenlace de todo este complejo asunto, pero podemos tratar de analizar algunos de los factores que rigen las contradicciones del momento histórico.
Por un lado está la derecha que quiere vendernos la idea de que está fraccionada, y que existe un sector recalcitrante de ultraderecha, golpista, que ha perdido el favor de la CIA y de los cubanos miameros. Tratan también de vender una derecha lite, representada por el régimen impuesto por las elecciones más obscuras en la historia del país, que cuenta con el apoyo absoluto del imperio, y, por ende, no va a ser derrocada por los militares controlados directamente por el pentágono y su southcom.
Como quiera que sea, la derecha entiende que no puede extender por mucho más tiempo la inestabilidad del país, especialmente porque, estando la mayoría de la empresa local dedicada a la venta de bienes y servicios, la parálisis en la contratación del estado le hace mucho daño a la economía local. Si bien es cierto que el régimen ha recibido un espaldarazo del imperio, es difícil que le suministre el casi 40% del Presupuesto Nacional que proviene de la ayuda externa, que para 2010 ronda los 50 mil millones de lempiras. En este sentido debemos estar claros que el régimen no es tan débil económicamente, gracias a la ayuda de todo tipo proveniente de los Estados Unidos, ni es lo suficientemente fuerte como para prescindir de la ayuda externa.
La situación, en general, para la derecha no es lo desfavorable que podría ser, en virtud del apoyo que recibe el régimen, y la incapacidad de las fuerzas opositoras reales de asumir un papel beligerante en la problemática del país. No deberíamos dudar ni un segundo que este régimen recibe apoyo de diversas formas, no solo monetaria, y su política de “limpieza” ideológica y destrucción de las organizaciones gremiales es un esquema muy bien montado en el que la población tiene que escoger si se deja vencer por el temor o lucha decididamente por fortalecer su posición en la discusión ciudadana.continúa---->
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