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miércoles, 4 de mayo de 2011

Los "puntos calientes" de las "guerras locales" y/o "regionales", según los geoestrategas rusos

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
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Vista de un dron depredador de Estados Unidos armado con un misil, en el aeropuerto militar de Kandahar, Afganistán, en imagen de archivoFoto Reuters

Los geoestrategas rusos consideran poco probable la detonación de una tercera guerra mundial –que por necesidad utilizaría armas de destrucción masiva, que incluyen las bombas atómicas–, pero no desestiman que la conjunción de guerras locales y/o regionales, con sus concomitantes puntos calientes, sean susceptibles de degenerar en una conflagración global de consecuencias catastróficas (ver Bajo la Lupa, 1/5/11).

Aduje que la tercera guerra mundial, de carácter multidimensional (financiera, geoeconómica, energética y alimentaria) y a la que solamente le faltaba el componente bélico para cumplir su definición teórica, está ya en curso.

Los geoestrategas expusieron el tipo de cuatro guerras en la óptica del Instituto de Estudios Militares-Estratégicos de Rusia, de acuerdo con sus causas, geografía, duración y número de tropas involucradas.

1. Conflictos transfronterizos: duran de una semana a un mes y requieren de 10 mil a 50 mil tropas. ¿Cómo definirán a la guerra asimétrica en la transfrontera de México y Estados Unidos, donde Washington libra una guerra sui generis con sus depredadores aviones automatizados (“predator drones”) en contra de los cárteles mexicanos de las drogas, a quienes blanquea sus capitales y abastece con armas de alto poder, amén de haber entrenado a algunos de ellos en sus centros de adiestramiento (v.gr. Los Zetas)?

2. Guerras locales: involucran por lo menos a un millón de tropas y duran de varios meses a varios años. Debatible: no toma en cuenta la RAM (revolución en asuntos militares) de la dupla Cheney-Rumsfeld, es decir, su automatización y robotización, que reduce el número de soldados.

3. Guerra regional: involucra 5-6 millones de personas (sic). No especifica si se trata de soldados, mercenarios (la nueva moda resucitada), guerrilleros o desplazados.

Y 4. La guerra mundial (que ya abordamos la vez anterior): implica un número de guerras regionales y locales, además de conflictos armados, en una considerable porción de territorio mundial, con más de 100 millones de soldados de cada lado.

Sin contar la tecnología, el equipamiento militar y la dotación de armas de destrucción masiva, ¿habrá suficientes soldados en el mundo para alcanzar un mínimo de 100 millones por cada lado?

Los geoestrategas rusos revisan los puntos calientes futuros (sic) y pronostican las probables amenazas sin fechas exactas ni garantías sobre su detonación.

Konstantin Sivkov, primer vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, considera que existen disputas con potencial para la guerra. Saca a colación la operación militar de la OTAN en Libia y advierte la probabilidad de 50 por ciento de una guerra local (sic) en el Medio Oriente. No elimina la posibilidad de que Estados Unidos opte por un golpe militar contra Irán como “parte de una fuerza de paz –¡súper sic!– que opere en conflictos altamente –¡súper sic!– probables entre Irán e Israel o entre Irán y Arabia Saudita”. ¡El sueño de los geopolitólogos anglosajones y los banqueros del sionismo jázaro (para intentar resarcir sus pérdidas bursátiles)!

A juicio de Grigory Tishchenko, director del departamento de política defensiva del Instituto Ruso de Estudios Estratégicos, en cualquiera de los dos casos (el choque de Irán con Israel y/o Arabia Saudita) habrá un enfrentamiento entre Irán y Estados Unidos temprano o tarde.

Anatoly Tsyganok, director del Centro de Prospectiva Militar, se centra en los conflictos armados que pueden estallar en Asia central y atraerían a Rusia en apoyo de sus aliados en la región. No tan a largo plazo, sino en los próximos tres a cinco años (¡súper sic!) se vislumbra en la región un conflicto sobre el agua, sumado al cambio de líderes a la vuelta de la esquina.

El grave problema radica en que los países centroasiáticos se encuentran ya en conflicto sobre el valle Fergana, el único granero regional, sin contar que el conflicto de Afganistán puede (sic) también desparramarse a Asia central.

Anatoly Tsyganok aduce que la situación en Transnistria puede escalar (sic) debido a la irrupción de los rumanos en Moldova y el envío de fuerzas de paz (¡súper-sic!) por primera vez de la Unión Europea.

El enclave de Nagorno-Karabaj en el Cáucaso puede desencadenar una guerra entre Azerbaiyán y Armenia y Rusia, pese a que dispone una base militar en Armenia, no tiene idea de qué hacer (¡súper sic!) en caso de una escalada.

Llama la atención el desprendimiento, aun teórico, de estos geoestrategas rusos sobre otros puntos calientes en proceso de estallido en África –lo cual contrasta con la visión de otros autores rusos, quienes vislumbran la balcanización entera del continente negro, además de todo el Transcáucaso, como vasos comunicantes de las revueltas y revoluciones del mundo árabe–, ya no se diga en la periferia inmediata de India y China.

China y Sudamérica (en su choque con Norteamérica) son citadas fugazmente, mientras el subcontinente indio ni siquiera es abordado, quizá por haber estallado ya en varios conflictos concéntricos en Afganistán y Pakistán (que hemos bautizado como el Caostán).

La visión de los geoestrategas citados peca de rusocentrismo, es sumamente orgánica, carece de funcionalidad y se centra en la esferas de influencia de Moscú y sus exclusivos puntos calientes susceptibles de degenerar en conflagraciones.

Sin caer en las exageraciones desinformativas de Stratfor, quien coloca a Pekín prácticamente en estado de sitio, recomiendo la serie de artículos del italiano Francesco Sisci sobre los desafíos conflictivos de China (Asia Times, 12/4/11), aunque no comparto para nada su teleología ni ontología al respecto.

Lo relevante del abordaje de los geoestrategas rusos es que viene a posteriori de los puntos calientes, las 16 guerras para el 2011 –edulcorados con un índice de países fallidos– y, sobre todo, de la colisión de Estados Unidos y China en 2011, publicitados en su conjunto por el conglomerado propagandístico anglo-sionista de George Soros/Project Syndicate/Foreign Policy/Gideon Rachman (ver Bajo la Lupa, 2, 5 y 9/1/11).

En ese momento clasifiqué a los 16 países predestinados de África, Eurasia y Latinoamérica bajo la funcionalidad regional, productiva y extractiva donde destacan el petróleo y su tránsito, así como las materias primas (que se cotizan en la estratósfera).

Existen zonas de traslape entre los puntos calientes y las próximas guerras entre ambos enfoques, pero llama notablemente la atención dos situaciones: 1) los anglo-sionistas citados colocan en la mira a varios países de Latinoamérica, mientras los geoestrategas rusos tocan vagamente a Sudamérica en su confrontación con Norteamérica; y 2) ambos omiten extrañamente la explosiva serie de disputas en el mar de Japón, el mar Amarillo, el mar del Este de China y el mar del Sur de China.

Los geoestrategas rusos no abordan para nada la confrontación de Washington y Pekín, mientras el conglomerado anglo-sionista no se tienta el corazón en vaticinar el empeoramiento de las relaciones de Estados Unidos y China.

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