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sábado, 30 de octubre de 2010

América Latina ¿entre el Paraíso y el Infierno?


Una entrevista a Ignacio Ramonet

La Calle del Medio
El intelectual cubano Enrique Ubieta entrevista a Ignacio Ramonet en un diálogo que aborda -entre otros temas- los dilemas del periodismo contemporáneo, la figura de Fidel Castro y el tratamiento de los medios europeos sobre América Latina. El reconocido investigador relata aquí cómo ha sido censurado por el diario español El País y la emisora francesa France Culture luego de su libro sobre Fidel.

Trasponemos el portón y avanzamos por un patio interior que delimita un edificio en líneas rectas. Allí radica la redacción central de una de las publicaciones periódicas más prestigiosas de Francia, dentro y fuera de sus fronteras: Le Monde Diplomatique. Nos espera Ignacio Ramonet, escritor, periodista y profesor universitario de origen hispano, quien fuera su director durante 18 años (actualmente dirige la edición española). Pero no entramos a las oficinas de antaño, subimos un piso más arriba por la escalera, hasta el local que ahora ocupa la Fundación Memorias de la Guerra, empeñada en rescatar del olvido episodios de las luchas populares en Europa y en América Latina, de la que es su presidente. Ramonet acaba de obtener el Premio Antonio Asensio de Periodismo, creado por el Grupo Zeta para honrar la memoria de su fundador. Apenas ayer estaba en Sofía, presentando la edición búlgara de Cien horas con Fidel, de la que existen ya ediciones en más de 40 países. En su oficina hay un estante de libros, en los que pueden verse algunas de esas traducciones. También hay fotos del autor con Fidel, con Hugo Chávez y con el Subcomandante Marcos. Hemos viajado a París para asistir a un encuentro con la prensa francesa sobre la manipulación de la imagen de Cuba, por eso la primera pregunta, inevitablemente, aborda el tema.

-¿Cómo la prensa francesa, cómo la sociedad francesa mira hacia América Latina?

“Curiosamente no hay una visión única, porque el ciudadano francés o europeo, cuando mira los medios de comunicación, recibe exactamente dos mensajes, que son contradictorios. Me refiero a América Latina, pero esto podría extenderse a todo el Tercer Mundo, a los países del Sur. Por una parte recibe el mensaje de lo que podría ser la publicidad turística, con algunos aspectos de la cultura popular; imagínense toda la publicidad de las agencias de viajes. Aquí los autobuses, por ejemplo, durante un período del año, exhiben en un flanco una publicidad sobre Cuba donde ésta aparece como el país de la alegría, del sol, de las playas y de la dicha. Y así sucede también con el conjunto de América Latina: playas paradisíacas en México, en Santo Domingo, etc. Pero existe otro discurso mediático, en los telediarios o en las informaciones noticiosas, donde América Latina sólo aparece cuando hay catástrofes: el golpe de Estado contra Correa, el terremoto en Haití, las inundaciones en Guatemala… El ciudadano europeo imagina que un país de América Latina es o el Paraíso o el Infierno. O que es a la vez el Paraíso y el Infierno. Y esto evidentemente es imposible. ¿Por qué sucede esto? Porque son naciones lejanas, y no existe un seguimiento noticioso, y no se ven como países con una vida normal, con altibajos como en cualquier lugar. Ésa es por tanto una visión deformada. Con Cuba sucede algo similar; por una parte está muy extendido el mismo mensaje: “vaya a Cuba porque allí está el Paraíso, no cuesta caro, las playas son las más bellas del mundo, el mejor ron, las mujeres más hermosas, donde todo el mundo es risueño y acogedor, etc”. Y a la vez, en las noticias se califica a Cuba como una dictadura, donde no hay derechos, donde la gente sufre, donde hay prisioneros políticos, etc., etc. Se entiende que ese discurso contradictorio, no puede ser un discurso de verdad.”

-¿Saben los franceses que en América Latina se están produciendo los experimentos sociales de izquierda más importantes del mundo en el primer cuarto de siglo?

“Lo saben, pero globalmente, al presentar esas experiencias –lo que ocurre en Venezuela, lo que ocurre en Bolivia, en Paraguay, en Ecuador, etc. y sobre todo en Venezuela, el país sobre el que hoy existe una mayor focalización, presentado como el manantial de todas las dificultades–, el discurso de los medios dominantes rebaja ese aspecto, o lo descalifica. No se les reconoce el carácter democrático, a pesar de las elecciones, y se descalifican o ningunean los éxitos sociales. No se dice por ejemplo que en Venezuela ya no hay analfabetos, o en Bolivia, lo cual es un hito histórico. Actualmente esos medios mantienen ante esos procesos la actitud que asumieron durante mucho tiempo frente a Cuba, que ya no es, como diría Sanjinés, el enemigo principal.”

-El periodismo ha asumido con cinismo que su función, más que informar, es construir esquemas de pensamiento…

Digamos que el periodismo objetivo no existe, en mi opinión. Siempre es subjetivo. Lo que ocurre es que un periodismo subjetivo tiene que basarse en hechos, para que el periodista pueda deducir. Y en este caso, con los procesos latinoamericanos, se tergiversan o no se presentan los hechos. Es más, se presentan “otros” hechos. Por ejemplo, la campaña que en Francia y en muchos países europeos se ha llevado contra Venezuela en torno a la cifra de delincuentes y a la inseguridad en aquel país, se basa en hechos falsos, muy exagerados, sin ser comparados con los de otros lugares, como México o El Salvador, por ejemplo. Hablamos en sentido general, no quiere decir que aquí no existan periodistas muy serios, pero no son mayoría, no es el discurso dominante.

-¿Cómo ha sido recibido su libro sobre Fidel en Europa?

“Inicialmente el libro fue mal recibido, y la campaña de hostilidad fue tal que algunos llegaron a decir que no era el resultado de una entrevista, que Fidel ya había muerto y que era un argumento más para pretender que seguía vivo y que se había hecho a base de textos ya existentes, o discursos suyos y textos inventados por mí. En España fue donde la batalla fue más intensa. Por eso ya en la segunda edición el libro se vendió con un DVD que contenía un extracto de las entrevistas de una hora de duración –porque las entrevistas en gran parte se filmaron y existe un DVD de 6 horas–, para que la gente comprobase que era verdad. Y después sacamos la edición revisada que Fidel asumió –él contó en algunas entrevistas todo esto–, pero esa fue la campaña inicial contra el libro y contra mí. Fui censurado. Por ejemplo, yo escribía regularmente en El País, y una vez que salió este libro dejaron de solicitar mis colaboraciones. Aquí, en Francia, yo hacía un programa en France Culture, cada semana, y lo suprimieron, me dijeron literalmente que no podían tener un colaborador que hace libros con Fidel Castro…sigue...>

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