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domingo, 15 de mayo de 2011

Utopía: Congruencia sí, pero de Calderón

Eduardo Ibarra Aguirre

Las metáforas no se le dan a Felipe Calderón, tampoco el uso del lenguaje coloquial para ganarse la simpatía de los auditorios y aparecer como gracioso al contar chistes. En lo segundo es muy parecido a Ernesto Zedillo Ponce de León, pero sobre todo en las políticas de subordinación creciente de los intereses de México a los de la Casa Blanca.

El comandante supremo de las fuerzas armadas que gusta de usar las cinco estrellas, desgraciadamente ya no el uniforme que tantas ideas generaba a los cartonistas, no se midió ante el Consejo de las Américas y puso en juego una supuesta metáfora que a él le fascina pero molesta, y con sobrada razón, al embajador Arturo Sarukhán: “Pero si ahorita yo estoy lidiando y venciendo a los criminales de Apatzingán, Michoacán (…) no sólo voy a combatir criminales de Apatzingán, sino también de Afganistán y Pakistán y de todo mundo”.

Al nuevo soldadito de plomo lo embriagan las cacofonías y en aras de ellas no repara en hechos que son del dominio público. En Afganistán floreció la producción de drogas a partir de que Estados Unidos lo ocupó militarmente. El cultivo de la amapola --para producir opio-- está muy bien protegido por “70 mil contratistas privados” (Forum en Línea 217), pues se incrementó en 40 por ciento en los territorios en que trabajan, en sólo dos años. En Pakistán no cicatriza aún la herida por el operativo de Obama para asesinar a Osama frente a sus hijos y esposas, en Abbottabad, y repuntar en las preferencias ciudadanas para pujar por la reelección presidencial.

Si en México no ejerce la humildad ni siquiera durante las imborrables tragedias provocadas por sus políticas, Felipe Calderón pidió que “tiene que haber un poquito más de congruencia en la políticas públicas. Perdón, con todo respeto para el pueblo, el gobierno y el Congreso americano” (sic).

“Perdón” es una palabra que no existe en el vocabulario de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús --el gobernante que como monaguillo imploró a Joseph Ratzinger que visite a México para reanimarlo--, cuando trata con algunos padres y madres de las 40 mil víctimas mortales causadas por una estrategia guerrera que presenta como propia, pero es resultado del alineamiento con los dictados globales de EUA para el “patrio trasero” latinoamericano y países y gobiernos que lo permiten.

No es “un poquito de coherencia” lo que requiere Barack Hussein en sus políticas públicas, tampoco la estrategia militarista y punitiva que impone al sur del Bravo y menos la tendencia de liberalización gradual del consumo de la mariguana permitido plenamente en 14 estados, y en un condado de California producida industrialmente.

Es mucha coherencia la que le urge a Calderón Hinojosa –¡Premio al Liderazgo Internacional! y Luis Carlos Ugalde como su invitado-- para anteponer las intereses de México en la lucha global contra el crimen organizado y no subordinarlos a la insaciable necesidad de narcóticos del mercado estadunidense, al esplendido negocio del lavado de dinero a la luz del día –recuérdese que el Banco Wachovia realizó operaciones en dos años por 374 mil millones de dólares de origen dudoso y fue sancionado con sólo 160 millones de dólares--, así como el ilimitado abasto de armas estadunidenses a los capos mexicanos, todo ello mientras “el presidente de todos los mexicanos” (Calderón dixit), ruega por “un poquito de coherencia”.

Donde falta coherencia y muchísima, es en el gobierno “del estado de derecho” que destruye la arquitectura institucional y la sociedad por realizar el trabajo sucio al país de las barras y las estrellas, por la subordinación intelectual del grupo gobernante y los dogmas saturados de moralina de quien lo encabeza.

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