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sábado, 20 de febrero de 2010


Los de Abajo

Red de Resistencia Olímpica en Canadá

Gloria Muñoz Ramírez

La fiesta olímpica de invierno que en estos días se celebra en Vancouver, Canadá, tiene como trasfondo el desplazamiento forzado de miles de familias, la expansión del turismo deportivo en tierras indígenas, el aumento de la población sin techo en toda la provincia, una deuda de 6 mil millones de dólares, beneficios para algunas de las compañías con los peores comportamientos sociales y medioambientales, amenazas a libertades civiles básicas y la libre expresión, ataques a los sindicatos y condiciones de trabajo vulnerables para los trabajadores migrantes, destrucción medioambiental sin precedentes y gastos de mil millones de dólares en policía y seguridad.

Estas son las razones que argumenta la Red de Resistencia Olímpica para oponerse a los Juegos Olímpicos de Invierno, en concordancia con la resolución internacional aprobada por los más de mil 500 delegados indígenas que asistieron al Encuentro Intercontinental de Pueblos Indios convocado por el EZLN en Vícam, Sonora, en el que acordaron el rechazo a la competencia deportiva en territorio sagrado y robado de la isla Tortuga, en Vancouver, Canadá.

El 12 al 28 de febrero se realizan los Juegos Olímpicos en la región canadiense de la Columbia Británica. Son sólo 16 días, pero los daños directos y colaterales son más duraderos. Datos publicados por la red advierten que la ciudad se encuentra militarizada con más de 15 mil miembros. Se trata, indican los activistas, “de la mayor presencia militar vista en el oeste de Canadá desde el final de la Segunda Guerra Mundial… Con un policía en cada esquina y helicópteros militares zumbando por encima, Vancouver se parece más al Berlín de posguerra que a un olímpico país de las maravillas”.

Los habitantes de Vancouver convocaron a una semana de acciones contra los juegos, con acciones protagonizadas por los sin techo, indígenas despojados que reclaman las tierras donde se llevan a cabo las competencias y activistas contra la pobreza, entre otros excluidos. Los activistas tratarán de quitar los reflectores a la parafernalia comercial que rodea la justa deportiva y denunciar lo que está tras bambalinas: lugares como el Downtown Eastside, la zona que alberga cerca de 3 mil personas sin techo. El Eastside es el secreto no tan secreto de Vancouver, dice un reportaje de The Guardian.

El movimiento de resistencia ya tuvo la primera marcha reprimida y los primeros arrestos en las calles, pero siguen las acciones para hacer visible la pobreza, el despojo, la marginación y militarización que se vive a un lado de los gigantescos aros de neón.

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