Es la conclusión a que
llega quien conozca Cuba y la materia prima de que están hechos su
pueblo, sus hermanos latino-caribeños y los de todo el mundo. Fidel se
ausenta físicamente para multiplicarse en las dolidas y fervorosas
multitudes de niños y jóvenes, de hombres y mujeres cubanos de todas las
edades, que la noche del martes proclaman ¡yo soy Fidel! en la Plaza de
la Revolución y en todos los rincones de Cuba. Pero igual podían haber
sido venezolanos, bolivianos, ecuatorianos, argentinos, brasileños,
nicaragüenses, salvadoreños, mexicanos, caribeños.
Contrariamente a lo que han escrito algunos, las recientes derrotas
de gobiernos populares están lejos de significar que se acabe el proceso
nuestroamericano iniciado con el ascenso de Hugo Chávez a la
presidencia de Venezuela. Al contrario, hoy aprende de sus errores,
acumula fuerzas y en los combates de nuestros pueblos se fortalece el
proyecto de unidad e integración regional, que siguiendo el camino
trazado por Bolívar y Martí, impulsaron Fidel, Chávez y la hornada de
líderes de la región llegados a los gobiernos con propuestas
posneoliberales después de 1999. Pese a reveses momentáneos, esa ola
histórica llegó para quedarse. El mejor ejemplo está en Brasil y
Argentina, donde el terrorismo mediático y la represión no puede detener
las protestas populares.
Es como un caracazo multiplicado exponencialmente. Pues si
miramos no sólo a nuestra parte del mundo, sino a Estados Unidos y a
otros países de todos los continentes, apreciamos que se acumulan
energías y combustible revolucionarios y cada vez más los neoliberales,
anestesiados, no saben cómo lidiar con las nuevas demandas populares
mientras sus aparatos represivos no dan abasto para ahogar la rebelión
social.
Fidel predijo en su momento que como respuesta a las políticas
neoliberales nadie debía extrañarse de que estallaran nuevas
revoluciones –además de los procesos de cambios ya en marcha en América
Latina y el Caribe– y es lo que estamos viendo. Son las revoluciones de
siglo XXI con nuevas formas y renovados contenidos aunque mantengan el
apego a las heroicas tradiciones de que son herederas. Están en marcha y
a veces ni nos damos cuenta.
El diverso y plural sujeto social y político que las protagoniza es
muy diferente al proletariado industrial que Marx desentrañara, aunque
su esencia no cambie. Fue delineado por Fidel en La Historia me absolverá y
en la Segunda Declaración de La Habana. En esta ya se vaticinaba el
protagonismo político que estaban llamados a alcanzar los pueblos
indios.
Y es que Fidel vio muy temprano las potencialidades
revolucionarias de las masas de campesinos sin tierra, de maestros sin
aula, de desempleados, de grandes sectores marginados y pauperizados que
crecen sin cesar en lo que antes llamábamos tercer mundo. Como también
de esa parte de él empeñada en luchas de liberación nacional hasta muy
entrado el siglo XX. A ellos entregó toda la solidaridad y fecundas
iniciativas.
Por eso era natural que fueran a rendirle tributo con vibrantes
discursos líderes africanos, asiáticos, europeos, árabes y
latino-caribeños cuyos pueblos hicieron suyo al comandante en jefe de la
revolución cubana. Los líderes de Suráfrica y Namibia para dejar
constancia de que si terminó el apartheid y se liberó África
austral fue, en gran medida por la aplastante derrota infligida por
tropas cubanas al ejército del régimen de Pretoria. Y, por supuesto, la
jefa del parlamento de Vietnam, que agradeció a Fidel su solidaridad,
simbolizada con la sentencia de que, por Vietnam, Cuba estaba dispuesta a
dar su propia sangre. Queridos por los cubanos, Correa, Evo, Maduro y
Ortega fueron ovacionados. Enrique Peña Nieto reiteró inequívoamente la
amistad de México con Cuba. De particular importancia fueron los cálidos
discursos de Li Yuanchao, vicepresidente de China, y de Viachesalav
Volodin, presidente de la Duma de Rusia, cuando vuelven a proferirse
bravuconadas y amenazas a Cuba desde el norte revuelto y brutal que nos
desprecia.
Los restos de Fidel partieron hoy desde La Habana en exacto sentido
inverso a la ruta recorrida por él entre el 2 y el 8 de enero de 1959,
aclamado por el pueblo a raíz de la histórica victoria revolucionara del
primero de enero. En todas partes reciben el cariño de un pueblo que lo
considera su padre. El lunes 5 serán inhumados, no podía ser de otra
manera, junto al sitio donde reposan los de su maestro José Martí. Dos
gigantes que no han muerto porque cumplieron bien la obra de la vida.
Twitter:@aguerraguerra
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