América Latina es
tristemente la región en donde más asesinan activistas socioambientales
en todo el mundo y donde más asesinan mujeres e indígenas defensoras de
la Madre Tierra. Se calcula que más del 60% son asesinados en la región,
concentrándose principalmente en países como Brasil, Colombia y México,
en donde la violencia hacia las comunidades que defienden sus
territorios frente al extractivismo colonial llegar a ser más numeroso
en compasión a otros. No obstante, el despojo de bienes comunes y la
muerte de luchadores en Abya Yala va desde gobiernos neoliberales a
progresistas, por lo que debiera tomarse como un proceso ecocida de
carácter plurinacional
De ahí que no deba sorprendernos el asesinato
a sangre fría a líderes socioambientales, tanto en países como Chile y
Venezuela, los cuales a pesar de tener narrativas y políticas
diferentes, ambos sirven al extractivismo forestal y minero. Las muertes
en el año 2018 de Camilo Catrillanca del pueblo mapuche en Chile y de
Charlie Peñaloza del pueblo pemón en Venezuela de parte de las fuerzas
represoras del estado de aquellos países ilustran que el problema de los
conflictos socioambientales debe ser tomado en serio de una vez por
todas de manera regional y dejar atrás enfoques nacionales que no hacen
más que hacerle el juego a una colonialidad ecoterritorial que tiene a
China y Estados Unidos en una disputa sin precedentes por el patrón de
poder global.
Sin embargo, pareciera que buena parte de los
medios de información tanto tradicionales como alternativos de la región
siguen reproduciendo un patrón de poder informacional moderno, el cual
impide tener una mirada relacional en donde se vinculen procesos en vez
de separarlos por países. Es así como son escasos los medios regionales
que intentan ver los procesos socioambientales de manera crítica y
plurinacionalmanente. Medios alternativos como Pueblos en Camino,
Indymedia, Aporrea, La Guarura, Rebelión, Territorios en Resistencia,
Desinformémonos, La Vaca, Brecha, Observatorio Latinoamericano de
Conflictos Ambientales, etc., son algunos ejemplos plurinacionales, pero
la agenda se termina imponiendo desde el dualismo moderno
nacional/internacional. En consecuencia, pareciera que el campo
periodístico sigue estando fuertemente colonizado por la lógica de los
estados-nación del siglo XIX.
Por su parte, si bien existen
iniciativas de medios regionales como Telesur por ejemplo, para
contrarrestar los discursos neoliberales de los medios hegemónicos
globales tales como CNN, El Mercurio, Clarín, O´Globo, El País,
Televisa, Caracol, etc., ha terminado siendo con el tiempo un medio
completamente funcional a los gobiernos progresistas que lo financian
(Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Uruguay), por lo que su mirada no
hace más que invisibilizar procesos de luchas y resistencia en aquellos
países. De ahí que su postura política oficialista sea más bien
predecible y alejada de una mirada desde los territorios de manera
plurinacional.
Además, hoy en día Telesur es un medio que ante
la falta de apoyo y autoritarismo extractivista de los gobiernos
progresistas que lo financian en la actualidad, como también ante la
aparición de una nueva derecha nacionalneoliberal que cuestiona desde un
neofascismo a los grandes medios del establishment como CNN por
ejemplo, su crítica se ha terminado desvaneciendo finalmente, al no
entender que estamos en presencia de un nuevo ciclo político y ambiental
en dónde está ganando cada vez más fuerza una nueva derecha posliberal y
negacionista de derechos humanos y de derechos de la naturaleza.
Por otra parte, el campo intelectual no está ajeno tampoco a este
nacionalismo metodológico, en donde múltiples investigadores y
académicos no hacen más que reforzar con sus cátedras, columnas y
artículos escritos en medios, mayor fragmentación territorial en vez
articular procesos regionales. No es de extrañar entonces que buena
parte del pensamiento crítico regional le sea tan sencillo cuestionar el
autoritarismo extractivista de gobiernos conservadores y neoliberales
como Chile, Perú y Colombia y Argentina, mientras que con casos como
Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela exista un silencio y falta de
crítica abrumadora.
En consecuencia, pareciera que buena parte
del pensamiento crítico latinoamericano sigue amarrado a una idea
eurocentrica anti imperialista desde el marxismo y de corte estalinista,
en donde se le ve de manera nacional por el rol intervencionista
histórico de Estados Unido en la región y el mundo, en vez de verlo como
un proceso de carácter estructural y relacional, en donde la
transnacionalización del capital en el sistema mundo colonial va mucho
más allá de lo que haga o no un país en particular, siendo el factor
China el mejor ejemplo en la actualidad de aquello.
A su vez,
aquellos sectores marxistas eurocéntricos anti imperialistas, desde un
internacionalismo desterritorializado, siguen subestimando el racismo
ambiental desde una mirada antropocéntrica, no siendo capaces de ver que
el planeta cambió literalmente, como consecuencia del cambio climático,
por lo que o se hace cargo del problema del Capitaloceno en serio o
termina siendo completamente funcional tanto a la derecha gobalista
liberal como también a esta nueva derecha nacionalneoliberal tan
peligrosa para el planeta, expresada en las políticas negacionistas de
Donald Trump en Estados Unidos.
En concreto, no se pueden más
tomar los procesos socioambientales de manera nacionalista, ya que es un
error y una falacia en términos socioecologicos. Es decir, pensar que
los ecocidios que ocurren producto de la megamineria en la Cordillera de
los Andes solo afectan a países como Argentina y Chile no tiene
sentido. ¿O Acaso los ecocidios en la Amazonia producto de las
madereras, petroleras e hidroeléctricas son un tema de Bolivia, Brasil,
Venezuela, Perú y Colombia únicamente?
Aunque parezca obvio, no
así para las izquierdas y derechas gobernantes, las montañas, ríos,
bosques, mares, suelos, son preexistentes a los estados-nación y están
interconectados, por lo que su protección no puede venir de manera
nacional ni tampoco internacional desde organismos globales
burocratizados. Hay que pasar de una visión cosmopolita de carácter
universal a una cosmopolítica de los territorios comunes de carácter
pluriversal que proteja la reproducción de la vida y sus condiciones de
existencia a través de una ética del cuidado del agua, la tierra y el
aire.
En definitiva, llega a ser insólito que el nacionalismo
metodológico y el eurocentrismo sigan siendo fortalecidos incluso por
buena parte de medios alternativos desde el pensamiento crítico en la
región, considerando las múltiples redes que se pueden generar hoy en
día vía internet y que nos pueden dar miradas situadas a los
territorios. Estamos entrando en un mundo en donde la dicotomía política
entre nacionalistas por un lado y globalistas por otro no está llevando
a un capitalismo histórico quizás en su fase terminal, por los mismos
límites que le está poniendo la Madre Tierra. De ahí que se haga urgente
visibilizar alternativas y articular experiencias locales a través de
nuevas redes plurinacionales en América Latina frente a los conflictos
socioambientales.
Andrés Kogan Valderrama. Sociólogo / Editor Observatorio Plurinacional de Aguas.
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