Tropas de las Naciones Unidas hicieron disparos al aire e intercambiaron golpes con un grupo de unos cien manifestantes reunidos a las puertas de la base de las Naciones Unidas en el aeropuerto
Isabeau Doucet | Global Research |
Había tensión en Puerto Príncipe el viernes, 15 de octubre. Tropas de las Naciones Unidas hicieron disparos al aire e intercambiaron golpes con un grupo de unos cien manifestantes reunidos a las puertas de la base de las Naciones Unidas en el aeropuerto de Puerto Príncipe para protestar por la renovación de la Misión de las Naciones Unidas para Estabilizar Haití (MINUSTAH, por sus siglas en inglés). Aunque el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya había renovado el mandato de la MINUSTAH el 14 de octubre, una coalición de asociaciones de base y de la oposición política se lanzaron a las calles para pedir el final de los seis años de ocupación militar que costó 612 millones de dólares el año pasado pero que minó, más que aseguró, la seguridad de la población en general, afirmaron los manifestantes. Fue la culminación de dos semanas de diferentes acciones por parte de la coalición antiocupación
A pesar de que se les había avisado de la protesta, los soldados de las Naciones Unidas no parecían preparados para manejar a la gente que bloqueaba la entrada de la base, parando el tráfico y pintando eslóganes en contra de las Naciones Unidas en los coches oficiales que trataban de entrar. Ha habido muchas protestas similares durante los meses pasados, pero los choques del viernes fueron de los más intensos que se han visto aquí en las últimas semanas. En un momento dado un agente de seguridad de las Naciones Unidos se metió entre la multitud provocando, empujando y dando empellones. Se intercambiaron golpes, seguidos de disparos hechos al aire por parte de los soldados jordanos que formaban un cordón alrededor de la base. Imprudentemente, y posiblemente por venganza, el conductor de un vehículo de las Naciones Unidas empujó a un grupo de corresponsales, incluidos yo mismo y el corresponsal de Al Jazeera, a una zanja llena de basura. Mientras que los jefes de seguridad hacían llamadas pidiendo gases lacrimógenos, llegaron los refuerzos totalmente pertrechados con material antidisturbios y dispersaron a la multitud. Ambos jefes taparon su identificación de las Naciones Unidas y rehusaron llamar al oficial de prensa de las Naciones Unidas.
La MINUSTAH se desplegó por primera vez en Haití en junio de 2004 para reemplazar a las fuerzas de ocupación de EEUU, Francia y Canadá que habían ayudado a derrocar al presidente Jean-Bertrand Aristide e instalar el régimen de facto del Primer Ministro Gerard Latortue. Las protestas antiocupación tienen lugar cada año en las semanas anteriores a la expiración a mediados de octubre del mandato, pero el resentimiento es aún profundo este año por el comportamiento de la MINUSTAH tras el terremoto del 12 de enero. En vez de ayudar a sacar a la gente de entre los escombros, las fuerzas de las Naciones Unidas se centraron en proteger instalaciones del “saqueo”. A pesar de que la MINUSTAH se reforzó contando con más de 13.000 tropas y policía armada tras el terremoto, las violaciones dentro de los campamentos se cuadruplicaron, y la violencia en contra de los desplazados internos está creciendo, siendo muchos expulsados a la fuerzas de sus campamentos. Mientras que Haití entra en el frecuentemente turbulento periodo de elecciones, el antiguo primer ministro del presidente Préval, el candidato Jacques Edouard Alexis, ha acusado a su antiguo jefe de distribuir armas en preparación para una campaña de intimidación.
En cualquier lugar de la ciudad al que vayas hay pruebas de la animosidad que muchos sienten contra la presencia de las Naciones Unidas. Los ubicuos graffiti de “Abajo con la ocupación” o “Abajo con los ladrones de las Naciones Unidas” reflejan la opinión de la población sobre la presencia de las tropas de las Naciones Unidas aquí.
Como organizador de base y manifestante, Yves-Pierre Louis explica: “Viola la constitución haitiana y la Carta de las Naciones Unidas, la cual especifica que tales fuerzas sólo son necesarias en un país que amenaza la paz y seguridad internacionales. Haití no está en guerra… no produce armas atómicas, terroristas o drogas. Por lo tanto, ¿dónde está la amenaza? Ni el oficial al mando del equipo de disturbios ni el portavoz de la MINUSTAH, Vicenzo Pugliese, hicieron ninguna declaración oficial sobre la protesta
Una de las razones citadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para renovar el mandato fue que la continuación de la presencia de las fuerzas de las Naciones Unidas ayudaría a asegurar la “credibilidad y legitimidad” de las elecciones del 28 de noviembre. Pero las protestas sobre que la elección en sí ya es injusta están aumentando. Como advirtieron recientemente 45 miembros del congreso de EEUU en una carta al presidente Barack Obama, la exclusión del partido de Aristide Familia Lavalas, uno de los pocos con un apoyo popular generalizado, junto a otros 13, convierten al proceso electoral en anticonstitucional y antidemocrático.
El 15 de octubre fue también el del inicio oficial de la campaña política, pero muchos haitianos que viven en campamentos de refugiados no votarán bajo las lonas. Dicen que han participado en el proceso democrático, pero dos veces han visto su voluntad colectiva subvertida por golpes de Estado. Con unos altos niveles de frustración y el escepticismo de muchos haitianos de que las elecciones del presidente Préval no traerán ninguna mejoría a sus vidas diarias, la MINUSTAH puede que encuentre a Haití especialmente caliente este año si el resentimiento que está fermentando en la gente se convierte en una rabia desbordante contra los soldados y las pistolas importadas para mantenerlos subyugados.
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