Estamos
viviendo hoy, en todo el mundo, un momento coyuntural e histórico
diferente e intenso, con un cambio muy acelerado en la correlación de
fuerzas y en la lucha política. Teniendo en cuenta la particularidad de
cada país o territorio, nos enfrentamos a dos grandes enemigos del
pueblo, como clase trabajadora. Un enemigo visible como covid-19, (pero
invisible como el virus causante), y las consecuencias de la pandemia,
que provoca: miedo, tensión, dolor, sufrimiento, baja estima, estrés,
conmoción, muertes, terror, pero exige de todos, de toda la sociedad y
de los poderes del Estado: ejecutivos, legislativos y judiciales;
actitudes (como virtudes) para poner la vida, para salvar vidas, en
primer lugar. Defender la vida, en tiempos históricos de pandemia, debe
estar por encima de todo. Y un enemigo, también común, el capital, un
parásito, que aprovecha estos momentos de crisis y conmoción social,
para chupar al Estado, a la sociedad y a la naturaleza, lo máximo para
seguir su curso y conducir a una mayor concentración de la riqueza, de
los ingresos y de las ganancias.
El capital sigue presionando a los Estados Nacionales, aprovechando la fragilidad económica y política promovida por la pandemia, que ha causado más desempleo, aumento del hambre y caos social para promover los ajustes neoliberales que permitirán al capital profundizar la precaria legislación laboral. Exigen que los países aprueben nuevas leyes laborales para asegurar que el capital pueda explotar la fuerza de trabajo con menos costo y menos regulación y que todos los países ajusten sus leyes de bienestar para permitir que el capital explote la fuerza de trabajo por más tiempo en su vida. Permitir que el capital explote la fuerza de trabajo a un costo menor y por más tiempo, obteniendo cada vez más beneficios y más ventajas en la explotación de la fuerza de trabajo.
Estamos viviendo una intensa guerra a escala internacional, que afecta a todos los países, y que afecta directa o indirectamente a todas las comunidades, pueblos y familias, en cualquier parte del mundo, ya sean grandes ciudades, pueblos pequeños o asentamientos rurales. Todos estamos directa o indirectamente viviendo intensamente en la guerra contra la pandemia del covid 19.
El capital sigue presionando a los Estados Nacionales, aprovechando la fragilidad económica y política promovida por la pandemia, que ha causado más desempleo, aumento del hambre y caos social para promover los ajustes neoliberales que permitirán al capital profundizar la precaria legislación laboral. Exigen que los países aprueben nuevas leyes laborales para asegurar que el capital pueda explotar la fuerza de trabajo con menos costo y menos regulación y que todos los países ajusten sus leyes de bienestar para permitir que el capital explote la fuerza de trabajo por más tiempo en su vida. Permitir que el capital explote la fuerza de trabajo a un costo menor y por más tiempo, obteniendo cada vez más beneficios y más ventajas en la explotación de la fuerza de trabajo.
Estamos viviendo una intensa guerra a escala internacional, que afecta a todos los países, y que afecta directa o indirectamente a todas las comunidades, pueblos y familias, en cualquier parte del mundo, ya sean grandes ciudades, pueblos pequeños o asentamientos rurales. Todos estamos directa o indirectamente viviendo intensamente en la guerra contra la pandemia del covid 19.
https://www.alainet.org/es/articulo/206300
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