Carolina Escobar Sarti
Hace no mucho se pasaba de la infancia a la edad adulta sin siquiera pensar en algo que se llamara juventud. La consideración de la juventud, como una categoría histórica, tiene muy poco tiempo de haber sido teorizada como tal, con las variables que cada época y cultura fueron definiendo. Ahora ya hablamos incluso de adolescencia, pero antes esos seres sin nombre eran invisibles para los adultos, que ni siquiera los consideraban sujetos sociales, sino entidades dependientes en el marco de un sistema de patria potestad.
La categoría “juventud” se ha ido desarrollando poco a poco, según las sociedades, las culturas, los poderes, las representaciones ideológicas, los conocimientos y los saberes. Pero básicamente surge como respuesta a las preguntas que comenzaron a hacerse las y los jóvenes en determinadas épocas, cada vez que la propia conflictividad les provocó fuertes tensiones que atravesaron sus formas de sentir, relacionarse, comunicarse, vivir y pensar. Así se ha ido dando una historia de la juventud.
Hace seis décadas apenas, en aquel contexto de fenómenos de masas, finalmente la juventud queda establecida, definida y aceptada como una categoría cultural específica, como un grupo social determinado, como una etapa en la evolución del ser humano.
A partir de entonces, la juventud ha pasado de la obediencia a la rebeldía, de la apatía a las luchas sociales, de la enajenación a la toma de conciencia, de la incertidumbre a la violencia, entre otras. Ya hay una historia de la juventud y de las juventudes, llena de significados, de valores y de grandes desafíos.
Claro que hubo épocas y lugares tan terribles y violentos como la época y el país en que habitamos, pero sabemos que lo que se nombra existe, así que desde que la juventud se llamó juventud comenzó a existir y a tomar conciencia como sujeto social. Eso hace una diferencia.
Hay quienes todavía consideran a la juventud como entidades que tienen que obedecer, y hay quienes creen que la juventud es imposible de controlar porque aún no sabe ni lo que quiere. Ni una ni otra. La juventud actual intenta vivir como persona en este mundo hostil; cosa muy aparte es que los adultos no hayamos sido capaces de ofrecerle mundos más seguros, comprensivos y llenos de ternura. Les hemos dado mucha violencia, mucha iglesia y muchos discursos, pero poca comida, pocos ejemplos de honestidad y menos caminos de oportunidad. Hemos optado por la doctrina en vez del despertar de las conciencias.
Por ello, celebro siempre que haya espacios para que la juventud hable, se exprese, haga propuestas, se entienda y reflexione sobre su posición en el mundo actual. Y además, que pueda con todo ello, abrir espacios de diálogo intergeneracional desde una condición de sujeto, no de objeto utilizado para las campañas electorales, el crimen organizado o las luchas ideológicas.
Del 26 al 28 de octubre se realiza en Guatemala la Segunda Conferencia Internacional “Voz joven: es hora de hablar”, que tiene como objetivo principal reunir a juventudes de distintas organizaciones e instituciones a conocer y dialogar acerca de todo lo relacionado con la seguridad integral juvenil. Hace dos años se realizó la primera de estas conferencias, y entonces se inició un proceso de construcción de conocimiento sobre la situación, demandas y aspiraciones de las y los jóvenes de la región centroamericana. Hoy, el proceso avanza y esto genera esperanza.
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