![La sombra negra. Riesgos financieros para América Latina](https://www.celag.org/wp-content/uploads/2019/01/la-sombra-negra-riesgos-financieros-latam-1280x640.jpg)
El año comenzó con Wall Street
en el centro de la escena. El núcleo de las finanzas internacionales
tuvo en 2018 su peor año desde 2008, a juzgar por el rendimiento de sus
acciones. El índice Dow Jones cayó 5,6%, el S&P 500 6,2% y el Nasdaq
4%. En particular, se registró el peor diciembre desde 1931, con caídas
en estos índices sólo en un mes de 8,7%, 9% y 8,9%[1].
Tras los sucesos de diciembre y los riesgos financieros consecuentes,
el mundo entra al 2019 con una incertidumbre mayor a la de los últimos
años.
Lo que pase en el mercado financiero
internacional tiene un gran impacto en las propias economías centrales
pero también en la región, por eso un análisis de lo que está sucediendo
tiene particular interés para entender los riesgos del año que empieza.
Vale la pena preguntarnos ¿continuará la inestabilidad financiera a
nivel internacional? ¿Cuáles son los riesgos a nivel mundial? ¿Por qué
esto puede impactar en la región? ¿Cómo se encuentra preparada la región
para enfrentar un contexto financiero adverso?
Entre las causas que explicarían la
caída de las bolsas en diciembre se destacan la ralentización del
crecimiento mundial y el anuncio de la Reserva Federal (FED) de octubre
de acelerar la tasa de interés (lo que profundizaría la ralentización
del crecimiento y generaría nuevas inestabilidades financieras). Lo
ocurrido en 2018 no anticipa una crisis inminente, pero sí enciende una
señal de alarma. Por un lado, la volatilidad del año pasado[2] fue elevada en relación a los años anteriores, aunque se ubicó en el promedio de los últimos 20 años[3].
Asimismo, en el comienzo 2019 al menos no se ha profundizado la
tendencia y, de hecho, se observa un leve repunte de los mercados
financieros, potenciado por las declaraciones de Jerome Powell,
presidente de la FED, sobre la cautela que mantendrán a la hora de mover
las tasas de interés. Por el otro, muchos analistas vienen señalando
que, tras años de tranquilidad en el mercado financiero (tras el colapso
de 2008), la normalización de la política monetaria en Estados Unidos
(lo que se reflejaría, por ejemplo, en un incremento de la tasa de
interés de la Reserva Federal de dicho país) traerá cimbronazos para los
que el mundo no se encuentra preparado.
En esta línea, en mayo del año pasado el
Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó su “Global Financial
Stability Report” donde afirmó que los años de tasas bajas tras la
crisis de 2008 derivaron en un sobreendeudamiento de países emergentes y
de empresas “zombies”[4].
El punto es que, al existir bajos rendimientos en inversiones en países
centrales o empresas solventes, los capitales se dirigieron a
inversiones más riesgosas pero de mayor rentabilidad. Así, una reversión
de los flujos de capitales a activos más seguros en un contexto de
mayor incertidumbre o de mayor rentabilidad en activos seguros (por el
aumento de la tasa de la FED) podría traer muchos problemas para estos
países y empresas sobreendeudadas.
En los analistas de mercado parece
existir consenso en que los tres factores que podrían desencadenar un
episodio de este estilo son el Brexit, la guerra comercial entre China y
Estados Unidos, la ralentización del crecimiento mundial y el alza de
tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. En
un contexto de recrudecimiento de las tensiones en el mercado
financiero, América Latina podría enfrentar lo que en la literatura se
conoce como “sudden stop”, un freno repentino (o reversión) del
flujo de capitales. En 2018 hubo un anticipo de este fenómeno a fines
de abril y mayo, cuando los flujos netos hacia países emergentes
tuvieron signo negativo, algo que se volvió a repetir hacia finales de
año[5].
Si bien esta situación siempre trae
complicaciones, la coyuntura actual de la región parece ser
particularmente adversa para enfrentar un episodio de este estilo. En
los últimos cinco años, 9 de los principales 10 países sudamericanos
enfrentaron al menos tres años de déficit de cuenta corriente y 6 de
ellos acumulan cuatro años consecutivos. En todos ellos se registró en
este periodo un incremento del endeudamiento externo sobre el Producto
Interno Bruto. Es decir, que este mecanismo de financiamiento ha ocupado
un lugar central en los últimos años para asegurar el funcionamiento de
nuestras economías.
En este análisis merece especial
atención el indicador de deuda de corto plazo sobre reservas
internacionales. El mismo indica en qué porcentaje las reservas
internacionales alcanzan para pagar deuda cuyo vencimiento es menor a un
año. La regla Greenspan-Guidotti[6]
afirma que los países deberían tener, al menos, un monto de reservas
internacionales equivalente a la deuda de corto plazo; en otras
palabras, este indicador debería ser de al menos 1. Según la estimación
que realiza el FMI, a noviembre de 2018, cuatro países de la región se
encuentran por debajo de este número: Argentina (0,26), Chile (0,87),
Ecuador (0,14) y Panamá (0,1).
Se desliza una sombra negra sobre la
región que amerita explorar herramientas de política económica para
prevenir sus potenciales efectos. Más allá de las transformaciones
estructurales que aún están pendientes en la región, en este contexto
las medidas macroprudenciales, como la regulación de capitales, pueden
cobrar un rol central a la hora de enfrentar un sudden stop. No
obstante, cabe decir que en un contexto adverso son de difícil
aplicación ya que podrían adelantar la propia salida que quieren
controlar. Por tanto, sería interesante pensar en una propuesta
coordinada de los países de la región para enfrentar este problema, algo
que no está presente en la actual arquitectura financiera.
A la hora de analizar las perspectivas
económicas para 2019 es central tener en cuenta lo que está pasando en
el mundo, ya que puede afectar significativamente el desempeño de
nuestras economías. Si bien es difícil proyectar cuándo puede ocurrir un
sudden stop, vale la pena encender la señal de alarma y actuar en concordancia.
[1] El Dow Jones era el único existente en ese entonces. El S&P existía pero abarcaba menos compañías.
[2] Es un reflejo de la incertidumbre del mercado
[3] Fuente: Blonde Monday
[4] Empresas de baja rentabilidad que sobreviven refinanciando y ampliando sus deudas.
[5] Datos del Instituto de Finanzas Internacionales
[6] https://www.federalreserve.gov/BoardDocs/Speeches/1999/19990429.htm
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